Cuando nos perdemos en nuestra mente, tendemos a ver personas que siguen ahí, que nunca se van, que siempre acechan en los rincones más oscuros, esperando a que las busquemos para tragarnos enteros.
Van por ahí, intentando mantenernos en sus vidas, intentando demostrarnos que nunca encontraremos a alguien como ellos.
Gracias a Dios no lo haremos.
Por culpa de estas personas, olvidamos cómo se siente la felicidad y qué es el verdadero amor. Olvidamos que no puede haber felicidad en el sufrimiento ni luz en el abismo negro de sus mentiras.
Suena raro cuando lo digo así, lo sé. Pero, querida, siéntate un rato y hablemos de él.
Os conocisteis, ¿cómo? Llegó a tu vida haciendo que el amor pareciera sin esfuerzo y como si nada pudiera salir mal entre vosotros dos, porque parecía dispuesto a comprometerse con alguien tan hermosa como tú.
Así que fuiste a por ello. Fuiste a por todas. No dejaste nada para ti, ¿tengo razón? Todo lo que eras tú, ahora era suyo.
¿Qué hizo con esos pedazos de ti que retuvo? ¿Te cuidaba bien? ¿Te hizo sentir segura y amada? No. No, no lo hizo.
Te hacía llorar hasta quedarte dormida por las noches porque no sabías dónde estaba durante días, sólo para que descubrieras que estaba con otras mujeres, divirtiéndose.
Él se lo estaba pasando en grande mientras tú yacías en tu cama, desolada y desesperada, sin saber qué hacer con esas lágrimas que no paraban de brotar. No sabías qué hacer para que todo se detuviera.
Te hizo sentir que no merecías el amor y el cariño que te dio al principio, aunque le diste todo el amor que pudiste, le diste todo lo que pudo pedir.
Pero seguía sin ser suficiente. No había nada que pudieras hacer para hacerle creer que amarte era la elección correcta.
Pero la verdadera pregunta es: ¿por qué lo intentas siquiera? ¿Por qué intentas convencerlo de que amarte sería tan hermoso? No. Detente ahora mismo.
Las personas de nuestra vida que nos aprecian y nos muestran respeto merecen estar ahí. No las personas con las que tenemos que luchar solo para que vean que somos valiosos y cariñosos.
No es necesario que persigas a alguien que sigue huyendo de ti.
Para. Date la vuelta. Márchese.
Sigue avanzando en tu vida sobre tus propios pies y nunca mires atrás. Sé que irte te dolerá. Intentar olvidarlo todo dolerá aún más.
Pero no se puede comparar con el sufrimiento que se va a producir si te quedas ni un minuto más.
No te merece en su vida. La vida miserable de él persiguiendo a otras mujeres sólo para poder satisfacer su yo inmaduro no es algo a lo que debas prestar atención en este momento.
Más bien, préstate esa atención a ti misma. Encuentra la forma de ser el centro de tu pequeño universo y deja de seguir con él, porque sabes que no va a cambiar.
No puede cambiar. No quiere cambiar.
No sólo rompió promesas, te rompió a ti.
Te quebró hasta el punto de no saber que existe una vida fuera del alcance de alguien tan tóxico como él. Te hizo creer que nunca serás feliz sin él.
Pero la verdad es que sólo cuando lo dejes, encontrarás la verdadera alegría.
Por eso tienes que empaquetar tus cosas, llevarte todo lo que tengas. Recoge tus pedazos rotos y empieza a seguir adelante. Si te quedas, solo te dolerá más.