Verás, he pasado toda mi vida haciendo todo lo posible por no herir a nadie.
Sin embargo, en el proceso, me olvidé de mi posesión más valiosa: me olvidé de ti, mi corazón.
Mirando las cosas desde esta perspectiva, ahora veo que fuiste tú a quien causé más daño.
La que descuidé, la que puse en último lugar y la que rara vez cuidé bien.
Por eso te ruego que me perdones por todo el dolor que te he hecho pasar, aunque probablemente no me lo merezca y aunque sepa que a estas alturas, estás dañada sin remedio.
Ante todo, siento haberte entregado tan fácilmente a todas esas personas equivocadas.
A todas esas personas que te traicionaron, que jugaron contigo, que utilizaron tu bondad, que se aprovecharon de tus vulnerabilidades y que siguieron machacándote, sin pensar nunca en las consecuencias permanentes que podría dejar en ti.
Siento todo el infierno que te hice pasar.
Por todo el dolor, la decepción y la humillación que sufriste por mi culpa.
Perdóname por todas las batallas que no ganamos y por todas las peleas inútiles que nunca debí hacerte pasar.
Perdón por todas las lesiones que te causé, por todas las heridas que te dañaron y por cada fea cicatriz Nunca podré borrar.
Te pido perdón por obligarte a dejar entrar a todos esos hombres tóxicos y manipuladores que acabaron destrozándote y nunca se preocuparon por ti.
Por esos hombres egoístas que nunca pensaron en tu bienestar y a los que les importaba un bledo hacerte pedazos.
Siento no haberte apreciado lo suficiente, haberte hecho creer que eras demasiado débil sólo por ser emocional, haberte juzgado por ser tu verdadero yo y no haber luchado más por ti.
Siento no haber confiado en ti cuando no dejabas de enviarme señales para que huyera de alguien que no era bueno para mí.
Por repetir una y otra vez los mismos errores, sin aprender nunca de ellos.
Por favor, perdóname por permitir que narcisistas y psicópatas abusaran de ti de todas las formas posibles, que te abandonaran cuando más los necesitabas, sólo para dejarte desorientado y perdido.
Siento haberte empujado a creer sus promesas vacías y falsas excusas y a darles interminables segundas oportunidades.
Perdón por hacer que te conformes con menos de lo que mereces y perdón por no ver tu verdadero valor.
Le pido disculpas por no haberle escuchado atentamente.
Por haber seguido tus deseos sin prestar atención a tus necesidades reales.
Siento haberte metido prisa y no haberte dado tiempo suficiente para curarte cuando obviamente lo necesitabas.
Lo siento por las veces que no vi que no estabas preparada para otra derrota y, sin embargo, por hacerte correr el riesgo de volver a salir herida.
Por hacerte saltar de un campo de batalla a otro, sin comprobar si tenías completamente recuperado de sus últimas heridas.
No sólo eso: también siento no haberte permitido ser más duro conmigo cuando era yo quien lo merecía.
Por no dejarte enseñarme algunas lecciones valiosas y hacerme entrar en razón.
Perdóname por no haberte avisado incluso cuando vi que se acercaba una tormenta.
Por no darte un escudo y por no cuidarte.
Siento no haberte apreciado.
Por no ver lo delicada, sensible, irremplazable y preciosa que eres.
Te pido perdón por haberte mentido y no haberte dejado ver la verdad, incluso cuando la sabía muy bien.
Por engañarte y darte esperanzas, incluso cuando ya no quedaba ninguna.
Sobre todo, lo siento por todas esas situaciones en las que Yo fui quien te rompió.
Por todas esas decisiones y juicios equivocados que hice, sin pensar en las consecuencias de mis actos.
Lo siento por todas esas veces que prometí no volver a machacarte y por cada vez que te defraudé y por ponerte ahí fuera incluso cuando claramente necesitabas un descanso.
Siento no haberte protegido, no haberte cubierto las espaldas y no haberte cuidado bien.
Perdón por no respetarte ni quererte lo suficiente y por poner a todos los demás por delante de ti.
Siento no haberlo sabido y no haber sido mejor.