Al principio no te darás cuenta de quién es porque no se anda con juegos. Es transparente desde el principio. Te da todo el amor que tiene desde el principio; es abierta y vulnerable.
No tiene nada que ocultar porque no finge ser alguien que no es.
Entonces, crees que es algo que ella está obligada a hacer. Crees que debe tratarte como a un rey. Así que.., la das por sentaday tú no le das nada a cambio.
Siempre estará ahí para ti, a cualquier hora. Siempre que la llames, tendrá tiempo para ti.
Por eso la darás por sentada. Asumirás que tiene que encontrar tiempo para ti, y ni siquiera te paras a pensar cómo se siente porque de repente tus problemas parecen más importantes que los suyos.
Todo de lo que hablas es de ti.
Siempre que tienes algo en mente, acudes corriendo a ella, y ella te consuela. Tus problemas se acumulan, y los cargas sobre ella sin pensar siquiera si hay algo que le preocupa.
Ella se ocupa muy bien de sus cosas, pero eso no significa que no necesite tu ayuda. Lo que pasa es que nunca ha encontrado tiempo para molestarte porque siempre eres una prioridad. Siempre pasa algo contigo.
Al principio, sabrás que se esfuerza mucho por hacerte feliz. Al principio, vas a apreciar y respetar eso.
Te esforzarás por complacerla porque sabes que se lo merece. Tratándola así, la inspirarás a tratarte aún mejor.
Tal vez incluso te preguntes qué hiciste para merecer a una persona tan hermosa en tu vida. ¿Cómo puede alguien ser tan desinteresado por una sola razón: el amor? ¿Qué hiciste bien para merecerla a tu lado?
Vas a ser agradecido y cuidadoso para no estropear nada, para no hacerle daño sin querer.
Poco a poco, la darás por sentada. Te acostumbrarás a que te trate bien y te dé más de lo que mereces. Poco a poco, empezarás a pensar que su desinterés y su amor es algo a lo que tienes derecho sin hacer ningún esfuerzo.
Ya no tendrás tanto tiempo para ella como antes. Ahora, ella puede esperar. No es tan importante. Estás pensando que nada cambiará si haces algo primero y luego te dedicas a ella.
Bueno, nada cambiará de inmediato, pero hacer de otra cosa una prioridad se arrastra sobre ti, y antes de que te des cuenta, esa chica que se entrega a ti por completo ya no es tan importante.
Ponerla en segundo lugar se convertirá en algo normal porque no dirá nada. No se opondrá a tu cruel comportamiento.
No cambiará su comportamiento. No se vengará de ti ni te tratará como tú la tratas a ella. Será aún mejor y más amable, esperando que te des cuenta de que la estás descuidando, esperando que cambies.
Esto es lo que te hace igual que los demás. Al principio, juras mantenerla a salvo, respetarla y honrarla. Pero al final, acabas descuidándola y dándola por sentada. Al final, te conviertes en un imbécil sin corazón, como los demás.
Te estás metiendo con ella. Por la forma en que la tratas, has aprendido una cosa y es que puedes salirte con la tuya en casi todo. Ella no responde a tu mal trato. Es más, cuanto más la tratas mal, más te trata ella mejor.
Así que, inconscientemente, empiezas a poner a prueba sus límites. Te conviertes en un narcisista egocéntrico. Empiezas a hacer lo que te apetece sin pensar dos veces en ella y en si tus acciones van a herir sus sentimientos. Pones a prueba sus límites e intentas encontrar esa línea que se supone que no debes cruzar.
De repente, ha tenido suficiente. De repente, se ha dado contra la pared y ha llegado a esa línea.
Lamentablemente, es un camino en una sola dirección. No hay camino de vuelta. Puedes intentar encontrar el camino de vuelta a su corazón, pero te perderás.
De repente, esa chica ya no se esfuerza tanto. Todo lo que hizo ha desaparecido. Se ha convertido en ti. No le importa nada. No responde a tus llamadas de inmediato. No planea todo. No le importa tanto.
Ahora es alguien a quien una vez conociste, pero de nuevo, es una completa desconocida. ¿Recuerdas cómo te contaba su día, lo que había hecho, lo que le había pasado? Siempre te mantenía informado porque le importabas lo suficiente como para incluirte en su vida.
Ahora, se queda callada. Ya no hay historias divertidas sobre su día. Ahora ya no sabes lo que le ha pasado. Ya no quiere compartir su vida contigo.
Entonces comienza tu infierno.
Vuelves atrás y te das cuenta de que esa chica merece mil disculpas. Esa chica se ha merecido no mover nunca jamás un dedo para complacerte.
Te das cuenta de cuántas veces podría haberse enfadado contigo, pero lo dejó pasar porque es como: "Todo el mundo comete errores... ¿y qué?".
Ahora te das cuenta de la mierda que ha tenido que aguantar porque no eres un ángel. No eres alguien que la haya merecido. Eres una persona con defectos como todos los demás. Cometiste miles de errores y ella nunca te señaló ninguno.
Los superó, y siguió queriéndote igual que antes: queriéndote, aunque le hayas hecho daño.
Te das cuenta de que la echas de menos.
Pero te das cuenta de que tú también la cagaste.
Te superará. Volverá a amar. Si esa pizca de conciencia que queda en ti se pregunta si la has marcado de por vida, te diré que no lo has hecho.
Le dolerá, y será doloroso. Pero, sanará.
Y algún día, conocerá a alguien nuevo. Ella lo amará y lo tratará igual que te trató a ti, pero esta vez, ese hombre será consciente de lo que tiene mientras lo tiene.
Ese hombre no la dará por sentada y no se dará cuenta de que la echa de menos hasta que se haya ido.
Incluso los verás juntos. La verás reír. La verás feliz, y eso te comerá vivo. Tus celos se volverán insoportables, pero te lo merecías.
Podrías haber sido ese hombre que ella está abrazando ahora mismo. Podrías haberlo tenido todo con ella a tu lado.
No tienes derecho a echarla de menos. No tienes derecho a querer que vuelva. Sólo tienes derecho a dejarla ir.