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A la chica que nunca pide ayuda

A la chica que nunca pide ayuda

Te conozco. Conozco tu corazón. Eres la chica de la armadura invisible, la chica que lleva su corazón en la manga pero que, de algún modo, encuentra la forma de ocultarlo al resto del mundo. Has pasado por un infierno y, a veces, parecía que nunca acabaría. Puede que hayas estado rodeada de familiares, amigos y conocidos, puede que no o puede que simplemente supieras que todas esas personas a tu alrededor no estaban realmente ahí para ti. Tienes una intuición aguda que muchos no comprenden o no te reconocen.

Tienes un espíritu y un corazón increíblemente generosos y quizás el profundo anhelo interno de que alguien esté ahí para ti te impulsa a ser tan generoso con los demás como sea posible y, a veces, incluso en tu propio detrimento. Sabes cosas que no entiendes y las sientes tan profundamente que te arden en el alma, creando un dolor por la capacidad de poder hacer algo respecto a todas las injusticias, tanto pequeñas como grandes, que ves suceder a diario.

Eres la chica que llora de camino al trabajo pero que entra con una sonrisa en la cara y dedica palabras amables a cualquiera que se cruce en su camino, sin dar nunca a nadie una razón para pensar que está sufriendo o pasando por sus propias luchas personales. Eres la chica que sigue adelante y de alguna manera encuentra la forma de superar sus luchas, sin dejar que nadie se entere, sin dejar que nadie lo sepa y sin pedir nunca ayuda.

Te conozco porque yo soy tú. Somos las mujeres de hierro, las mujeres que ocultamos nuestra verdadera identidad interior, que nos escondemos tras la armadura que creamos para nosotras mismas, que luchamos por todos los demás menos por nosotras mismas. Sentimos, nos duele y experimentamos pérdidas, tristeza y tragedias personales como todo el mundo. Sin embargo, nos tratamos casi como si no se nos permitiera ser como los demás, ser humanos. Sentimos como si nuestros problemas tuvieran que ser resueltos por nosotros mismos y que lo mejor es no cargar a los demás con el peso de nuestros problemas, como si expresarnos y ser honestos sobre nuestras luchas fuera una especie de ofensa o crimen punible. En realidad, no tiene sentido. ¿Cómo puede alguien que siente tanto por los demás, que se preocupa tanto por ellos y que es tan generoso y apasionado, sentirse tan mal a la hora de pedir ayuda? Es una pregunta que todavía no puedo responder. Es ilógica y evasiva.

A veces, cuando miro hacia atrás en mi propia vida, me encuentro preguntándome cómo salí de las experiencias de pesadilla que he tenido, intacta y todavía respirando. En muchas de esas experiencias me sentía como si estuviera aguantando la respiración hasta que se acabara, aferrándome a un hilo de fuerza. Nunca acudí a nadie en busca de ayuda de ningún tipo, ya fuera un oído que me escuchara, un hombro sobre el que llorar o simplemente algún consejo, apoyo y fuerza prestada. Y sé que muchos de los que están leyendo esto también han pasado por eso. ¿Cómo lo hicimos? ¿Cómo lo hemos conseguido? La respuesta está en cada uno de nosotros.

Somos mucho más fuertes de lo que creemos y mucho más resistentes de lo que pensamos. Todos tenemos poder en nosotros mismos que puede mover montañas y ser el catalizador de un cambio positivo. Donde nos quedamos cortos es en no darnos cuenta de que no tenemos por qué salir adelante solos tan a menudo. La fuerza que tenemos es muy poderosa cuando la aprovechamos correctamente, pero nos privamos del reabastecimiento que necesitamos cuando nos negamos a pedir ayuda y acabamos agotándonos por completo, dejándonos sin apenas nada que darnos a nosotros mismos, por no hablar de nadie más.

Soy una chica que nunca pide ayuda. Yo soy tú. No somos tan diferentes. Pero me estoy transformando en una chica que está aprendiendo a pedir ayuda y, al hacerlo, estoy aprendiendo a quererme y a aceptarme exactamente como soy. No hay por qué avergonzarse de acudir a un amigo, a un familiar o incluso a un completo desconocido, simplemente para desahogarse, para que alguien te escuche y tal vez para que te dé una perspectiva diferente sobre lo que te preocupa.

Sólo eres humano y no se espera que seas más que eso. Quizá fue algo que vivimos en nuestra infancia, quizá fueron las relaciones abusivas en las que estuvimos o quizá simplemente la falta de confianza en nosotros mismos que nos inculcaron quienes deberían haberlo hecho, lo que nos llevó a sentir que tenemos que ser invencibles, a avergonzarnos de pedir la ayuda que necesitamos. En cualquier caso, puedo asegurarte que no es malo ni vergonzoso, ni te hace menos persona, pedir ayuda cuando la necesitas.

Todos necesitamos llorar a veces y desahogarnos, y algunos preferimos estar solos, y no pasa nada. Pero, ¿cuánto mejor nos sentiríamos si a veces pudiéramos llorar y tener a alguien ahí que nos escuchara y nos diera un abrazo? Incluso si sientes que no tienes a nadie en tu vida que haría eso por ti -y déjame decirte que yo también he pasado por eso-, puedo prometerte que sí lo tienes. Hay alguien ahí fuera que quiere estar ahí para ti, que quiere ayudarte y que sólo quiere, aunque sólo sea eso, hacerte saber que no estás solo. No estáis solos. Yo estoy aquí con todos vosotros y también he pasado por todo esto.

Escribo esto para todos los que sentís que tenéis que hacerlo todo y serlo todo para todos, mientras reprimís vuestra necesidad humana de que alguien esté ahí para vosotros. Dejad que mis palabras os envuelvan como un gran abrazo y os hablen al corazón, haciéndoos saber que sois fuertes, bellos y resistentes. Haciéndote saber que tienes tanto poder dentro de ti que está destinado a hacer grandes cosas y está destinado a ayudar a los demás. Haciéndote saber que tienes un alma hermosa y un corazón asombroso y que tú también mereces el amor, la generosidad y la gentileza con la que tan abiertamente colmas a los demás.

No pasa nada por pedir ayuda. Extiende la mano. Habla y no tengas miedo de quitarte la armadura durante un rato y descansar en el hermoso lío de emociones que sientes. Deja que el mundo te vea tal y como eres y observa las grandes cosas que pueden ocurrir cuando aprendemos que está bien ser fuerte y vulnerable. Está bien estar abierto a la ayuda que nos espera y está bien empezar a decir no a las cosas que te agotan y sí a las cosas que... USTED necesidad, que USTED deseo.

Sé la chica que aprende a pedir ayuda cuando la necesita y nunca se siente culpable por ello, porque es una diosa hermosa y fuerte que se merece todo lo bueno que el universo puede ofrecerle. Y no lo olvides nunca.

por Chrissy Celeste