Si me conocierais, todos diríais lo mismo: Esta chica es una malota. Todos los que me conocen piensan lo mismo de mí: No soy fácil de molestar.
Hasta mis amigos más íntimos te lo dirán. Siempre que hablamos de nuestros desengaños, todos llegan a la misma conclusión: nunca ha llorado por un chico en su vida.
He tenido mi ración de rupturas dolorosas, nadie lo discute. De hecho, si miramos las cosas objetivamente, todos estaremos de acuerdo en que he pasado por experiencias más devastadoras que la chica media.
Amé a hombres que no me correspondieron. Me utilizaron, me engañaron y me abandonaron. Me trataron como basura e incluso abusaron de mí.
Pero a pesar de todo esto, Nunca lo pasé mal seguir adelante con mi vida.
Pasara lo que pasara, siempre encontraba la forma de quitarme la tristeza de encima y recuperar mi verdadero yo.
Lo más fascinante de todo es que mi proceso de recuperación siempre fue rápido. Cada vez, quedaba como nuevo en un abrir y cerrar de ojos.
Cada vez que me rompían el corazón, me curaba a una velocidad increíble. Al menos, esto es lo que parecía. Esto es lo que pensaban todos a mi alrededor. Al diablo, esto es lo que yo pensaba.
Hasta que me di cuenta: Nunca me estaba curando. En cambio, todo este tiempo, sólo me estaba obligando a olvidar. Y estos son dos conceptos completamente diferentes.
Verás, cuando te obligas a olvidar, finges que tus traumas nunca ocurrieron. Incurres en algo llamado autoengaño, y eso nunca puede ser sano.
Haces todo lo posible por barrer las cosas debajo de la alfombra. Es como si tuvieras una varita mágica y esperaras que borrara todo lo malo que has vivido.
Sigues con tu vida exactamente así: como si no estuvieras dañada y como si tu corazón siguiera de una pieza. Suena como la receta perfecta para felicidad¿verdad?
El problema es que este enfoque tiene un defecto fatal: es totalmente imposible. Las cosas de las que huyes acaban alcanzándote tarde o temprano.
A veces, tus viejos demonios llaman a tu puerta años después de haberte convencido de que habías acabado con ellos. Y una vez que lo hacen, no hay posibilidad de escapar.
De hecho, esta vez, todos tus traumas se vuelven aún más agonizantes. Después de todo, este dolor se ha ido acumulando durante años, y ahora se ha convertido en un monstruo con el que tienes que lidiar.
Al fin y al cabo, no soy la mujer dura que todos ven en mí. No soy fuerte.
En lugar de eso, he sido el mayor cobarde de todos. He sido débil todo el tiempo: demasiado débil para afrontar mis dolores emocionales y aún más débil para manejarlos de forma saludable.
Por suerte, me di cuenta de todo esto antes de que fuera demasiado tarde. Me di cuenta antes de perder la cordura por completo y a tiempo para hacer las cosas bien.
Por eso te ruego que no repitas mis errores. Sé que mirar tu dolor a los ojos da mucho miedo, pero es algo que DEBES hacer.
Reprimir tus emociones sólo te enviará por un camino sin retorno. El autoengaño que practiqué desordenará seriamente tu mente de la misma manera que lo hizo con la mía.
Un día, te despertarás hecho pedazos, sintiendo como si la tristeza del mundo entero hubiera caído sobre tu pecho.
¿Y sabes qué es lo peor? No tendrás ni idea de lo que está pasando. ¿De dónde viene esto? ¿Por qué te sientes así?
Tardarás en darte cuenta de que tus viejos amigos te están haciendo una visita.
Tardarás un tiempo en darte cuenta de que los pedazos de tu corazón roto en realidad te están apuñalando desde dentro.
Cuando esto ocurra, tendrás que escarbar en tu pasado para encontrar el origen de tus magulladuras emocionales.
Tendrás que abrir esas cicatrices y convertirlas en heridas de nuevo. Pero esta es la única forma en que realmente sanarás.
No me malinterpretes: no te estoy aconsejando que dejes que tu dolor te consuma cuando te rompan el corazón. No te estoy diciendo que permitas que tu tormento se convierta en tu único foco de atención.
Pero te guste o no, tendrás que acoger tu dolor antes de despedirte de él. Tendrás que procesar tus emociones antes de dejarlas en el pasado, donde pertenecen.
Sólo cuando eres capaz de hacerlo puedes llamarte a ti misma una mujer fuerte. Sólo cuando lo consigas podrás curarte para siempre.