La mayoría de nosotros cometemos un error fatal cuando estamos en una relación. Damos demasiado de nosotros mismos en nuestra relación y, en algún punto del camino, perdemos totalmente nuestra identidad.
Dejamos que nuestra pareja controle toda nuestra vida porque creemos que así debe ser. Creemos que eso es amor. Lo hacemos en nombre del amor.
Créeme, eso no tiene nada que ver con el amor. En realidad es un comportamiento insano y tóxico. Cuando esa relación termine, estarás destrozado y no sabrás cómo seguir adelante.
Perder tu identidad significa perderte a ti mismo, que es algo que no debes hacer nunca, por nadie, por mucho que creas querer a esa persona.
Sí, he dicho "creo" porque eso no es amor verdadero; es encaprichamiento o quizá incluso lujuria, pero nunca es amor verdadero.
Una persona que te pide que cambies, que intenta cambiar lo que eres, nunca es la persona adecuada, nunca es tu alma gemela.
El amor verdadero de la persona adecuada nunca te pedirá que cambies. Te aceptará tal y como eres. Esa persona se enamorará de todas tus partes.
Se enamorarán tanto de tus lados buenos como de tus defectos e imperfecciones. Te querrán de verdad por lo que eres.
Nunca se sabe con certeza cuándo terminará una relación o si realmente está destinada a durar para siempre. Puedes amar a alguien con todo tu ser y aun así perder a esa persona.
Creo que todos tenemos esa persona que está hecha para nosotros, nuestra alma gemela, pero aun así, no creo que sepas inmediatamente que es la indicada cuando la conoces.
No creas que escribo todo esto porque sí, ya que lo hago desde mi propia experiencia. Perdí mi identidad una vez en una relación y quedé muy dañada una vez que terminó.
Lo di todo por un hombre que decidió abandonarme como si nunca hubiéramos existido, como si nuestro amor nunca hubiera sido real. Realmente pensé que pasaría mi vida con esa persona y tardé mucho tiempo en darme cuenta de que todo había terminado.
Me llevó mucho, mucho tiempo aceptar que tenía que seguir adelante y avanzar por la vida sin él, completamente sola.
Y estaba realmente sola porque mis amigos también me dejaron mucho antes, cuando comprendieron lo mucho que había cambiado en esa relación.
Yo era una persona completamente diferente y tenían todo el derecho a dejar de salir conmigo.
Sí, aceptar todo eso fue muy difícil, pero lo peor fue recuperarme. No quería volver a ser la persona que era antes y no me gustaba la persona en la que me convertí por culpa de mi ex.
Me di cuenta de que tenía que cambiar una vez más. Tenía que trabajar para darme cuenta de mi valía y mejorar mi autoestima.
Fue entonces cuando me prometí a mí misma que nunca más permitiría que nadie me cambiara y que nunca más cambiaría por otra persona, por mucho que la quisiera o me importara.
Las prioridades siempre deben saberse y tu principal prioridad siempre tienes que ser tú mismo o de lo contrario permites que otra persona te haga daño y te rompa el corazón.
Por supuesto, debes llegar a compromisos con tu pareja, pero debe haber ciertos límites. Hay cosas en las que nunca debes ceder y tus valores e ideales, por ejemplo, son dos de ellas.
Debes ser fiel a ti misma pase lo que pase. No permitas que nadie afecte a tu forma de pensar ni a tus perspectivas vitales.
No pienses que debes cambiarte para gustarle a alguien y nunca pienses que no eres digno de amor o que no eres lo suficientemente bueno para alguien. Porque lo eres y debes ser siempre consciente de ello.
Nunca seas un ratón manso y deja siempre que tu voz se oiga fuerte. Nunca te pierdas por nadie porque tu identidad es lo que te hace diferente de todos los demás. Es un don que te hace único, así que no lo descartes.