Cada día es una lucha, una lucha constante que nunca termina. De alguna manera lo supero y luego me despierto por la mañana deprimida y destrozada porque tengo que volver a hacerlo todo de nuevo.
Cada minuto que pasa es peor. EmocionalmenteSoy un desastre y parece que no voy a mejorar pronto.
Realmente no sé cuánto dolor más podré soportar. Cada día pienso que ya está, que he llegado a mi límite, pero el día siguiente me sorprende y caigo aún más bajo.
Siento aún más dolor, algo que creía imposible de sentir.
Me han herido antes y lo he conseguido, me he curado... pero nunca había sido así. Esta vez sigue y sigue. No se detiene.
Es como si me hubieran tirado al suelo y, cuando estoy a punto de levantarme, algo me da una patada aún más fuerte y vuelvo a caer. Sólo que, cada vez que vuelvo a caer, necesito mucha más fuerza para intentar levantarme de nuevo.
Nunca he estado tan estresado. Nunca he estado tan ansioso. Tengo miedo de salir de casa.
Tengo miedo de hablar con la gente. Tengo miedo de mostrar mi cara en público porque si lo hago sólo sentiré aún más dolor, el dolor que se niega a desaparecer.
Sabía cómo manejar mis problemas en el pasado. Me dolía, pero no quería que nadie lo supiera. Era muy buena ocultándolo.
Hacía bromas sobre ello, me reía, pero eso no significaba que estuviera bien. Mi cara sonreía pero mis ojos lloraban lágrimas pesadas.
El caso es que nadie lo vio, lo cual estaba bien porque no necesitaba el apoyo de nadie. Yo podría haberlo manejado.
Pero ahora, es diferente. He perdido toda mi energía, he perdido la fuerza y las ganas de seguir luchando por el futuro. Lo único que no he perdido es la esperanza.
Aunque la vida me ha golpeado justo en la cara y me ha tirado al mugriento suelo de una patada, sigo creyendo que me espera un futuro mejor.
Sigo creyendo que lo superaré aunque el dolor parece no tener fin.
Las cosas no están bien hoy, pero aunque sé que tampoco van a estar bien mañana, puedo esperar que a la mañana siguiente, la habitación en la que me despierto brille más y las cortinas de mi ventana sean de un verde brillante y no grises y apagadas. Sólo me queda esperar.
La esperanza es lo que me mantiene respirando.
Sabes lo que está pasando ahora. Ahora la gente está empezando a notar que No estoy bien..
Me esfuerzo, como antes, pero esta vez tardo tanto en mejorar que mi comportamiento llama la atención.
No puedo evitar que el mundo gire. Tengo que ir a trabajar, tengo que estar en contacto con mis amigos y no puedo desconectarme.
Y cuando paso tanto tiempo al aire libre, roto esta cantidad, la gente tiene que empezar a darse cuenta, por mucho que intente ocultarlo.
Mis amigos intentan ayudarme y yo he aceptado su ayuda, pero nada ha cambiado.
Me consuelan con sus amables palabras y me siento mejor, pero después de verlos, vuelvo a casa, a mi mundo sin color, sola, y no estoy bien. Me estoy desmoronando y nadie puede ayudarme.
No puedo esperar que estén a mi lado cada minuto del día. Sería egoísta por mi parte esperar que saltaran cada vez que tengo un ataque de ansiedad o cuando siento que mi mundo se ha derrumbado encima de mí.
Los asfixiaré con mis problemas y sólo es cuestión de tiempo que se harten de oír cómo me derrumbo.
No puedo evitarlo. No tengo un botón que apretar para cuando decido que voy a estar bien. Ojalá lo tuviera. Entonces la vida no sería tan jodidamente dura.
No estoy bien, pero a veces algunos días son menos horribles que otros. A veces, mi almohada no está empapada con mis lágrimas.
A veces, mi habitación se ilumina sólo un segundo.
No estoy bien porque la vida me ha destruido. No estoy bien porque todo apesta. No estoy bien porque olvidé cómo sonreír.