Estoy mirando este título y no puedo relacionar la palabra "tóxico" con la palabra "papá".
Por mucho que lo intento, no puedo creer que un padre pueda ser tóxico para su hijo. Pero cuanto más lo pienso, más recuerdos tengo de mi infancia.
Y en un abrir y cerrar de ojos, puedo sentir cómo la ira cautiva todo mi cuerpo. Puedo sentir que empiezo a temblar y que las lágrimas empiezan a correr por mis cheques.
La realidad me golpea con una verdad increíble: tengo un ¡Padre tóxico!
Y mientras pienso en ello, me veo intentando huir de ese pensamiento. Pero no se puede huir de la realidad, ¿verdad?
No puedes huir de algo que te hizo tanto daño que, aunque seas adulto, sigues sintiendo las consecuencias.
¿Ves lo que me has hecho papá?
¿No te da pena descuidarme?
¿No te da pena no haberme dado el amor que ansiaba cuando era pequeña?
Papá, ¿no ves que por tu culpa soy emocionalmente inasequible para todos los que intentan amarme?
¿No ves que me arruinaste para cada hombre que entra en mi vida?
Por tu culpa, nunca me sentí lo suficientemente guapa. Siempre me decías que los otros niños eran dulces y monos mientras yo estaba a tu lado con mi vestido rosa de tutú que me puse sólo para gustarte.
Y esperaba que me miraras y me dijeras que yo también era guapa y que estabas orgulloso de tener una hija así.
Gracias a ti, nunca sentí Yo era digno. Siempre me decías que otros niños eran mejores estudiantes que yo y que debía esforzarme más para alcanzarlos.
Nunca dijiste que estuvieras orgulloso de mí por una buena nota, pero sin duda sabías cómo castigarme cuando sacaba una mala, como si no me castigaran lo suficiente por no recibir tu amor.
Por tu culpa, no pude volver a casa y saber que podía contar con mi padre cuando me rompieron el corazón por primera vez. Nunca quisiste saber nada de lo que pasaba en mi vida. Nunca me preguntaste cómo estaba y si tenía problemas.
Nunca fuiste un hombro en el que pudiera llorar, papá. Y por eso, nunca te perdonaré.
Por tu culpa, nunca pasaré por el altar con mi padre. Probablemente lo haga sola o con mi marido, si es que alguna vez encuentro uno, porque después de que me enseñaras cómo son los hombres, ya no puedo confiar en ninguno.
Siento que nunca encontraré un hombre que me aprecie y me ame. Simplemente siento que todos ellos me traicionarán como tú lo hiciste.
Por tu culpa, mis hijos no tendrán buenos recuerdos con su abuelo. Quizá nunca te conozcan, ya que probablemente no hagas ningún esfuerzo por conocerles mejor.
Y ni siquiera intentaré hablarles de ti, puesto que ya no eres tan importante para mí.
Nunca estuviste ahí cuando te necesité, y ahora que soy adulta, ya no te quiero en mi vida. Así que no intentes buscarme cuando te des cuenta de lo que has hecho.
Esa niña que estaba loca por ti ya no existe. Murió el día que no la elegiste.
Murió el día que elegiste el alcohol y otras mujeres antes que a ella. Y no importa lo que hagas, nunca la traerás de vuelta.
En lugar de ella, hay otra mujer que sabe lo que quiere en su vida. Y uno de sus deseos seguramente no es un pésimo padre.
¿Sabes por qué?
Porque se merece mucho más que eso. Porque sufrió, y ahora quiere una vida tranquila sin preocuparse de por qué su padre no la quiere lo suficiente.
No quiere pensar que cometió algún error y que por eso su padre no podía quererla.
No puede preguntarse todos los días por qué no fue suficiente para un hombre que debía amarla y protegerla. Ya no puede seguir haciéndolo. Está cansada, cansada hasta los huesos.
Y ya es hora de que siga adelante. Es hora de que deje ir a un padre tóxico que nunca estuvo ahí para ella.
Porque ya no puede seguir así.
Sé que tal vez sientas pena por no haber estado conmigo cuando te necesité. Tal vez, algún día, estarás orgulloso de la mujer en la que me convertí, pero nunca tendrás la oportunidad de decírmelo cara a cara. No quiero verte.
No quiero tener ningún contacto contigo. Un hombre tóxico fue suficiente para toda mi vida, y sólo quiero deshacerme de la toxicidad que trajiste a mi vida.
Así que, papá, si estás leyendo esta carta, que sepas que te perdono. Probablemente tenías algunas razones por las que nunca estabas ahí para mí.
No podía entenderlos entonces, y no puedo entenderlos ahora. Pero, para ser sincero, ya me importa un bledo.
Esta vez, por fin sigo adelante con el corazón limpio, sabiendo que tu comportamiento no fue culpa mía. Sigo adelante rodeada de gente que daría su vida por mí.
Sigo adelante porque la vida sigue, y tengo que vivirla como me merezco. Pero, que sepas que, érase una vez, una niña que contaba contigo.
Érase una vez, la traicionaste al no estar ahí para ella.
Érase una vez, le rompiste el corazón. Y sólo espero que seas capaz de vivir con eso.