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Gracias Por Dejarme Atrás Cuando Más Te Necesitaba

Gracias Por Dejarme Atrás Cuando Más Te Necesitaba

Creo que nunca creí que sería gracias por breaking me y por ser la lección más dura que he aprendido.

Pero aquí estoy. Gracias por hacer exactamente eso, porque yo no estaría aquí si no fuera por ti.

Probablemente seguiría creyendo en cada palabra que dices. Probablemente seguiría atrapada esperándote y deseando que al final me eligieras a mí.

Seguiría esperando tu aprobación, tu consuelo y tu apoyo. Gracias al cielo, ya no lo estoy. Y gracias por enseñarme eso.

Gracias por no estar ahí cuando necesitaba que me abrazaras. Porque aprendí a sostenerme.

Cuando los huracanes de la vida intentó separarme...no estabas cerca para sujetarme.

Me debatía entre confiar en ti y odiarte. Me debatía entre seguir adelante y esperar que cambiaras.

Desgarrada entre crecer por las malas y seguir creyendo ingenuamente en los finales felices.

Y acabé hecha pedazos, sin nadie a mi lado que pudiera ayudarme a recogerlos. Sin nadie a mi lado que sostuviera los pedazos que recuperé mientras buscaba los aún perdidos.

Lo hice por mi cuenta y, por eso, no dejaré que nadie me los arrebate. Sigo creyendo en los finales felices, solo que tú ya no formas parte de ellos.

Gracias por no estar ahí cuando necesitaba tu apoyo. Cuando necesitaba que me sostuvieras la espalda, te agarrabas los trastos reclamando mi atención.

Cuando necesitaba que me empujaras hacia adelante, que me demostraras que creías en mí cuando yo ya no creía en mí misma, estabas perdido en tu propio universo.

Cuando necesitaba que sacaras lo mejor de mí, buscabas lo peor.

Me enfrenté sola a mis primeros fracasos porque no soportabas estar rodeada de tanta negatividad y tristeza.

Me ahogué en él hasta que aprendí a nadar. Y ahora que soy un maldito tiburón, tengo que agradecértelo.

Gracias por dejarme caer cuando te necesitaba para consolarme.

Mientras las lágrimas rodaban por mi cara, no fuiste tú quien las apartó con un beso, fuiste tú quien las provocó.

Cuando el sonido de mi corazón roto me ensordecía, no eras tú quien me sujetaba, eras tú quien empuñaba el martillo.

Gracias por ser lo peor que me ha pasado porque después de ello he descubierto cómo ser la mejor versión de mí.

Gracias por no creer nunca en mí. Me llevó a mis límites. Cuando te fuiste, me sentí miserable.

Cuando te fuiste, creí que todo lo que decías era cierto: que no era lo suficientemente buena, inteligente y lo suficientemente fuerte.

Creía que si quien me amaba no podía ver lo mejor de mí, ¿cómo iba a poder verlo nadie más?

Pero la verdad es que nunca me quisiste de verdad. No podías ver lo mejor de mí porque no podías verlo en ti mismo.

No podías amarme, porque nunca aprendiste a amarte a ti mismo en primer lugar.

Gracias por hacerme dudar de mí mismo, porque no tuve más remedio que intensificar mi juego. Y maldita sea, qué bien lo hice.

Gracias por no quererme nunca cuando lo necesitaba. Porque, por fin, entiendo que el amor no consiste en necesitar a alguien. Se trata de querer que estén ahí.

Ya no te necesito porque me tengo a mí misma. No necesito tu apoyo, tu fuerza, porque tengo la mía.

Soy más fuerte de lo que nunca fui y me quiero de una forma que nunca pensé que sería capaz. Y curiosamente, tengo que agradecértelo a ti.

Usted me desnudó de todo lo que era. Me has quitado la sonrisa.

Me quitaste la luz de mis ojos, mi fuerza, mi pasión. No era nada, una cáscara vacía que iba por la vida día a día.

Me llevó meses, años, reconstruirme.

Para llenar esa cáscara con tanto amor, tanta pasión y tanta jodida badassery que no hay manera de que nadie puede tomar de mí nunca más.

Ya no tengo miedo a la vida, porque la vivo al máximo. Ya no tengo miedo al amor porque lo he conquistado.

No tengo miedo de dejar entrar a nadie, de derribar mis muros, porque ahora lo sé mejor.

No tengo miedo de querer a alguien porque me quiero más a mí misma.