Siempre que pases por una mala racha, siempre que sientas que no puedes más, recuerda
Dios. Siempre que sientas que has alcanzado tu punto de ruptura y tu más bajo, lo que te viene a la mente es probablemente la oración.
Pides a Dios que te conceda algunas cosas que deseas, que te devuelva a la persona que amas o que haga realidad tus deseos.
No importa si tienes alguna emergencia familiar, si te has encontrado en una encrucijada importante o si estás atravesando algún problema de pareja o matrimonial-el resultado final es el mismo.
Te sientes atrapado en la oscuridad y la oración es la única luz al final del túnel que esperas que te salve.
Si lo piensas bien, siempre que rezas tienes una serie exacta de peticiones y oraciones. Sin embargo, estas oraciones no siempre se hacen realidad y no puedes evitar preguntarte por qué es así.
Bueno, déjame decirte una cosa-las cosas no siempre salen como tú quieres por tu propio bien. Sé que estás convencido de que sabes lo que te conviene, pero en realidad no es así.
Créeme cuando te digo que todo en esta vida sucede por una razón y por una causa mayor que normalmente no ves. Dios siempre tiene una agenda, incluso cuando no lo parece.
Así que, si algo no va como usted quiere, por algo será.
Si algo no sale como lo habías planeado, es porque Los planes de Dios están siempre por encima de los tuyos.
Si no consigues que el chico al que amas vuelva contigo, es porque en realidad ahora mismo no lo necesitas en tu vida, aunque no lo sepas.
Si no consigues ese trabajo que deseas desde hace tiempo, significa que te espera una oportunidad mejor.
Y lo mismo vale para todo y para todos en tu vida. Así que lo mejor que puedes hacer es seguir el ejemplo de Dios. Confía en mí, llegará un momento cuando agradecerás que las cosas hayan salido exactamente como salieron.
No te corresponde a ti preguntarle sobre las cosas que deseas-es que le pidas que te dé lo que es mejor para ti.
Es rezar para que Él te guíe por la vida, te dé fuerzas para superar todos los obstáculos y luchar contra todos los retos que la vida te pone delante.
No, no debes rezar para tener una vida perfecta porque eso sería imposible. No puedes esperar que sólo experimentes el bien sin el mal.
En lugar de eso, deberías rezar a Dios para que te envíe a las personas equivocadas, porque sin ellas no apreciarías a las adecuadas.
Para enviarte tristeza y miseria porque, de lo contrario, no apreciarías la felicidad. Enviarte malos momentos para que pudieras apreciar los buenos.
Sí, lo has oído bien-debes estar agradecido cada vez que se te rompa el corazón y cada vez que pases por algo doloroso, porque es la única forma de hacerte más fuerte y poderoso.
La única forma de que crezcas como persona y la única forma de que evoluciones hacia la mejor versión posible de ti mismo.
Cada vez que empieces a cuestionar las decisiones de Dios, recuerda que hay momentos en los que tus luchas son en realidad tus mayores bendiciones.
Recuerda que hay cosas que escapan a nuestra comprensión y que hay algo bueno en todo lo malo, aunque no lo veas.
No olvides que a veces Dios te rompe sólo para poder recomponerte. Que a veces, Él te hace pasar un mal rato sólo para endurecerte y enseñarte una lección difícil pero valiosa.
Y lo más importante, recuerda siempre que las cosas siempre suceden de la manera y en el momento exacto en que deben suceder porque Dios siempre tiene el momento perfecto.
Así que la próxima vez que empieces a preocuparte por lo que te deparará el mañana y por si tomarás la decisión correcta sobre algo, ten fe en que todo saldrá bien.
Ten fe en Dios para que te muestre el camino y ten fe en que Él te dará lo necesario para hacer lo correcto.