¿Sabes que es fácil tachar a alguien de simpático, charlatán y amable, mientras que otro es engreído, grosero y arrogante? Pues no lo hagas más.
Sé que, como seres humanos, nos gustan las definiciones y las situaciones cristalinas. Y eso es estupendo. Estaríamos perdidos en el espacio sin definir qué es el espacio. No todo es fácil de definir, pero hay algo que es imposible: nosotros mismos.
Me esforcé mucho por definir quién quería ser y cómo quería actuar. Incluso hice una lista de características por las que quería que me conocieran. Después, intentaba poner en práctica esas características en mi comportamiento. Y mi mente curiosa no me dejaba terminar ese proyecto.
Empecé a fijarme en cómo actuaban los demás y cuáles eran sus deseos. Llegué a una conclusión muy importante: no puedes luchar contra ti mismo.
Hay millones de emociones diferentes que uno puede sentir y expresar. Y realmente no estás en condiciones de luchar contra todas ellas. A veces estás enfadado, a veces feliz, otras simplemente indiferente. La gente que te haya visto una vez en la vida, y que haya sido cuando estabas enfadada, siempre te recordará como "esa chica enfadada". Y eso está muy bien. Sentir lo que sientes forma parte de lo que eres, y ser tú misma está bien. No puedes controlar cómo alguien te recordará o qué emoción va a notar, pero sí puedes controlar cómo te sientes al respecto. Déjalo estar. No importa si eres "esa chica enfadada" para alguien, porque también será "esa persona enfadada" para los demás. Un ser humano alberga todo un espectro de emociones y reacciones y eso hace que sea imposible definirlo.
Estoy enfadada, contenta, deprimida, satisfecha, curiosa, loca, arrogante, maleducada, chulesca, simpática, amable y muchas cosas más. Y estoy bien con ello. No necesito definirme. Lo único que necesito es dejarme sentir. Debo permitirme experimentar plenamente cada emoción que tengo porque de eso se trata vivir. Cuando te permitas sentir, ten la certeza de que estás vivo.
Hermann Hesse dijo una vez: "Dentro de ti hay una quietud y un santuario al que puedes retirarte en cualquier momento y ser tú mismo", y tenía razón. Tus emociones son tus mejores amigas que viven dentro de ti. Aférrate a ellas. Prepárales una buena taza de té y pasad un rato juntos. Conviértelas en tu santuario y sentirás por siempre la mayor felicidad.