Hace unos años, salía con un hombre que al principio me gustaba mucho y con el que tenía un feeling sorprendentemente bueno... pero por diversas razones, acabé rompiendo demasiado pronto.
En mi cabeza, siempre tuve esta idea de cómo debería ser mi hombre ideal, y aunque sentía una conexión emocional con él y había desarrollado sentimientos profundos hacia él, no sentía que cumpliera todos los requisitos de mi hombre ''perfecto'', así que me precipité tontamente con él.
Pero con el tiempo me di cuenta de que no existe la pareja perfecta.
Todos nos imaginamos una relación de cuento de hadas en la que todo encaja a todos los niveles y en la que los dos sabemos que eso es "lo nuestro" mientras cabalgamos hacia el atardecer con felicidad y felicidad en nuestros rostros.
En realidad, no es así.
En el mundo real, las cosas son complicadas y nada está exento de problemas. Y esta constatación es la que me ayudó a darme cuenta del error que había cometido con mi entonces ex.
Soy una introvertida autoproclamada y mi día ideal consiste en pasar el día en el sofá, viendo "Real Housewives", comiendo todas las patatas fritas que caen en mis manos e invitando a mis hijas a una sesión de chicas para ponernos al día.
Cuando tengo pareja, me gusta mucho quedarme en casa, ver una película y acabar la noche acurrucada en mi sofá en brazos de el hombre que amo. Me gusta salir de vez en cuando, pero no me gusta quedarme hasta tarde, así que a menudo choco con mi novio en este aspecto.
A él le gusta mucho salir con amigos, salir todos los fines de semana y trasnochar. No hay nada malo en ello... es solo que yo soy su polo opuesto, así que mi falta de voluntad para conocerle contribuyó a nuestra ruptura.
Además, nunca fue del tipo ''cursi'', de los que me decían ''Te quiero...mientras me abrazaba con sus cariñosas manos, haciéndome sentir amada y segura... y yo lo resentía en silencio.
Me encanta que me digan que me quieren y disfruto con los mimos y las conversaciones románticas de almohada hasta altas horas de la noche.
Mi novio nunca fue de los que hacen eso, y aunque yo sabía que me quería y me trataba como un hombre de verdad debería, no podía soportar estar con alguien tan diferente a lo que esperaba.
Estaba tan perdida en mi cabeza, con mis ideales románticos pero insensatos y mis gestos románticos descabellados, que acabé arruinando algo perfectamente bueno para mí.
Era todo lo que un hombre de verdad debería ser. Me trataba como a una igual y no como a una princesa necesitada de un caballero blanco. Sabía que yo tenía mis aspiraciones en la vida, y me respetaba y admiraba por ello, siempre cubriéndome las espaldas y siendo mi animador.
Siempre sentí su apoyo y su amor. Claro que no era la persona más vocal a la hora de expresarlo con palabras, pero sinceramente, si el tipo aparece cada vez que lo necesitas y nunca te deja colgado, ¿qué hay que dudar?
Además, siempre era sincero conmigo. Nunca sintió la necesidad de mentirme, pensando que no podría soportarlo. Si le preguntaba si mis vaqueros nuevos me quedaban demasiado grandes, me lo decía sin rodeos.
Si hacía algo mal sin ser necesariamente consciente de ello, me llamaba la atención. Y, sinceramente, eso me encanta. Si sentía que podía ser completamente honesto y transparente conmigo, sabiendo que nunca le querría menos por ello, es que era de verdad, ¿no?
Eso es a lo que todas aspiramos. Un tío con pelotas, que nos quiera con todo su corazón, pero que no tenga miedo de ser él mismo y decir las cosas como son. Y en ese momento, esto estaba completamente perdido en mí.
Me ofendía cuando era demasiado sincero. Me molestaba que no me dijera todo el tiempo que me quería, aunque lo demostrara cada día con sus acciones.
Odiaba su necesidad de salir siempre, de pasar tanto tiempo con los amigos y de intentar que yo me uniera a él. Sentía que no éramos el uno para el otro y terminé con él, aunque me matara.
Después de la ruptura... empecé a tener citas de nuevo. Ningún chico cumplía mis expectativas. Ningún chico era lo perfecto que yo creía que podría encontrar. Y lo que fue lo más sorprendente para mí, ningún chico era le.
Durante ese pequeño descanso, tuve mucho tiempo para pensar. Para pensar qué es lo que nosotras, como mujeres, realmente queremos en un hombre, y hasta dónde estamos dispuestas a llegar y a perdernos para tener todas nuestras necesidades cubiertas.
Me di cuenta de que en mi ex tenía todo lo que realmente necesitaba en un hombre. Por fin comprendí lo insensato que sería perderme esta increíble relación por culpa de mi engreimiento y mi falta de voluntad para ceder en las cosas más sencillas.
Y fue entonces cuando mi vida empezó a cambiar a mejor.
Después de pensarlo detenidamente, finalmente me puse en contacto con él y le pregunté si todavía quería darnos una oportunidad. Le expliqué que era una tontería esperar que cambiara cuando ya era un ser humano y un compañero increíble.
Yo estaba muy emocionada y esperanzada de que él viera el potencial que hay en nosotros, y por suerte... lo vio. Estaba radiante de felicidad al oír esas palabras mías, ya que nunca había dejado de quererme. Lloré... y le abracé muy fuerte.
Cuando sientes en tus huesos que el hombre que tienes a tu lado es el hombre con el que deberías estar, no es tan difícil llegar a un compromiso. Al fin y al cabo, el compromiso es la clave de cualquier relación duradera.
Nadie es perfecto, y nunca encontrarás a alguien que marque todas tus casillas y se ajuste a tu perfil. Eso no es vida, es fantasía.
La vida real es encontrar a un hombre que es imperfectamente perfecto, pero amarlo de todas formas. No puedes cambiar a un hombre, pero PUEDES cambiar tus suposiciones, y me alegro de haber cambiado las mías.