¿Crees que no querría ser normal? ¿Crees que causo todos los líos que pasamos porque así me gusta?
¿Crees que soy de los que les gusta confundir a la gente y enviar señales contradictorias? Nada de eso es cierto.
Mataría por ser normal. Pero tener un desastre en mi vida es la única forma que conozco de vivir.
No quiero enviar señales contradictorias, pero la mitad de mi vida no tengo ni idea de lo que quiero porque estoy segura de que, elija lo que elija en la vida, mi querida amiga la ansiedad me obligará a cambiar de decisión.
A mí tampoco me gusta, pero a diferencia de ti, en realidad no tengo elección, tengo que vivir con ello.
También me gustaría despertarme con una sonrisa en la cara, deseoso de abrazar todo lo que el día tiene que ofrecerme.
Pero, por desgracia, me despierto con un nudo apretado en el estómago, muy preocupada por todo lo que pueda salir mal ese día. Y cada día empieza igual.
Sé que mi ansiedad hace que te cueste quererme, pero también hace que me cueste vivir.
Dices que está todo en mi cabeza y que podría controlarlo si me esforzara lo suficiente. ¿Crees que no lo he hecho ya? ¿Crees que no lo sé?
Pero no tienes ni idea de lo que se siente al tener un inquieto ejército de pensamientos en la cabeza que no se va.
Nada de lo que hago funciona, la ansiedad ha ocupado mi mente y no se va.
No tienes ni idea de lo difícil que es concentrarse en lo que alguien está diciendo mientras mi ansiedad y mis inseguridades atacan cada célula de mi cuerpo.
Por ejemplo, el otro día intentabas hacer planes para que tus amigos y yo estuviéramos juntos y al instante me entró el pánico.
Me daba pánico la idea de estar rodeado de tus amigos, así de irracional es mi ansiedad.
Seguramente te extendiste y explicaste todo el plan en detalle, pero en el momento en que iniciaste el tema fui incapaz de escuchar nada más.
Hablaste y me agobié. Entré en pánico. Me asusté. ¿Y si no les caigo bien? ¿Y si digo una estupidez?
¿Y si me avergüenzo a mí mismo o si te avergüenzo a ti?
¿Y si me preguntan algo personal y me ruborizo o empiezo a murmurar?
¿Y si me siento incómoda? ¿Y si piensan que no soy lo bastante buena y que deberías buscar a alguien normal y que no lleve tanto equipaje?
Verás, era una tarea simple y mundana y también la arruiné. Mi ansiedad lo arruinó en realidad, pero es lo mismo.
Lo que a ti te parecía algo normal resultó ser mi pesadilla.
Hizo aflorar todos mis demonios y una vez más olvidé que no te importa lo que los demás piensen de mí.
Olvidé que me quieres tanto si tus amigos me aceptan como si no. Olvidé que prometí que nunca pensaría mal de mí. Lo olvidé todo.
Sé que te hice sentir como si necesitaras andar de puntillas a mi alrededor. Sé que te confundo tanto como me confundo yo. Sé que a veces te dejo sin palabras y atónito.
Sé que no lo entiendes. Y lo siento.
Siento no saber explicarme, siento tener miedos irracionales, siento que me suden las palmas de las manos cuando nos encontramos a alguien conocido por la calle y que sea incapaz de hablar.
Sé que sería mucho más divertido enamorarse de una chica con un espíritu inquieto que estar enamorado de una chica paranoica y ansiosa.
Sé que sería mucho más fácil estar con una chica sin miedo, pero tú me elegiste tal y como soy y no sabes cuánto significa eso para mí.
Entiendo que es duro y aunque no quiero que me dejes, entendería que un día se marchó.
Siempre temo que este amor se convierta en una carga para ti, pero no te culparía por no poder soportarme más.
Diablos, es duro para mí, que ya debería haber aprendido a vivir con ello, así que no puedo ni empezar a adivinar lo que se siente por ti.
Lo siento si tardo tanto en responder a tus mensajes, si esperas demasiado a que tome una decisión, lo siento por hacer planes que no suelo cumplir, lo siento por llegar siempre tarde, por pensar demasiado antes de hablar, lo siento por hacerte dudar de ti misma por culpa de mis propias inseguridades.
Ojalá pudiera hacer que todo desapareciera, pero no puedo. Sólo puedo amarte y esperar que sea suficiente.
Sé que es duro. Sé que soy un desastre. Sé lo que te estoy haciendo y lo siento. Pero que sepas que eres lo único en este mundo que me hace esforzarme.
Eres la única razón por la que consigo luchar contra mi ansiedad y eres la única que me motiva a salir de mi zona de confort y hacer las cosas que sé que no sería capaz de hacer sola.
Lo siento por ser difícil de amar, pero estoy agradecido por tener a alguien como tú para estar ahí para mí, incluso cuando no me lo merezco.
Gracias por quedarte y estar a mi lado incluso cuando no me quieres. Gracias por elegirme aunque puedas tener un millón más. Gracias por amarme a pesar de mis defectos.
Gracias por amarme incluso cuando es difícil. Gracias a ti, tengo un poco menos de miedo a vivir.