Cuando recuerdo aquella época contigo en mi cabeza, me siento como si estuviera bajo algún tipo de hechizo. Debía de estarlo porque actuaba completamente fuera de lugar.
Perdí todo el control que tenía sobre mí misma. Todo lo que sabía eras tú, todo lo que ansiaba eras tú, y no podía salir de eso, no importaba lo que hicieras, yo siempre estaba ahí.
Nos llevamos muy bien desde el principio. Sentí que podía confiar en ti. Me abrí a ti con mucha facilidad y entonces me costaba abrirme a los desconocidos.
Supongo que me resultabas familiar. No tenía ni idea de que traicionarías mi confianza tan fácilmente. No tenía ni idea de que no eras más que un fuckboy.
Debería haberlo sabido. Nunca experimentamos que fase de luna de miel de una relación. Los juegos empezaron enseguida.
Te mandaba un mensaje y me contestabas en unas horas o incluso en unos días. Siempre me respondías con excusas poco convincentes por las que no podías contestar de inmediato.
Eras tan bueno contando mentiras que me aferraba a cada palabra que decías. Era como si mi sentido común me hubiera abandonado y ya no pudiera pensar por mí misma.
Supongo que tenía tantas ganas de creerte que hasta las mentiras más comunes me parecían la pura verdad.
La mayoría de las veces que hacíamos planes para vernos o hacer algo juntos, lo cancelabas en el último momento.
Sólo me llamabas cuando te convenía, preferiblemente a altas horas de la noche, cuando no teníamos otra cosa que hacer que pasar el rato en mi apartamento. E incluso antes de que vinieras, sabía que acabaríamos en mi cama, por mucho que intentara no hacerlo.
No pude resistirme a ti. Teníamos química, teníamos tensión sexual tan fuerte que mi cuerpo se estremecía cada vez que te veía.
Por no mencionar que cuando teníamos algún tipo de contacto físico yo sólo te deseaba más y más. Era adicta a ti y a la pasión que provocabas en mi interior.
Creo que una combinación de tus dulces palabras y tu pasión es lo que me tenía tan enganchada a ti. Cuanto más tiempo pasábamos juntos, más me importabas.
Me enamoré de ti tan profundamente y con tanta fuerza que me perdí en el proceso.
Lo más triste de todo es que nunca fuiste mía como yo fui tuyo. Te di todo de mí y todo lo que recibí a cambio fueron mentiras, juegos y engaños. Jugaste conmigo como si fuera una marioneta en una cuerda que se movería a tu orden.
Y me moví como querías, hasta el punto de que la cuerda con la que me sujetabas empezó a dolerme. Lloraba hasta quedarme dormida cada vez que me fallabas en algo.
De repente me di cuenta de que sólo recibía migajas de tu afecto. Siempre me dabas lo justo, pero nunca demasiado.
Supongo que mis lágrimas me despertaron. Me aclararon la vista y pude ver que no eras más que un fuckboy jugando con mis sentimientos como si no significaran nada.
Tuve que irme, aunque quería quedarme. No podía seguir aguantando tus juegos.
No voy a mentir, fue duro al principio pero al final, fue lo mejor que he hecho. Sé que pensabas que volvería.
Incluso llegué a pensar que volvería, en una de esas noches solitarias en las que tu nombre iluminaba mi pantalla. Pero me resistí, luché conmigo misma y sólo me repetía: "Él nunca cambiará" y "Te mereces algo mejor".
¿Y sabes qué? Tenía razón. Me merecía algo mejor y encontré a alguien mejor. Alguien que envía mensajes de texto de inmediato. Alguien que nunca abandona nuestros planes sin una razón legítima.
Alguien que no tenga miedo de llamarme su novia. Alguien que se siente orgulloso de estar conmigo. Alguien que nunca es la causa de mis lágrimas; es él quien las enjuga. Alguien que se preocupa por mí tanto como yo me preocupo por él.
Lamento que nunca lo experimentes pero creo que eres incapaz de tener sentimientos. No lo digo por ser mala, lo digo con la esperanza de que leas esto y reflexiones sobre tus actos.
Espero que veas que vas por mal camino. Espero por tu bien, que algún día dejes de jugar y veas que el principio de la verdadera felicidad es hacer feliz a la mujer que tienes al lado. Si sigues atrayendo fuckboys y otros hombres no disponibles en tu vida, tal vez sea hora de cambiar tus patrones.
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