Siempre estás ahí para la gente que necesita un amigo...
Eres el tipo de persona con la que siempre se puede contar. De día y de noche, siempre estás disponible para quienes te necesitan.
Y la gente cuenta contigo sobre todo porque siempre encuentras lo que hay que decir en el momento adecuado.
Tu comodidad sienta tan bien y por eso la gente siempre confía en ti cuando necesita un amigo.
Nunca puedes tratar a la gente como te tratan a ti...
Vives según tus propias reglas y aunque te gustaría tratar a la gente como te tratan a ti para darles una lección, no puedes.
No puedes porque no eres ese tipo de persona.
No tienes un hueso malo en el cuerpo y nunca podrás hacer que los demás prueben su propia medicina.
Cuando te pegan, devuelves el puñetazo con amabilidad, intentando siempre no hacer cosas malas a la gente.
Perdonas fácilmente...
Como eres el tipo de persona que siempre intenta comprender a los demás, te cuesta guardar rencor.
No importa cuánto te haya herido alguien, no importa cuánto tiempo sientas ese dolor presente en ti, perdonas con bastante facilidad.
Cuando alguien te hace daño...intentas ponerte en su lugar y acabas perdonándoles.
Perdonas demasiado...
No importa cuántas veces alguien te haya demostrado que no debes confiar en él, tú sigues poniendo la mano en el fuego, esperando que esta vez no te quemes.
No eres el tipo de persona que recuerda las cosas malas.
Y a veces, aunque no olvides que alguien te hizo mal, tu necesidad de cuidar de la gente siempre es mayor que tu dolor.
A menudo te olvidas de ti mismo por culpa de los demás...
Tal vez ese día quieras hacer algo sólo para ti.
Puede que hayas decidido que este periodo se centre en ti y sólo en ti, pero cuando alguien viene corriendo a pedirte ayuda, te olvidas de todo lo que tienes entre manos, de todo lo que has planeado, y decides ocuparte primero de sus necesidades.
Por eso nunca tienes tiempo para ti.
La gente está acostumbrada a tu amabilidad...
No tienes mala leche y la gente lo sabe.
En tu amabilidadtenerte cerca para cuidar de ellos, son cosas que deberías hacer porque nunca han sentido tu ausencia.
Siempre estabas ahí cuando te necesitaban y tener buena gente cerca es algo a lo que te acostumbras muy rápido.
Por eso nunca es algo extraordinario cuando haces un favor a los demás, porque es algo que de todos modos esperan de ti.
Te sientes mal por decir "no"...
Como la gente se acostumbró a tu amabilidad y a tus favores, se sorprenden cuando te ven con demasiadas cosas en el plato y tú intentando decirles "no".
He escrito "intentando" por una razón, porque aunque te apetezca decirles "no", tu mala conciencia no te lo permite.
No te dejaría dormir por la noche y te haría sentir mal o te haría sentir como una mala persona y eso es lo último que quieres.
Así que acabas haciendo cosas por otras personas que no merecen que muevas un dedo por ellas.
Nadie sabe cómo te sientes...
Lo peor de ser una chica que siempre cuida de los demás es ver que no hay nadie que cuide de ti.
Tú también caes en un agujero negro. Puedes estar deprimido, puedes sentirte mal con tu vida también. Pero nadie se daría cuenta.
Nadie sabría qué hacer contigo.
Así que no dejas que los demás sepan cómo te sientes. Reprimes tus sentimientos y decides cuidarte solo.
Nunca te tratan como mereces...
El lado feo de ser una chica que cuida de los demás es el hecho de que la gente nunca se comporta contigo como debería.
Nunca te tratan como te mereces.
Te mereces el mundo. Te mereces a alguien que sepa cómo tratarte.
Tú también mereces que te cuiden. Te mereces el amor que sigues dando a los demás. Y esperas recibirlo algún día.
La verdad es que lo harás, pero ten paciencia.
El lado bonito de ser una chica que siempre cuida de los demás es el hecho de que hay una persona ahí fuera que es cariñosa y amable como tú.
Esa persona está pasando por lo mismo que tú.
Así que no pierdas la esperanza y no te conviertas en alguien como los demás en este mundo.
Sé fiel a ti mismo para que tu alma gemela pueda reconocerte cuando os conozcáis.