"Confía en el tiempo de tu vida", me dijo. Pero entonces no creía que el momento de mi vida estuviera a mi favor.
Yo estaba pasando por un doloroso desengañoEstaba buscando trabajo desesperadamente y, además, luchaba contra la depresión.
pensé para mis adentros: "Esto no está sucediendo. Aquí no es donde se supone que debo estar en este momento. ¿Cómo es posible que todo se venga abajo literalmente de la noche a la mañana?"
Pasé mucho tiempo llorando y sintiendo que el universo, Dios y todos los demás poderes y fuerzas superiores me habían abandonado. Todo lo que podía pensar era: "¡La sincronización de la vida apesta!"
Y entonces, en un momento dado, todo empezó a cambiar.
Conocí a un chico estupendo que me apoyó mucho. Me ayudó a luchar contra mi depresión y resulta que conocía a alguien que podía ofrecerme un trabajo.
No podía creer las probabilidades de este milagroso encuentro fortuito.
Justo cuando estaba a punto de darme por vencida en todo, sucedió el momento perfecto y me di cuenta de que todo este tiempo, el momento era el correcto.
Quizá no hacía lo que yo quería, pero me enseñó valiosas lecciones de vida y me enriqueció con experiencias vitales.
Así que, sí, confía en los tiempos de tu vida, porque la vida no es un destino, sino un proceso.
¿Cuántas veces has sentido exactamente lo mismo que yo? ¿Cuántas veces has pensado que te habían abandonado y que todo se desmoronaba ante tus propios ojos?
No se preocupe, todos nos hemos sentido igual en algún momento de nuestra vida. Imaginamos que tenemos que estar en un lugar determinado en un momento determinado.
Que necesitamos alcanzar nuestros objetivos lo antes posible y que esperamos que nada interfiera en nuestros sueños y deseos.
Olvidamos que esto no es realmente posible (bueno, no en la vida real) y esta planificación y ensoñación es lo que nos impide confiar en los tiempos de nuestra vida.
En lugar de centrarnos en nuestro crecimiento personaltendemos a centrarnos únicamente en nuestros objetivos. Olvidamos que la vida no es una carrera que consta de varias estaciones, cada una diseñada para un objetivo alcanzado.
La vida es un proceso y el tiempo no es algo en lo que debas influir, sino confiar con todo tu corazón en que todo lo que está sucediendo ahora mismo está sucediendo por una razón.
Necesitamos creer que estamos exactamente donde se supone que debemos estar en el momento presente y que cada dificultad y cada oportunidad forman parte de un propósito mayor.
En lugar de centrarnos únicamente en lo que va mal, tenemos que celebrar las pequeñas victorias porque forman parte del proceso.
Las pequeñas victorias son las que nos dan forma, mientras que las grandes victorias son los hitos.
Imagina que pudieras conseguir todo lo que siempre quisiste en este preciso momento; que pudieras seguir adelante sin sentir ningún rastro de desamor o que fueras famoso en las redes sociales.
Que las vacaciones duren todo el año, que tengas coche, novio/novia o marido/mujer según tus normas y preferencias.
¿Crees que agradecerías todo esto si alguien te lo regalara sin más? No lo creo.
Ni tú, ni yo, ni nadie podría sentir la cantidad de agradecimiento y aprecio por algo que se nos ha dado al instante y sin necesidad de esforzarnos.
Como sólo nos centramos en alcanzar el objetivo final, nos olvidamos de disfrutar de todos esos pequeños momentos y celebrar todas esas pequeñas victorias antes de "llegar al destino deseado".
Sólo nos centramos en llegar a cualquier precio para poder tachar este punto de la lista y pasar al siguiente.
Después de la siguiente viene otra y así sucesivamente.
Nos olvidamos de respirar y de disfrutar de todas las cosas maravillosas que ocurren a nuestro alrededor porque estamos muy concentrados en nuestros antojos, deseos y en tener el control.
Las pequeñas victorias son las que nos dan forma y nos ayudan a crecer. despertar espiritual. Por lo tanto, ahí es donde debemos dirigir nuestra energía.
Hace poco me topé con un concepto que dice que levantarse por la mañana y hacer la cama es una gran victoria porque nos da sentimientos de satisfacción y satisfacción.
Hacer la cama es la primera tarea que consigues realizar, lo que te motiva a realizar también otras tareas ese día.
¿Ves cómo esta pequeña victoria está conectada con otras pequeñas victorias que al final se unen en una o varias grandes victorias?
No podemos controlar lo que ocurre a nuestro alrededor, pero podemos hacerlo lo mejor que podamos cada día, ¡y eso es lo único que importa!
Recuerdo cuando estaba muy delgada y no podía engordar aunque comía como una loca.
Así que decidí empezar a hacer ejercicio con la esperanza de ganar músculo, despertar mi cuerpo y llenarlo de energía positiva.
Iba al gimnasio unos días a la semana y cada sesión de entrenamiento completada era mi pequeña victoria.
Ni un segundo me centré únicamente en el resultado final de ganar algo de peso, porque sabía que era un proceso que llevaría meses o años antes de que viera cambios visibles.
Cada vez que volvía a casa después del gimnasio, me recompensaba con algo simbólico para celebrar esta pequeña victoria.
Después de mil de estas pequeñas victorias, por primera vez me di cuenta de que también había logrado la grande.
Por fin había ganado peso y me veía sana y feliz. Y luego, cuando miré atrás en el proceso, me di cuenta de lo mucho que había crecido mental y físicamente durante todo ese tiempo.
Había días en los que me sentía fatal, pero nunca me quedaba en casa y me negaba a ir a entrenar. Esto mejoró mi autodisciplina, mi sentido de la devoción y mi perseverancia.
Lo mismo puede aplicarse a la universidad, donde percibía cada examen como una pequeña victoria, mientras que un papel final que decía que había terminado era una gran victoria.
Así que sí, confía en el tiempo de tu vida porque la fe es la fuerza más poderosa del universo.
A menudo nos gusta pensar que podemos controlar el presente, el futuro y todo lo que nos ocurre, pero la verdad es que no podemos y no se supone que debamos controlar nada.
Hay múltiples factores que pueden arruinar cualquier plan posible, pero aun así no renunciamos a planificarlo.
Y cuando las cosas no salen como esperábamos, acabamos sentirse miserable y como si el universo intentara engañarnos y jugar con nosotros. Olvidamos que la fe es lo único que escapa al control.
Cuando nos centramos en hacer lo mejor que podemos cada día y en cada momento y cuando hemos encontrado nuestro resquicio de esperanza, lo único que nos queda por hacer es confiar en que el universo hará el resto por nosotros.
No podemos saber lo que ocurrirá el año que viene, pero cuando echamos la vista atrás al año pasado, podemos darnos cuenta de algunas cosas de las que no éramos conscientes en aquel momento.
Llegamos a comprender por qué tuvieron que ocurrir algunas cosas y luego nos culpamos a nosotros mismos por no confiar en el universo.
Al final aprendemos que si queremos el arco iris, tenemos que lidiar con la lluvia.
Romper con alguien puede parecer el fin del mundo, pero al cabo de un tiempo nos damos cuenta de que ha sido lo mejor que nos ha pasado porque no estábamos contentos con nuestra pareja.
Una vez que conocemos a alguien nuevo, aprendemos a agradecer y apreciar cada cosa buena que hace por nosotros sólo porque hemos probado lo que se siente al ser se da por sentado.
Antes de irnos a dormir, miramos hacia arriba, nos pellizcamos para asegurarnos de que no estamos soñando y decimos: "¡Gracias universo y la sincronización de mi vida!"
Es curioso que siempre que ocurre algo malo, lo vemos como algo totalmente indeseable y negativo. Soñamos con vivir en un estado en el que sólo experimentemos sentimientos de dicha y felicidad.
Nos esforzamos por amar, reír y disfrutar, y tememos las lágrimas y el dolor. Sin embargo, todo esto es lo que nos da forma y nos hace ser quienes somos.
Nuestras risas, lágrimas, alegrías y tristezas son las que nos acercan a conectar con nuestro verdadero yo.
Mi vida no es perfecta, la tuya tampoco y nunca lo será. Somos imperfectos y tenemos muchas manías y hábitos raros, pero eso es exactamente lo que nos hace ser quienes somos.
Podemos convencernos a nosotros mismos de que otro trabajo nos haría más felices o que otras circunstancias de la vida serían más agradables y placenteras, y podemos darle vueltas a esa idea durante mucho tiempo y sentirnos desdichados, o podemos optar por hacerlo lo mejor posible y confiar en el momento oportuno de nuestra vida.
Esfuerzo, paciencia y aceptación son los tres ingredientes secretos de la verdadera felicidad.
Cuando sabes que has dado lo mejor de ti, que has sido paciente y que has aceptado la naturaleza del universo (en lugar de cuestionarla), entonces sabes que no hay nada más que pudieras haber hecho.
Entonces sabrás que el momento de tu vida es tu amigo y no un enemigo al que debes exterminar y obligar a seguir tus reglas.
Esta sincronización no es algo que se pueda ver o influenciar porque es una fuerza oculta que vive en nuestro corazón y sólo puede ser activada por la fe.
Véase también: Confía en mí, estás exactamente donde necesitas estar ahora mismo