Mientras estabas con él, pensabas que el mundo entero estaba al alcance de tu mano. Pensaste que lo que tenías con él era lo máximo porque hizo todo lo posible para que te enamoraras de él.
Desgraciadamente, después de su periodo de "Sr. Darcy", en lugar de elevarse juntos a nuevas alturas, todo su mundo se vino abajo.
La verdad es que, en primer lugar, nunca lo tuviste. Tenías una ilusión de él y eso es todo. Te enamoraste de una parte de él que no era verdaderamente suya.
Te enamoraste del tipo que eligió para mostrarte, pero no era ese tipo. Era totalmente lo opuesto a un buen tipo. Era tóxico y no tenías ni idea.
El problema con formar parte de una relación tóxica es que ni siquiera te das cuenta de que estás en una.
¿Recuerdas el cuento de la rana y el agua hirviendo?
Pues bien, la rana no tenía ni idea de que el agua estaba cada vez más caliente hasta que fue demasiado tarde.
Lo mismo podría haberte pasado a ti: podrías haberte quedado en una relación tóxica hasta que ya no quedara nada de ti.
Por suerte, saltaste del agua hirviendo justo a tiempo para salvarte.
Al principio, después de perderle, sentías como si hubieras perdido todo lo que te era familiar. Parecía que el suelo bajo tus pies había desaparecido y que sólo era cuestión de tiempo que cayeras al agujero. Pero la realidad era muy distinta.
Sí, al perderle, perdiste también algunas cosas. Por suerte, ninguna de esas cosas era buena. No es nada por lo que debas llorar.
Tu ansiedad te abandonó junto a él.
Los dos tardaron demasiado en recoger sus cosas e irse, pero fue un gran alivio cuando aquellos invitados abandonaron su casa.
Solías temblar ante la más mínima cosa que hacías porque no dejabas de anticipar su reacción.
Todo lo que hacías iba seguido del miedo a que no lo aprobara, a que no lo entendiera y a que te metiera en problemas.
Durante mucho tiempo, fuiste la chica a la que no le importaba la opinión de nadie, pero él te hacía sentir insegura y asustada, y por cada cosa que hacías o pensabas hacer, sentías que necesitabas su aprobación.
Necesitabas que él estuviera de acuerdo con tus ideas, de lo contrario vivirías en un infierno con él retirándote su atención y su amor. Cuando le dejaste marchar, dejaste marchar también tu ansiedad.
Después de perderlo, perdiste la sensación de tener a alguien y no ser amada.
Después de que te castigara emocionalmente por cualquier cosa y por todo, te quedabas allí sentada, junto al hombre que amas, y te sentías la persona más sola del mundo.
Si hubieras estirado el brazo, podrías haberle tocado, pero ¿para qué? Después de los episodios que te había hecho pasar, parecía más tu jefe que el hombre que te quiere y te cuida.
Después de perderlo, te libraste de la tortura de tenerlo sentado a tu lado estando a una milla de distancia.
Si realmente fue una pérdida, diría que fue una buena pérdida.
Puede que ahora pienses que te faltan muchas cosas desde que se ha ido, pero todas las cosas de las que ahora te quedas sin ellas son las que en realidad no eran buenas para ti.
Aunque esas cosas pudieran haberte hecho sentir bien, se utilizaron con un único propósito: que un hombre tóxico te obligara a quedarte con él.
Si te liberaras de la idea de que le necesitas, verías que lo estás haciendo muy bien. Si abrieras los ojos, verías que has ganado mucho más de lo que has perdido.
Ganaste tu libertad al perderle.
No hay nada en este mundo que te detenga ahora. No hay nada ni nadie que pueda detenerte. Y
No vas a oír un "NO" de nadie, porque ya nadie tiene ese poder sobre ti. Por fin has recuperado tu libertad, el único lugar al que realmente pertenece.
Usted ganó su love de perderlo.
Puedes pensar que es tu amor, pero no lo es ni lo fue. Tienes que desprenderte de esa idea y sólo entonces verás dónde está el verdadero amor.
Encuentras el amor por las mañanas, cuando te despiertas y ya no tienes miedo. Encuentras el amor leyendo ese libro o sonriendo a un desconocido cualquiera.
Encuentras el amor en tu familia y en tus amigos a los que puedes ver ahora que él ya no está para hacerte pasar un mal rato por hacer hueco en tu corazón a nadie más que a él.
Encontraste la felicidad después de perderlo.
Puede que aún no lo veas, pero ahora eres más feliz. Las arrugas que tienes alrededor de los ojos no son de fruncir el ceño ni de llorar, sino de esos momentos felices que estás viviendo ahora.
Eres una persona diferente, te pareces a la chica que eras antes de que él te hiciera cambiar.
Recuperaste la confianza después de perderlo.
Puede que pienses que tienes confianza porque le tienes sentado contigo a la mesa o porque nunca has tenido que entrar sola en una habitación llena de gente, pero la confianza no consiste en eso.
Puede que tuvieras confianza en ti misma cuando él estaba cerca, pero en el momento en que te dejaba sola, empezabas a sentir pánico y a gritar por dentro.
Sientes que te falta una parte de ti y que no puedes hacer nada por ti mismo. Por suerte, eso también cambió.
Ahora puedes entrar en una habitación llena de gente y sentirte segura de ti misma. Ahora puedes verte en el espejo y sentirte guapa.
No hay nadie que te diga lo contrario. Ahora puedes tener esa entrevista de trabajo y ver si consigues el puesto porque no hay nadie que te lo impida haciéndote sentir incompetente.
Ahora, puedes convertirte en quien quieras porque no hay nadie que te diga que no puedes.
Recuperaste tu vida después de perderlo.
Aunque dejó una cicatriz en tu corazón y puede que lloraras al cerrar la última página de tu libro con él.
Ahora hay espacio para cosas nuevas. Todavía puedes escribir otro libro y esta vez asegúrate de que tenga un final feliz.