¿Tu madre siempre te criticaba cuando cometías un error o fracasabas en algo? ¿Te hacía sentir incompetente?
Si la respuesta es afirmativa, entonces ya sabe por qué le cuesta procesar el fracaso. Supongamos que suspendes un examen o que no consigues crear un proyecto como tu jefe esperaba. ¿Cómo te sentirías?
Deja que te ayude. Si crecieras con un padre tóxico, te sentirías inmediatamente como un fracasado absoluto al que no se le permite cometer errores.
Te sentirás decepcionado no sólo contigo mismo y con tu jefe o tus padres, sino también con el mundo entero. En estos casos, las rabietas se vuelven inevitables.
Procesas incluso los fracasos más pequeños durante semanas e incluso meses. Te cuesta entender que puedes cometer errores y que eso no te hace menos valioso.