Me siento ansioso de nuevo, Padre. Sé que no debería estarlo. Sé que no es necesario. Sé que quieres que tenga fe en ti y la tengo, pero si te soy sincero, no estoy bien. No lo sé. Supongo que la sensación de estar atrapado aquí en mi posición actual me está cansando y frustrando un poco.
Sin embargo, te doy gracias Dios. Gracias por la posición en la que estoy ahora. Gracias por hacerme sentar y esperar. Sé que estos tiempos difíciles están produciendo perseverancia, edificando mi carácter, fortaleciendo mi fe en ti y equipándome con lo que necesito para mi futuro.
Aunque parezca que llevo mucho tiempo esperando, sé que lo que tienes para mí merece la pena. Sólo necesito tener paciencia y saber que al final todo saldrá bien.
No soy quien o donde quiero estar en este momento y eso está bien. Sé que estoy exactamente donde tengo que estar. Es un proceso. Sé que está trabajando en mí, y sé que todavía tengo mucho que crecer y más lecciones que aprender.
Pero Jesús, debo admitir que esta batalla mental a la que me estoy enfrentando, estas emociones que están sacando lo mejor de mí es una lucha diaria. Sé que me has dado todas las armas que necesito para luchar, pero aún así, necesito tu ayuda.
Tiendo a aislarme de la gente. Hay días en los que sólo quiero dormir para no tener que levantarme y afrontar el día. Cuando estoy despierto, los pensamientos de mi mente no dejan de circular y permito que las preocupaciones de este mundo me agobien.
Estoy constantemente mirando en todas direcciones para ver de dónde va a venir mi bendición. Estoy esperando que aparezcas con ese plan de evacuación para sacarme de este lugar.
Sólo quiero estar a solas contigo, pero cada vez que me quedo a solas en silencio, puedo oír al enemigo alto y claro tratando de meterse en mi cabeza. Necesito oír tu voz, Padre.
Necesito ir mas alto; quiero estar alto contigo, no un tipo de droga sino el tipo de alto donde todo lo que siento es gozo y paz en Ti. El tipo de altura donde ninguna negatividad, ningún enemigo, ningún tipo de daño puede alcanzarme.
Necesito que captes mi mente, Padre, que coloques tus palabras en lo más profundo de mi corazón, que se claven en mi mente. Sustituye mis pensamientos por los tuyos. Hay momentos en los que sé que necesito orar, pero no me salen las palabras. Últimamente, ha sido un montón de "Dios... yo... no importa".
Necesito que tomes mi mano, para poder caminar contigo. Siento haberte dado la espalda.
Últimamente, he estado confundido. Tratando de luchar contra estas mentiras de inseguridades, las mentiras de ansiedades que vienen de no tener respuestas.
Quiero amarme, pero no quiero centrarme en mí mismo. Quiero amarme como tú me amas, pero no quiero caer en la trampa del egoísmo.
Intento mantenerme humilde, pero no distingo entre tener confianza o tener orgullo. ¿No estoy llamada a ser fuerte y valiente? Pero, ¿y si no lo estoy haciendo de la manera correcta? Me estoy contradiciendo.
Me cuestiono todo lo que hago. No puedo depender de mí mismo. No quiero interponerme en el camino de Tu voluntad, Padre; No mi voluntad para mi vida sino la Tuya. No quiero hacer lo que creo que es mejor para mí porque en el pasado, cada vez que hice lo que quería o lo que creía que era mejor, terminé por el camino equivocado.
Algunos no lo entenderán, pero Señor, necesitamos tu ayuda. Necesitamos que nos salves de nosotros mismos y de este mundo corrupto. Necesitamos que nos guíes. Necesitamos tu Amor.
Lo admito, no puedo vivir sin ti. Cada vez que no oigo tu voz, me entra el pánico, pero en realidad, solo me dices que espere... que esté quieta y que tenga fe en ti.
Lo estoy intentando, Dios. Estoy tratando de luchar esta lucha y correr esta carrera de la mejor manera que sé.
No me moveré hasta que te oiga decir vete, pero mientras estoy quieto y esperando, Padre, necesito que me mantengas cubierto. Ayúdame a no alejarme ni distraerme y dejarme arrastrar por este mundo.
Imagínate esto: estás en el bosque con un grupo de soldados y tienes al capitán al frente dirigiendo y guiando el camino. El capitán da señales de cuándo ir, parar, correr e incluso luchar, así que, mientras le sigues, buscas constantemente al líder para que te dé indicaciones. Llevas tiempo haciendo esto. Hay un punto de destino, pero aún queda camino por recorrer.
Mientras tanto, puede que te canses y te fatigues, pero no pasa nada porque tienes al líder ahí delante. Eso hasta que te impacientes, mires hacia otro lado o dejes de prestar atención. ¿Y entonces? Te desvías del camino. Te pierdes, te preocupas y te asustas.
¿A qué te dedicas? No puedes hacerlo solo. Debes encontrar al líder y buscarlo para que te muestre el camino hacia la seguridad. Hay un propósito en todo esto. Un plan.
Necesito que me guíes. Lo siento, ven a salvarme otra vez.
por Shanequa Fleming