Querido "Amor de mi vida",
Te escribo esta carta con el corazón en un puño. Sólo quiero que sepas lo que he pasado cuando estábamos juntos.
Oh espera, estar juntos no es una buena palabra.
Cuando yo pensamiento que estuviéramos juntos quedaría mejor aquí. De todos modos, tengo la necesidad de decíroslo, para que no le hagáis lo mismo a otra mujer.
No quiero que nadie sienta el dolor que yo sentí. No se lo desearía ni a mi peor enemigo.
Verás, siempre pensé que envejecería contigo. Pensé que eras el hombre de mis sueños.
Eras el aire fresco en mis pulmones y un arco iris cuando la vida era dura.
Estabas ahí para mí, pero no vi más allá en tus ojos. No vi que tú no sientes lo mismo.
Salir conmigo sólo era conveniente para ti. Era sólo una forma de sacudirte el estrés. Al final, necesitabas a alguien que cocinara, limpiara y te hiciera compañía.
Y eso es lo que era para ti. No tu alma gemelano tu amada. Sólo era alguien que estará ahí hasta que aparezca la chica adecuada. Pero el problema es que yo no lo sabía.
Tendía a vivir en la ignorancia, pensando que para nosotros dos el trato ya estaba hecho. Pensaba que te quedarías conmigo cuando tuviera problemas.
Pero ni siquiera me escuchabas mientras hablaba de ellas. Estabas preocupado mandando mensajes a otras mujeres y descuidándome totalmente.
Preferías salir con los chicos en vez de quedarte conmigo en casa. Nunca podrías entender mi trabajo, mis amigos o mi familia.
Todo eso fue demasiado para ti. Pero fui insistente. Quería que me quisieras. Quería que te importara. Quería ser la mujer a la que mirarías en una habitación llena de gente.
Quería ser lo último en lo que pensaras al acostarte y lo primero en lo que pensaras al abrir los ojos. Quería que me quisieras como yo te quise a ti.
Estaba profundamente, locamente y sin limitaciones enamorado de ti. Pero tú no lo viste. O simplemente fingiste que no lo veías.
Yo era la que lloraba toda la noche, pensando en cosas que me entristecían. Y al otro lado de nuestra cama, tú dormías serenamente como un bebé.
No sabías nada del demonios dentro de mi.
Y cada día era una nueva batalla, una batalla por tu amor.
Entonces, durante una de esas noches solitarias, me vi accidentalmente en el espejo. Y me quedé atónita. La mujer del espejo era una copia de mí.
Pude ver en su cara que estaba llorando - sus ojos estaban rojos por todas esas lágrimas. Estaba pálida, con el rímel mezclado con las lágrimas. Y me asusté.
Me asusté de aquello en lo que me habías transformado... no, en lo que había permitido que me transformaras. En ese segundo, decidí parar.
Decidí quemar los puentes entre nosotros dos. No quería ser una chica triste más. Quería más. Merecía más. Pero tú no podías proporcionármelo.
Ahora, después de todos estos años sin tenerte a mi lado, quiero darte las gracias.
Gracias por demostrarme que puedo hacerlo mejor. Gracias por decepcionarme tantas veces que aprendí a levantarme.
Gracias por no amarme porque al hacerlo, le diste a otro hombre la oportunidad de hacerme feliz.
Y sobre todo, gracias por dejarme ir. El día que me dejaste ir, sin siquiera intentar traerme de vuelta, nací de nuevo.
Y no cambiaría ese sentimiento por nada del mundo. En definitiva, quiero daros las gracias una vez más por haber hecho de mí la persona que soy ahora.
Sin ti nunca lo habría conseguido.
Con cero amor,
La chica que nunca fue tuya