Ha cambiado. No es el mismo hombre del que te enamoraste y no eres tú misma por ello.
Antes estabas llena de vida, radiante y sonriente, y ahora sólo te aferras a los recuerdos de lo feliz que eras, de lo feliz que eras gracias a él.
Ahora estás cansada. Estás agotada de tu relación con él, de pensar, esperar, invertir, llorar, perdonar y esperar algo que haga que todo vuelva a estar bien.
Estás cansado, pero sigues luchando porque no te imaginas renunciando al amor.
Lo que no ves es que no sería renunciar al amor. Sería dejar ir algo que no te conviene, algo que no está hecho para ti.
Él no es lo que te mereces. Está lejos de serlo. Él no ve todos tus esfuerzos.
No ve esa cena a la luz de las velas que preparaste porque surgió algo y no pudo venir. No responde al mensaje de buenas noches que le enviaste.
Ignora cualquier intento de mantener una conversación sincera. Está y no está al mismo tiempo.
No te pregunta por las cosas que te hacen sentir mal. No se alegra cuando te pasa algo bueno.
Ni siquiera se acuerda de preguntarte cómo te ha ido el día, por no hablar de nada más. Sientes que no existes y que tus sentimientos no le importan, y eso te está destrozando.
Lo único que le importa es él mismo y que se satisfagan sus necesidades. Todo lo que dices o haces lo da por sentado como si tuviera derecho a todo lo que recibe de ti.
No ve la necesidad de corresponder porque no le falta de nada.
Tiene toda tu atención en todo momento. Escuchas todo lo que tiene que decir, aunque no sea algo que te interese.
Es importante para él y eso hace que también lo sea para ti. Asegúrate de que sepa que cuenta con tu apoyo.
Devuelves su frialdad con calidez y dulzura. Abrazas sus distancias. Haces todo lo posible por demostrarle lo mucho que significa y él, como siempre, no hace absolutamente nada.
Abre los ojos y mira el egoísta él. El que espera que estés a su entera disposición cada vez que le apetece y le parece conveniente.
El que sólo toma sin dar nada a cambio. El que nunca te valorará ni apreciará.
Confía en esa vocecita dentro de ti que grita que no se puede confiar en él. Que sus besos son fríos. Que sus abrazos no son tan apretados como solían ser.
Que ya no muestra afecto como antes. Que su mente está en otra parte cuando está contigo.
Una mujer siempre sabe, ya sabes, cuando algo está mal. Es sólo cuestión de tiempo hasta que estés listo para afrontar la verdad.
Quítate esa venda de los ojos y comprueba que no te ama como mereces ser amada. Te impide quererte a ti mismo.
Está aumentando tus inseguridades. Te está haciendo cuestionar si tú eres la verdadera razón por la que las cosas no están funcionando.
Te está haciendo creer que eres difícil de amar cuando debería estar dando gracias al cielo por tu amor.
Deja de aferrarte a ese comienzo mágico que ustedes dos tuvieron. Era el hombre de tus sueños. Tu felicidad significaba el mundo para él.
Sus mensajes nunca llegaban tarde. Su tiempo libre era todo tuyo. Tenías toda su atención. Desafortunadamente, ese no es el hombre que tienes ante ti ahora. Cambió o mostró su verdadera cara.
Deja de avanzar rápido hacia ese lugar en el futuro en el que los dos sois felices. Donde estará listo para dar el siguiente paso.
Donde dejará de tratarte mal. Donde aflorará toda la bondad que ves en él. Donde te amará como debes ser amada.
Míralo como realmente es y no como tú quieres que sea. Mira tu fuerza y aléjate de él.
No tengas miedo de caminar solo hacia lo desconocido cuando lo que conoces te está fallando en todos los aspectos.
No te quedes porque las cosas no cambiarán a mejor. Sólo empeorarán.
No te quedes donde te sientes poco querido, desapercibido, traicionado y menospreciado. Sé valiente. Sé tu propio héroe. Quiérete. Hazte feliz.