Querido papá,
Sólo quería saludarte y decirte que me va bien. Ahora soy toda una jovencita. Cuando nos dejaste era esa adolescente que ningún padre querría cerca de sus hijos.
E imagínate, sólo tenía a mi madre para cuidarme. Salía, me pegaba, bebía, fumaba e incluso tendía a involucrarme sexualmente con los chicos con los que hablaba.
Pasé de ser la dulce niña que siempre quería ayudar a su padre a despellejar un ciervo, o a lavar el coche, incluso a querer ayudar a cortar la hierba y a manejar el tractor, a la peor pesadilla de papá y mamá.
Fui a buscarte en otros hombres, porque añoraba al hombre que me abandonó hace tantos años.
Ahora sé que cada vez que te ibas o intentabas volver pero desaparecías, no era culpa mía. Ahora sé que tenías problemas contigo mismo y esa es la razón por la que no podías ser un padre orgulloso y quedarte con mi madre.
Papá, quiero que sepas que la adolescente de pesadilla que fui ya no existe. Ahora tengo 21 años y por fin he dejado de buscar al hombre que se limitaría a llenar el espacio que dejaste en mi corazón.
En cambio, busqué a alguien que me llenara y me hiciera la chica más feliz del mundo. Ahora estoy comprometida y no puedo describir lo bien que me trata.
Nunca te vi hacer por mi madre las cosas que él hace por mí. Nunca he visto este tipo de amor. Nunca le mostraste a mi mamá este tipo de amor así que no sabía qué salir a buscar hasta que alguien finalmente me lo mostró.
Por fin alguien me enseñó cómo debe ser una familia. Porque nunca me lo enseñaron cuando crecía con mi madre.
Así que papá, creo que de aquella niña problemática de 12, casi 13 años, salí bastante bien. Creo que mi madre crió a una buena chica con un pequeño lado oscuro en su pasado.
Creo que mi madre hizo bien en mantenernos a ella y a mí. No habría conseguido hacer nada sin que ella estuviera a mi lado diciéndome que no era culpa mía, que algún día me echarías de menos.
Y que yo era una buena chica, sólo necesitaba demostrarte que no me habías hecho daño como creías.
Mis mejores deseos para ti, viejo, porque nunca podría desearle ningún mal al hombre que ayudó a crearme. Estoy agradecida de que te fueras cuando lo hiciste, ¡ya que me hiciste la mujer que soy hoy!
Tu hija.
por Jodi Lynn Strickland