Por mucho que pase el tiempo, sigo acordándome de ti.
Mi corazón aún añora tus dulces palabras y tu suave tacto. Todos los que me rodean se han olvidado de ti. Te han dejado fuera de sus vidas como si nunca hubieras existido.
Para ellos, ya no importas. Intento hacer lo mismo. De verdad, pero es imposible obligarme a olvidar a alguien como tú.
Elegiría mil veces borrarte de mi vida, pero lamentablemente no hay manera. Tu nombre está grabado profundamente en mi corazón, convirtiendo las letras de tu nombre en cicatrices inmarcesibles.
La gente va y viene y, con el tiempo, aprendes a vivir con ello, pero tu ausencia fue diferente. Tu ausencia se llevó una parte de mi corazón y de mi alma.
Tu ausencia me cambió.
No hay ningún otro cómo sobrevivir a un desengaño amoroso aparte de renunciar a un pedacito de tu ser emocional. Físicamente estarás bien, pero emocional y espiritualmente siempre te faltará ese pedacito que le has dado a alguien, y él se lo llevó consigo.
Ese es el riesgo que hay que correr.
Nunca perdí la esperanza de que algún día volverías a mí. Mi corazón sigue aferrado a tus.
Mis ojos siguen buscando los tuyos entre la multitud. Cada vez que siento tu aromami corazón da un pequeño salto y mis rodillas flaquean.
Cada vez, espero que estés detrás de mí, listo para abrazarme y decirme: ¡Lo siento!
Cuando mi mente se toma un respiro, cuando dejo de preocuparme por todo lo que me rodea, te cuelas en mis pensamientos. Apareces como un huésped no invitado pero bienvenido en secreto.
Pero no tengo ni idea de en qué andas, qué haces, cómo es tu vida ahora. No te estoy acosando.
Ahora no quiero saber nada de tu vida, pero no puedo obligarme a no imaginarlo.
No tengo fuerzas para averiguar nada sobre ti porque me dolería demasiado. Pero no puedo apagar mi mente y la curiosidad que a hurtadillas me está comiendo viva.
Cuando recorres mi mente, imagino dónde estás y qué estás haciendo.
Y siempre, cada minuto del día, sigo esperando en secreto que te despiertes y te des cuenta de que todo fue un error.
Que vendrás a mí, me mirarás a los ojos y me dirás que me quieres.
No te pediría que suplicaras, que te arrodillaras para traerme flores, que fueras excesivamente romántico. Lo único que te pediría es que me prometieras que nunca volverás a hacerme daño así.
Así es como vivo. Así es como paso mis días cuando estás en mis pensamientos.
Imagino que mi vida es otra. Espero que alguien pueda hacer retroceder el reloj y darte otra oportunidad de elegir, esta vez de forma diferente.
Nunca te he dejado marchar. Nunca he hecho las paces con el hecho de que ya no formas parte de mi vida.
Para otros, he trazado la línea y te he enterrado en mi pasado, pero para mí, sigues escondido en algún lugar de mis pensamientos.
A veces miro viejas fotos en las que te mantengo viva. Sigo teniendo sueños vívidos contigo, y me despierto en mitad de la noche cubierto de sudor, con los ojos hinchados de lágrimas, intentando estallar en una triste rapsodia de emociones reprimidas.
Allí mismo, a eso de las tres de la madrugada, sentada en la más absoluta oscuridad, rodeada de nada más que nostalgia y tristeza, me pregunto qué pasaría si todo acabara de otra manera y por qué tuvo que ser así.
Podría seguir con mi vida si supiera que nuestra historia ha llegado a su fin. Pero sólo escribimos juntos un par de capítulos. Nunca llegamos al final.
¿Cómo puedo dejar ir algo que siento que aún no ha terminado? ¿Cómo puedo alejarme de una historia que no ha terminado?
No pude pero tuve que dejarte ir. Me mudé. Encontré nuevos amigos. Esperaba no volver a pensar en ti. Pero es imposible olvidar que existes.
Sé que el amor verdadero siempre encuentra la manera de mejorar las cosas. Sé que si dos personas están hechas el uno para el otro, encontrarán el camino de vuelta.
El amor verdadero nunca se rinde. El amor verdadero no desaparece en mitad de la historia.
Se toma un descanso. Se retira para recuperar fuerzas y poder volver en el mejor momento posible.
Nuestro verdadero amor se tomó ese descanso, y yo huí de él. Pero nunca logré huir de ti. Hoy vi a un hombre caminando por la calle.
Me recordaba a ti, y ni siquiera se parecía a ti. Un movimiento de su cuerpo, un gesto me hizo pensar en ti.
Verás, no puedo huir de ti. No puedo olvidarte.
Quería que supieras en quién me convertí al final. Secretamente esperaba que lucharas con forzarte a olvidarme.
Esperaba que sintieras curiosidad por saber en quién me he convertido y qué hago. Esperaba que sintieras lo mismo que yo.
Y un día, vi tu nombre en mi teléfono.
Oí el zumbido que me devolvió toda la esperanza y destruyó los pensamientos de olvidarte y dejarte marchar.
Era un simple hola, pero un gran hola. Fue la primera palabra del nuevo capítulo, justo donde lo dejamos.
Era el momento en que el amor verdadero volvía de su pausa para terminar lo que había empezado.