Despertar la nostalgia puede ser estupendo para sentirnos mejor cuando estamos cansados, estresados o decaídos. Traer a la memoria recuerdos positivos de épocas pasadas puede hacer que nos demos cuenta de todo lo bueno que nos ofrece la vida. Cuando el presente se vuelve demasiado abrumador o empezamos a sentir ansiedad por lo que nos depara el futuro, dedicar un momento a revivir mentalmente aquellos momentos que apreciamos puede inducirnos felicidad interna y aliviar la negatividad.
Entonces, ¿de qué maneras podemos evocar sentimientos de nostalgia? ¿Cómo podemos centrar nuestros pensamientos en recuerdos que eleven instantáneamente nuestro estado de ánimo? Lo primero que hay que tener en cuenta es utilizar cada uno de los cinco sentidos para activar nuestra memoria: tacto, vista, oído, olfato y gusto.
Toca. El abrazo de un ser querido, coger de la mano a otra persona o vestir determinados tejidos son formas en las que el tacto puede hacernos revivir momentos positivos del pasado. También podemos manejar objetos de nuestra infancia, como ordenar una caja de notas escritas entre amigos de la infancia, mirar viejas fotografías o rebuscar en cápsulas del tiempo que aún tenemos guardadas en un armario y desenterrar cajas de objetos que nos ayudan a recordar días pasados. Cuando tenemos estos objetos en la mano, recordamos inmediatamente por qué los hemos conservado y apreciamos su significado sentimental.
Vista. Éste es uno de los más poderosos. Podemos empezar a rememorar viendo películas caseras o de las que disfrutábamos en nuestra juventud o visitando lugares que guardan recuerdos poderosos. Podemos visitar a personas a las que hace tiempo que no vemos, volver a un antiguo colegio para pasar un día contando nuestra estancia allí o visitar una heladería que frecuentábamos con los amigos.
Audiencia. Cuando oímos cosas que se oían hace muchas lunas, pueden devolvernos instantáneamente al pasado. Algo tan sencillo como oír la voz de un antepasado grabada en una cinta de casete o escuchar un disco antiguo que disfrutamos en su día son poderosos inductores de nostalgia. Escuchar ciertas canciones o sonidos que nos gustaron en su día puede hacernos retroceder al lugar donde se originaron.
Huele. El olfato es otro sentido muy poderoso, y ciertos olores pueden recordarnos lugares concretos. Por ejemplo, si está en una floristería, el aroma de los arreglos florales le recuerda el jardín de su infancia. Tal vez esté en el cine y el olor de las palomitas le recuerde su primera cita o las noches de cine de fin de semana con viejos amigos. Oler un perfume puede recordarnos un baile del instituto, y la hierba recién cortada puede recordarnos cuando jugábamos al aire libre de niños.
Gusto. Quizás sea el más divertido de todos los sentidos. Probar cosas que te traen buenos recuerdos puede ser muy tentador. Desenterrar el viejo libro de recetas de la abuela y preparar una hornada de sus famosas galletas navideñas o preparar un plato que la familia solía pasar a la mesa pueden ser formas estupendas de beneficiarse de la nostalgia inducida por el sabor. Visitar ciertos restaurantes o las cocinas de los seres queridos y disfrutar de una comida con quienes no hemos visto en mucho tiempo también son formas en las que el sabor puede ofrecer una poderosa ventana al pasado.
Es habitual verse transportado inadvertidamente a tiempos pasados cuando uno se encuentra inesperadamente con algo que evoca sus sentidos y le recuerda al instante otros tiempos. No siempre hay que recrear activamente los acontecimientos. Esto puede suceder completamente de la nada y ser un bienvenido alivio del estrés, levantando instantáneamente el ánimo.
La nostalgia es algo poderoso, y no siempre tiene que ser inducida intencionadamente para ser disfrutada. Sin embargo, si buscas una forma de aliviar la negatividad y cambiar a una mentalidad más positiva, prueba a emplear los cinco sentidos para superar los momentos difíciles. Mantén los ojos y los oídos bien abiertos, así como los otros tres sentidos, y puede que disfrutes de un improvisado viaje al pasado.