Todos tenemos días en los que miramos profundamente al cielo y nos preguntamos: "Dios, ¿por qué me está pasando esto a mí?".
¿Por qué la vida es tan injusta? ¿No merezco algo mejor?
Esto sucede en todas las etapas de nuestra vida, pero de alguna manera los dolores del corazón tienden a doler de manera diferente.
El dolor que viene con un corazón roto es su propio tipo de agudo.
No podemos entender por qué nuestros sentimientos, nuestros esfuerzos y la inversión de nuestra alma no fueron suficientes para que las cosas funcionaran.
No podemos entender por qué alguien a quien dimos lo mejor de nosotros nos trató como basura, jugó con nuestro amor y traicionó todo lo que una vez tuvimos.
Pero Dios entiende y tiene un plan para nosotros.
Un plan que es mejor que todo lo que podamos imaginar.
Así que no importa lo difícil que sea para ti ahora y lo roto que esté tu corazón, confía en el plan de Dios; confía en Sus razones.
Esa mala racha, esa relación fea que tuvo una mala ruptura, no son más que duras pruebas, lecciones que tuviste que aprender aunque no quisieras.
Estaban allí para mostrarte lo que no es el amor.
Estaban ahí para enseñarte a acercarte al amor de forma diferente cuando te encuentre la próxima vez.
Tienes el corazón roto porque te mereces a alguien mejor.
Dios lo sabe y, con el tiempo, tú también lo sabrás.
A medida que continúes el viaje de tu vida, verás lo que quieres de la vida y del amor.
Te darás cuenta de que mereces a alguien mejor y, cuando llegue el momento, Dios te enviará al hombre que mereces.
Sólo hay que tener paciencia y confiar en Su voluntad.
Nunca dudes de la infinita misericordia de Dios, aunque te haya dado esta tentación.
No te olvides inmediatamente de todas las cosas buenas de tu vida y no te centres sólo en las malas.
No te sientas desesperanzado porque, por muchas veces que hayas rezado pidiendo alivio, nada haya mejorado.
Muchas personas piensan que son ser castigado por algunas transgresiones pasadas y que Dios quiere enseñarles una lección a través de ese sufrimiento.
Puede que sientas rabia y amargura. Eres un buen ser humano, ¿por qué te ocurre algo malo?
Es una pregunta natural y habitual que se hacen muchas personas cuando se enfrentan a un problema repentino.
Siempre estamos dando gracias a Dios por los buenos momentos de nuestras vidas, pero nos olvidamos de darle gracias cuando llegan los tiempos difíciles.
Él es quien nos envía tanto los días buenos como los malos y esos días malos están aquí con algún propósito.
Sólo tienes que averiguar su finalidad.
¿Sabes cuál es la mayor emoción de todas? La gratitud.
Y a pesar de todas las circunstancias, siempre hay que estar agradecido.
Sé siempre consciente de todas las cosas que Dios te ha dado y muestra siempre tu gratitud por ellas.
Él tenía su razón por la que te dio esos momentos y tú tienes que encontrar la manera correcta de responder a esas tentaciones.
Dios es nuestra fuerza y la llave de nuestra salvación está en sus manos.
Nunca dejes de darle gracias y de rezar por Su misericordia.
Esos días no durarán para siempre. Pasarán antes de lo que crees.
Sin embargo, es importante cómo te comportarás.
Tienes que tomar una decisión: si vas a estar agradecido a Dios por enviarte esos días malos para recordarte las cosas buenas de tu vida, o si vas a estar amargado y enfadado.
Si te sientes abrumado por todo lo que está sucediendo, sientes que tu mundo se derrumba, entonces sólo hay una cosa correcta que hacer.
Muestra tu agradecimiento a Dios y Él te mostrará el camino para salir de tus preocupaciones.
Da gracias a Dios por los días malos, ya que gracias a ellos podrás comprender la verdadera felicidad.
Podrás apreciar lo que es realmente importante en la vida.
Agradécele que te haga pasar por momentos difíciles porque apreciarás cada momento de tu vida.
Apreciarás más a tu familia. Serás capaz de apreciar todo en tu vida.
Agradécele que te haya hecho darte cuenta de lo maravillosa que puede ser la vida y de lo desagradecidos que podemos llegar a ser.
Dale las gracias por darte una lección. Los días malos realmente nos ayudan a crecer y nos dan algo de lo que aprender.
Nuestra vida está diseñada con altibajos.
Agradécele que te ayude a abrazar incluso esos días malos.
No tiene sentido luchar contra ello. Sé consciente de que no estás solo.
Todos tenemos días malos y todos estamos aprendiendo a sobrellevarlos.
Gracias a Él por enseñarte que hay mucho bueno para equilibrar lo malo.
Estás rodeado de innumerables cosas buenas; Dios te ha dado tantas bendiciones que es imposible no verlas.
Dale las gracias por darte la oportunidad de ver y aprender cosas nuevas.
Siempre que te ocurra algo malo, intenta ver algo positivo en ello; sólo así tendrás fuerzas para afrontar los días malos.
Agradécele por hacerte una persona más fuerte.
Esas malas experiencias te forman para ser mejor.
Te hacen más fuerte. Nietzsche dijo: "Lo que no nos mata, nos hace más fuertes".
Ese debería ser el lema de tu vida.
Dale las gracias por hacerte creer en ti misma. No te rendiste y eso es lo más importante.
No perdiste la esperanza. Esas malas experiencias te hicieron dudar de ti misma, pero fuiste más fuerte que eso.
Encontraste la manera de mejorar las cosas.
Los días malos son el momento de luchar, están aquí para recordarnos que debemos estar agradecidos a Dios.
Demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de luchar contra ellos. Para creer que todo ocurre por alguna razón.
Los días malos son el momento de ser mejor persona, de comprender que sólo Dios puede ayudarnos y de tener paciencia para superar esas malas experiencias.
Los cambios no pueden producirse de la noche a la mañana. Al fin y al cabo, sólo es un mal día, no una mala vida.
Recuerda siempre que Dios no te dará más de lo que puedas soportar.
Y después de cada tormenta, Él enviará el sol para que salga y brille de nuevo sobre ti.