Estar al lado de alguien que se lo está pasando en grande en la vida no es para tanto. Admitámoslo: puedes salir de fiesta, reír, bailar y pasártelo en grande al lado de casi cualquiera.
Sin embargo, No escapar de un barco que se hunde es un acto de heroísmo. No abandonar a alguien que ha llegado a un punto de ruptura y no dejarle colgado cuando más te necesita es una prueba de verdadero amistad.
Y eso es exactamente lo que has estado haciendo últimamente. Has estado a mi lado, incluso en momentos en los que era imposible manejarme. No te alejaste de mí en mis momentos más bajos, y eso es algo que nunca podré agradecerte lo suficiente.
Después de todo lo que hemos pasado juntos y de que seas el único que ha estado conmigo durante mi depresión, no tengo ninguna duda de que eres la única persona en este mundo a la que puedo llamar amigo de verdad. Que eres mi persona, mi compañero de equipo y mi socio en el crimen.
La única que ha estado a mi lado en la salud y en la enfermedad, en los días buenos y en los malos. La única que me ha querido igual en lo mejor y en lo peor, pasara lo que pasara.
Durante todos estos años, has creído en mí, cuando nadie más lo hacía, ni siquiera yo mismo. Has seguido empujándome hacia adelante y nunca has pensado en darme por vencida.
Así que, gracias. Gracias por hacer que me pregunte qué hice para merecer tener una amiga como tú.
Gracias por acompañarme en este viaje llamado vida. Gracias por el infinito amor y apoyo que me sigues dando. Por ser mi ángel de la guarda, mi salvador y mi protector.
Gracias por todas las peleas y por cada vez que fuisteis brutalmente honesto lo suficiente como para abrirme los ojos diciéndome una verdad que no quería oír. Por todas las veces que me llamaste la atención por algo que hice y me hiciste asumir la responsabilidad de mis actos.
Gracias por ser lo suficientemente fuerte como para recoger mis pedazos destrozados cada vez que estaba a punto de romperme por completo. Por estar ahí para atraparme cada vez que estaba a punto de caer.
Gracias por todas esas veces que secaste mis lágrimas y por cada vez que me devolviste la sonrisa. Por esforzarte en hacerme feliz y por ser el camarada que necesitaba en todas mis luchas.
Gracias por cuidar de mí. Por cada mensaje de texto y cada llamada telefónica en los que simplemente comprobabas si estaba bien.
Por conocerme mejor de lo que yo me conozco y por reconocer cada una de mis emociones, incluso antes de que tuviera que decirlas en voz alta. Por compartir cada una de mis tristezas y alegrías, como si fueran tuyas.
Gracias por ser siempre la luz al final de mi túnel. Por ser el sol en mis días sombríos y por no dejarme perder nunca la esperanza en un mañana mejor.
Gracias por estar ahí en cada una de mis rupturas y emergencias familiares. Por todas las pequeñas cosas que haces por mí cada día, sin ni siquiera ser consciente de lo mucho que significan para mí.
Gracias por aguantarme cuando estoy insoportable, por cogerme de la mano y decirme que todo irá bien cuando no veo salida. Por ser el viento de mis alas y el resquicio de esperanza de mis nubes.
Gracias por tu amistad y por todo el amor que me has dado. Gracias por ser tú y por inspirarme a convertirme en la mejor versión posible de mí misma.
Porque si no fuera por ti, nunca me habría convertido en la mujer fuerte que soy hoy. Si no fuera por ti, hace mucho tiempo que habría perdido toda mi fe en que hay algo bueno en todos.
Si no fuera por ti, no tendría tanta confianza en mí misma ni sería tan malvada. No sabría que soy capaz de conseguir todo lo que me propongo y no creería en mí misma como lo hago.
Gracias por ser mi familia y la hermana que nunca tuve. Gracias por todos tus cartas de feliz cumpleaños. Por ser mi otra mitad y mi alma gemela.
Te quiero.