Durante mucho tiempo, me convencí de que me querías y, aunque no lo hicieras, de que acabarías haciéndolo. Y Dios sabe cuánto luché por tu amor. No había nada que no hiciera para que me quisieras. Pero nada fue suficiente. Tú no me quieresNunca lo hice y nunca lo haré.
Al menos, no como me gustaría que me quisieras.
No digo que siempre fueras completamente indiferente hacia mí y puede que incluso me quisieras a tu manera, pero el hecho es que nunca me quisiste de verdad. Sé que te esforzaste mucho por quererme, pero nunca pudiste obligarte a hacerlo. Y eso es un hecho con el que tengo que lidiar y algo con lo que tengo que aprender a vivir, del mismo modo que tengo que aprender a vivir sin ti.
Es algo que poco a poco voy aceptando. Y algo por lo que ya no te culpo.
Al principio, cuando me di cuenta de esto, tengo que decir que me cabreé. Hacía hasta lo imposible por hacerte feliz, pero veía que nunca estabas realmente satisfecha. Te consideraba un desagradecido y pensaba que no apreciabas todos mis esfuerzos. Pero entonces caí en la cuenta: no podías ser feliz a mi lado por mucho que ambos intentáramos que así fuera. Era imposible porque nunca me quisiste con la misma intensidad con la que yo te quise a ti.
Entonces, me frustré contigo por no corresponderme. O al menos, eso creía. Pero más tarde me he dado cuenta de que en realidad estaba triste y desolada por ello y sólo enmascaraba mi tristeza con ira. Me resultaba más fácil seguir encontrando tus defectos y acusarte de no tener corazón que simplemente aceptar el hecho de que no me querías. Y aceptar que no hay mucha filosofía al respecto y, sobre todo, que la hubo y que nunca habrá nada que yo pueda hacer al respecto. Por fin lo he aceptado.
Pero hay algo que nunca podré aceptar. Y es el hecho de que llegará una mujer a la que amarás. Odio admitirlo, pero sería mucho más fácil para mí aceptar el hecho de que no sabes amar. Pero eso está muy lejos de la verdad. Sé que eres un gran tipo muy capaz de amar. Simplemente no podrías amarme. Sé que nunca fuiste verdaderamente feliz a mi lado y por eso te dejé marchar.
Y sé que llegará una mujer a la que harás feliz. Llegará una mujer a la que amarás como yo te amé y como tú nunca podrías amarme. También sé que no tengo derecho a estar celosa. Incluso cuando estábamos juntos, nunca fuiste verdaderamente mía y siempre lo supe. Pero mis celos son más fuertes que yo. Me atormentan y me consumen. Tal vez yo sea el único malo aquí, después de todo. Debería querer que fueras feliz aunque esa felicidad no me incluyera, pero sinceramente, no puedo desearte eso. Puede que sea egoísta, pero realmente envidio a la mujer que te amará después de mí.
La envidio porque te tendrá en todas las formas en que yo nunca te tuve. La envidio porque verá todas tus debilidades y vulnerabilidades. Llegará a conocerte como yo no te conocí. Y sé que será especial. Pero sobre todo, ella te hará más feliz de lo que yo nunca te hice.. Y eso es lo que más envidia me da.
Estoy celoso de todas las noches que se dormirá en tus brazos y de todas las mañanas que se despertará a tu lado. Tengo celos de todas las veces que la besarás con el amor con el que nunca me besaste a mí. Tengo celos de todas vuestras conversaciones, de todas las veces que ella te dirá que te quiere y de todas las veces que tú se lo devolverás. Tengo celos de los hijos que te dará y de que envejeceréis juntos.
Siempre me preguntaré qué fue lo que yo no tuve que ella tendrá. ¿Qué es lo que amará en ella que nunca pudo encontrar en mí? ¿Por qué nunca pude hacerte feliz?
Pero supongo que todas esas son preguntas para las que nunca tendré respuesta.