Antes de esta chica se convirtió en la mujer fuerte que es hoy, estaba convencida de que anteponerse a sí misma era egoísta.
Le preocupaba que la consideraran egocéntrica si se daba prioridad a sí misma por encima de los demás.
Pero con el tiempo comprendió que eso era exactamente lo que tenía que hacer si quería ser verdaderamente feliz.
Aprendió la importancia del amor y el respeto a sí misma y se dio cuenta de que no podía esperar que los demás la quisieran o la apreciaran si ella misma no lo hacía.
Y lo más importante, esta chica se dio cuenta de que ella era la única que podía hacerse feliz.
Se dio cuenta de que estaba al mando y tenía el control de su vida y, por primera vez, empezó a trabajar en su propia felicidad.