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10 diferencias cruciales entre el amor y el enamoramiento

10 diferencias cruciales entre el amor y el enamoramiento

¿Cuál es la diferencia entre el amor y el enamoramiento?

Muchas personas suponen que amor y enamoramiento son la misma cosa. Sin embargo, lo cierto es que estos dos intensos sentimientos son completamente distintos, aunque sea bastante fácil mezclarlos.

Entonces, ¿cómo saber cuál es la diferencia entre el amor y el enamoramiento?

Para empezar, cuando estás encaprichado, te sientes como en el séptimo cielo, te dejas llevar y tienes la cabeza en las nubes.

 

Tienes un fuerte sentimiento de lujuria y una euforia increíble cada vez que piensas en el objeto de tu enamoramiento y es como si te sintieras atraído magnéticamente hacia él.

A juzgar por esta descripción, probablemente describiría todas estas intensas emociones como amor real por una persona.

Pues bien, estamos aquí para romper tus ilusiones y darte algunas de las diferencias más importantes entre estos dos conceptos y ayudarte a darte cuenta de si estás experimentando enamoramiento o amor.

Atracción física frente a carácter

 

Una de las primeras diferencias entre el amor y el enamoramiento radica en la razón por la que tú y tu pareja os enamorasteis el uno del otro. No te voy a mentir: lo primero en lo que te sueles fijar de una persona es en su aspecto.

Te atrae físicamente algo de su cuerpo o de su cara, o su forma de hablar, sonreír, bailar o conversar contigo.

Sin embargo, cuando se trata de enamoramiento, esta atracción física es lo único que existe entre los dos, incluso después de un tiempo.

No importa cuánto tiempo pases con esa persona, lo que te atrae de ella es su cuerpo; si eres un chico, te sientes orgulloso de tener una chica con un culo estupendo o unas tetas enormes y si eres una chica, te alegras de haber conseguido un partidazo con unos abdominales y unos músculos increíbles.

 

Sin embargo, cuando se trata de amor, todo esto se vuelve irrelevante y lo que empieza a importar son los rasgos de carácter de esa persona.

Te atrae la bondad y la devoción de tu pareja, el hecho de que puedas confiar en ella y de que te corresponda incondicionalmente.

Sí, sigues sin darte cuenta de que tu novia tiene un cuerpo de infarto, pero sabes que la querrías igual aunque engordara o se cortara el pelo.

Y lo que es más importante: seguirás queriendo besarla y estrecharla entre tus brazos de la misma forma que querías hacerlo cuando parecía una top model.

 

Y no sólo eso: cuando se trata de amor de verdad, tu pareja se vuelve más y más bella cada día que pasa, o al menos, tú la percibes así.

Pase lo que pase, seguiría siendo tu único interés amoroso y la persona más atractiva del mundo según tú.

Podrían acabar en una silla de ruedas, llenarse de arrugas o transformar su aspecto por completo de alguna otra forma, pero seguirías sintiéndote increíblemente excitado por ellos.

Los quieres igual cuando te levantas a su lado sin maquillar, con el pelo revuelto y el aliento maloliente que cuando están arreglados, con su mejor aspecto.

Al contrario, el enamoramiento no te hace sentir así.

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Instantáneamente frente a un proceso

 

Según la mayoría de los expertos en citas, el amor a primera vista no existe. De hecho, este concepto de amor a primera vista es en realidad enamoramiento, porque así es como se produce el enamoramiento: en un abrir y cerrar de ojos.

Sucede al instante y, antes de que te des cuenta, estás perdidamente enamorado de esa persona especial.

Cuando te ocurre algo así y pierdes el suelo bajo los pies con sólo mirar a una persona del sexo opuesto, estás convencido de que es el destino.

 

Todo es como en las películas; los dos os miráis y pensáis que es la persona que lleváis esperando toda la vida, que por fin habéis encontrado a vuestra alma gemela y con la que deberíais pasar el resto de vuestra vida.

Lamento ser yo quien rompa su burbuja, pero la verdad es muy distinta. De hecho, en la mayoría de los casos, esa atracción sexual instantánea que la mayoría de la gente confunde con el amor a primera vista no es más que eso: atracción física y enamoramiento.

En cambio, el amor verdadero es algo diferente y es un proceso más largo y complejo. No sé qué te han enseñado los cuentos de hadas, pero en la vida real, el amor necesita crecer, requiere tiempo y esfuerzo.

 

Tienes que conocer a la persona real antes de poder decir que la amas. Tienes que llegar al núcleo de su personalidad, conocerla en diferentes situaciones de la vida y descubrir muchas cosas sobre ella antes de poder decir que la amas de verdad.

Entonces, ¿cómo puedes amar a alguien con quien has tenido una química instantánea? Bueno, no puedes, sólo puedes encapricharte y hay una gran diferencia entre estos dos conceptos.

Intimidad física frente a una conexión más profunda

 

No te voy a mentir: el sexo es una parte crucial de toda relación amorosa y quien intente convencerte de lo contrario no está diciendo la verdad.

Esto es especialmente cierto si usted y su pareja no se llevan bien en el dormitorio, porque estos problemas pueden trasladarse fácilmente a otros aspectos de su relación.

Así pues, la diferencia entre enamoramiento y amor no radica en la calidad de la vida sexual; en ambos casos, es un aspecto importante y algo en lo que se debe trabajar constantemente.

Sin embargo, la principal diferencia está en el nivel de intimidad y en si la intimidad sólo significa sexo o no.

 

Cuando alguien es objeto de tu enamoramiento, la única forma de conectar de verdad es bajo las sábanas. Tenéis una vida sexual increíble, probáis cosas nuevas, experimentáis en el dormitorio y es evidente que sois compatibles en este ámbito de vuestra relación.

Sin embargo, cuando se trata de amor verdadero, te das cuenta de que en una relación sana, la intimidad es mucho más que puro sexo. Tu pareja y tú estáis unidos a niveles mucho más profundos que el físico.

No resolvéis vuestras discusiones con sexo, no aprovecháis cualquier oportunidad para echar un polvo y vuestra relación simplemente no gira sólo en torno a eso.

 

De hecho, los dos podéis pasar una noche entera, por ejemplo, cogidos de la mano y mirándoos fijamente a los ojos, sin poneros la mano encima y aun así pasarlo estupendamente.

Cuando se trata de actividades en el dormitorio, no sólo estás teniendo sexo, estás haciendo el amor cada vez que dormís juntos.

Ambos os preocupáis también por las necesidades de la otra persona y, para los dos, este acto representa mucho más que puro placer físico: es también una conexión más profunda que os acerca aún más y lleva vuestra relación a un nivel completamente nuevo.

Mariposas frente a calma

 

El enamoramiento es un amor adictivo. Es un amor nuevo que te golpea y se apodera de ti por completo antes incluso de que tengas la oportunidad de darte cuenta de lo que ha pasado.

Se trata de mariposas en el estómago de las que no puedes deshacerte por mucho que lo intentes. Se trata de la excitación y de la sensación de que vas a volar directamente al espacio cuando la persona que te gusta te mira.

Se trata de fuegos artificiales y tormentas. Es la sensación de que no puedes dormirte porque sabes que al día siguiente verás al objeto de tu afecto.

 

Cuando estás encaprichado, no ves los signos típicos del amor y te sientes como si estuvieras drogado, como si no pudieras respirar sin esa persona a tu lado y como si fuera la única que necesitas para funcionar correctamente en este mundo.

Estas emociones fuertes se apoderan de ti; te sudan las palmas de las manos, se te traba la lengua y ni siquiera puedes hablar correctamente, tus pupilas se agrandan, te tiembla la voz y esa persona es la única en la que puedes pensar.

Lo peor es que esto ocurre en todas las etapas posibles de tu relación. Cuando no están, los echas de menos constantemente o, cuando algo no va bien, te preocupa lo que pueda ocurrir a continuación.

En cambio, cuando los dos estáis juntos, te sientes como en el séptimo cielo por tenerla a tu lado y no puedes pensar con claridad porque te consume el placer que provoca en ti la presencia de esa persona.

Suena romántico, ¿verdad? Pues no lo es: es poco saludable y da miedo.

 

Obviamente, os habéis visto arrastrados a un círculo de codependencia y toda esta montaña rusa de emociones os hace pensar que esto es de verdad. Déjame decirte que no lo es.

Cuando eres joven, lo último que quieres es una relación tranquila, sin altibajos. Piensas que esas parejas son aburridas y supones que sus relaciones amorosas se han estancado, ya que han perdido toda la emoción.

Sin embargo, a medida que te haces mayor y maduras, comprendes que en eso consiste el verdadero amor: en la calma. Sí, estar enamorado te hace sentir mariposas en el estómago, pero amar a alguien te hace sentir en completa paz.

La presencia de esta persona te tranquiliza, te hace sentir como en casa y como si nada ni nadie pudiera contigo. Se convierte en tu puerto y tu ancla, que te mantiene a salvo de todas las tormentas.

Corto plazo frente a largo plazo

 

Otra diferencia crucial entre el enamoramiento y el amor es su duración. Cuánto dura tu relación o cuánto esperas que dure?

Aunque el enamoramiento es un sentimiento intenso, en realidad dura mucho menos que el amor verdadero. Se consume y simplemente se desvanece, como si nunca hubiera existido, sin dejar una huella permanente en tu vida.

No me malinterpretes: no pretendo que todos los amores verdaderos duren toda la vida. Lamentablemente, algunos de ellos terminan y no están destinados a ser, a pesar de todos tus esfuerzos para que las cosas funcionen.

Sin embargo, lo cierto es que el amor no tiene fecha de caducidad y, aunque termine, sigue siendo importante. Te forma como persona y sigue siendo para siempre una parte inborrable de lo que eres.

El amor verdadero dura años y no depende de la situación económica, la apariencia, los amigos, la familia, la educación o cualquier otra cosa; simplemente existe, a pesar de todo.

 

Acepta todos los cambios tuyos y de tu pareja y crece junto a vosotros en toda su abnegación.

Desafía al tiempo y a todos los obstáculos que la vida pueda ponerle delante. Es más fuerte que todo lo que se interpone en su camino y no puede ser destruido por nada ni por nadie.

Suena demasiado romántico, lo sé. Sin embargo, sólo piensas así hasta que lo experimentas y hasta que ves que realmente es la verdad.

En cambio, el enamoramiento se acaba a la primera de cambio. Te sustituye por alguien mejor y más conveniente, y no presenta una resistencia decente antes de extinguirse definitivamente.

Celos frente a confianza

 

Cuando estás enamorado, es natural que tengas miedo de perder a la persona que tienes al lado, por lo que aparecen los celos y la posesividad.

Estás dispuesto a hacer lo que sea para mantenerlos cerca y estás convencido de que no podrías vivir sin ellos.

Te vuelves excesivamente controlador y crees que comportándote como si fueras el dueño del objeto de tu profundo afecto, evitarás que se vaya de tu lado.

Sin embargo, suele ocurrir lo contrario. A menudo, se consigue un efecto totalmente contraproducente y se acaba ahuyentándolos.

 

Por otro lado, cuando amas de verdad a tu pareja, no hay lugar para los celos o el comportamiento posesivo. Por supuesto, no te quedarías indiferente si, por ejemplo, la ves besando a otra persona, pero tu miedo a perderla no te controla y no está en el centro de tus sentimientos hacia ella.

Sabes que puedes vivir sin esa persona, sólo que no quieres (al contrario que en el amor adictivo, en el que estás convencido de que no sobrevivirías sin el objeto de tu enamoramiento).

Sabes que acabarías sobreviviendo a su ausencia, pero eliges luchar por su presencia cada día.

En una relación sana como ésta, la confianza mutua es una de las cosas más importantes en las que se basa vuestro amor.

 

No tienes necesidad de acechar a tu pareja, de seguirla a todas partes, de controlar todos sus movimientos o de vigilarla todo el tiempo simplemente porque confías en que no haría nada a tus espaldas, aunque tuviera la oportunidad de hacerlo.

Al fin y al cabo, si realmente quieren estar con otra persona, ¿quién eres tú para impedírselo? Lo último que querrías es que permanecieran a tu lado mientras piensan en otra persona o mientras te engañan emocionalmente.

Uno de los signos del amor es el desinterés. Sientes emociones tan fuertes por alguien que quieres que sea feliz, aunque esa felicidad no te incluya a ti.

Lo mismo ocurre a la inversa: no es que seas fiel porque tengas miedo de que te pillen; no les engañas porque no puedas imaginarte al lado de otra persona y porque prefieras estar solo que con otra persona.

Resentimiento frente a perdón

 

El ego es una parte importante de las relaciones basadas en el enamoramiento. Cada vez que la otra persona hace algo que no te gusta o te hiere de alguna manera, piensas en formas de devolvérsela y darle a probar de su propia medicina.

Guardas rencor eternamente y el resentimiento a menudo te come vivo. Simplemente tienes que vengarte y te enfureces si no consigues vengarte.

Sin embargo, cuando se trata de amor, ambos son conscientes de que el perdón es la clave de una relación sana.

No estoy diciendo que en este caso debas permitir que la otra persona te pisotee todo el tiempo mientras tú no haces nada al respecto, pero tampoco tramarás tu venganza sobre cada pequeña cosa sólo para arreglar tu ego roto.

 

De hecho, cuando se disculpan, lo aceptas y seguís adelante. Sabes que lo dicen en serio cuando te cuentan lo mucho que lo sienten y sabes que no tiene sentido volver constantemente sobre el pasado si ambos habéis acordado dejar algo atrás.

No les mientas diciéndoles que has conseguido perdonarles sus fechorías sólo para poder meterles en cintura o devolverles el dinero.

En lugar de eso, tómate tu tiempo y decide si realmente eres capaz de olvidar el episodio que te hizo daño y seguir adelante, como si nada hubiera pasado.

 

Cuando se trata de amor, haces todo lo posible por comprender a tu pareja, incluso cuando no estás de acuerdo con ella.

No les juzgues e intenta ponerte en su lugar para comprender sus razones y poder perdonarles.

No dejas que tu carga emocional arruine tu relación y mantienes el corazón abierto a todas las soluciones posibles que aporten progreso a vuestro romance.

Pasión frente a amistad

 

Cuando te encaprichas de alguien, no lo ves más que como tu amante y pareja romántica. A primera vista, supones que eso es más que suficiente y que una relación sana no debería aportarte nada más que eso.

Sin embargo, sólo cuando experimentas el amor verdadero comprendes la importancia de otras cosas. Te das cuenta de que la persona amada no debe ser solo tu amante, sino también tu mejor amigo.

Comprende el verdadero significado de la asociación. Es tu persona, tu compañero de fechorías y tu otra mitad, la primera a la que acudes cuando tienes problemas o necesitas consejo u orientación.

 

Es alguien que puede hacerte reír, que tiene la capacidad de secar todas tus lágrimas, que puede alegrar tu día más oscuro y que es tu familiar más querido y tu mejor amigo en todo el mundo.

Tu pareja se convierte en tu confidente y en la persona con la que más disfrutas pasando el tiempo. Es alguien a quien puedes contar tus secretos más oscuros, sin miedo a ser juzgado, alguien que te escucha y que comparte tus intereses.

Sin perder vuestra individualidad, los dos os convertís en un elemento y funcionáis juntos. No sois solo una pareja romántica: sois un equipo y vais contra el mundo.

Idealización frente a aceptación

 

Otra diferencia crucial entre amor y enamoramiento radica en la percepción que tú y tu pareja tenéis el uno del otro. Es la diferencia entre las expectativas realistas e irreales de tu relación.

Cuando te encaprichas de otra persona, sólo amas la mejor versión de ella y no escarbas bajo las múltiples capas de su personalidad compleja.

No te preocupan sus defectos y ni siquiera te esfuerzas por conocer su lado oscuro, que todos tenemos, sencillamente porque no te importa lo suficiente.

Lo mismo ocurre a la inversa: siempre intentas estar lo mejor posible delante de tu pareja, sonreír y estar de buen humor, incluso cuando estás más deprimido.

 

No molestas a esta persona con tus problemas financieros o emergencias familiares, no compartes tus problemas con ella y no la dejas entrar hasta el final.

En consecuencia, ambos acaban idealizándose mutuamente, idealizando toda la relación y pensando que todo es mucho mejor de lo que realmente es.

Sin embargo, cuando se trata de amor, aceptas completamente a la persona que tienes al lado. No llevas gafas de color de rosa ni piensas en ella como en un superhombre que nunca está de mal humor, nervioso o de mal humor.

No intentas cambiarlos y eres totalmente consciente de sus imperfecciones. Y no solo eso: los quieres por esas imperfecciones, porque eres consciente de que también las han convertido en la persona que son hoy.

 

No esperas que esta persona sea intachable y estás completamente de acuerdo con todo en lo que consiste su personalidad y apariencia.

En cambio, les quieres por lo que realmente son y no cambiarías ninguna parte de su carácter, aunque tuvieras la oportunidad de hacerlo.

Cuando se trata de amor verdadero, tú y tu pareja os cuidáis igual en lo mejor y en lo peor. No tratáis de encasillaros el uno al otro y tenéis expectativas realistas de vuestra relación.

Drama contra compromiso

 

Si estás encaprichado de otra persona, experimentas fuertes sentimientos hacia todo lo relacionado con ella. Disfrutas de la tensión constante en vuestra relación e incluso te parece tierna.

Considera que el hecho de que tú y tu pareja no os llevéis bien es señal de una fuerte química y una pasión ardiente.

Os peleáis y armáis jaleo por cualquier cosa. Al fin y al cabo, el sexo de reconciliación siempre es más salvaje cuando acaba la discusión.

Lo que claramente no ves es que los dos podéis compartir algunos sentimientos intensos pero que no estamos hablando de amor sino de afecto profundo y atracción sexual, ya que obviamente no sois lo suficientemente compatibles para tener una relación romántica sana y madura.

No me malinterpretes: no estoy diciendo que las parejas que no se pelean no compartan emociones intensas ni que los que se quieren no se peleen. Por supuesto que lo hacen, pero sus discusiones nunca carecen de sentido y no crean drama por nada.

De hecho, sus peleas son siempre lo más productivas posible y las utilizan como puntos de aprendizaje para mejorar su relación. Son conscientes de que están en el mismo equipo y siempre son ellos contra el problema, nunca ellos el uno contra el otro.

Cuando quieres a tu pareja, eres consciente de la importancia del compromiso. Ves tu relación como una calle de doble sentido y ambos estáis dispuestos a poner el máximo esfuerzo para que las cosas funcionen.

En este escenario, no hay lugar para el ego ni para el aumento de la autoestima y nunca importa quién tiene razón o no.

No se compite en quién ha ganado más discusiones y lo único importante es encontrar una solución que os convenga a los dos y sea lo mejor para el futuro de vuestra relación.