Amar a un infiel es ese tipo de amor que nos agota. Ese tipo de amor que nos deja rotos, vacíos y exhaustos.
Nunca entras en una relación esperando que alguien sea infiel, nunca das tu confianza a alguien si sabes que se la van a jugar.
Nunca dejas entrar a alguien si sabes que te dará por sentado.
E incluso con todas las señales gritándote a la cara que él no es quien pensabas que era, sigues aferrándote a la esperanza de que tal vez todo esté en tu cabeza.
Que tal vez si te esfuerzas más y le quieres con más fuerza, cambiará.
Y eso es lo que nos destroza. Nuestro amor, nuestro fuego loco que nos vuelve a quemar, nuestro corazón tonto que sigue creyendo, incluso cuando se rompe una y otra vez.
Eso es lo que nos hace amar a un infiel. Te hace sentir que no eres suficiente.
Sientes que todas las demás mujeres son más guapas que tú.
Todas las demás mujeres tienen su atención, mientras tú luchas sólo por un segundo de ella. Empiezas a dudar de ti misma, preguntándote si tal vez eres tú.
Si tal vez es algo que hiciste o tu forma de ser.
Empiezas a preguntarte cómo cambiar para que te ame, mientras él no hace nada para impedírtelo. Mientras él no hace nada para demostrarte su amor.
Te hace luchar por su amor. Sientes que si dejas de intentarlo se irá, así que sigues luchando y luchando hasta que te quedas sin fuerzas.
Sigues dando partes de ti sólo para hacerle feliz, hasta que te pierdes por completo. Pero el caso es que él se quiere a sí mismo más que a nadie.
Siempre se antepondrá a sí mismo, siempre antepondrá sus deseos a tus necesidades.
Sus juegos te harán temer volver a confiar en alguien. Su traición a tu amor, a la historia que compartís, es sólo porque necesita más.
Sólo porque sea incapaz de amar y de conformarse, te romperá. Y sus acciones dejarán cicatrices en tu tierno corazón, el corazón que esconderás del mundo.
Serán la causa de todos los muros que construyesporque tienes miedo de que te vuelvan a hacer daño.
Te encerrarás en ti mismo, porque estás harto de que te descuiden, harto de dar y no recibir más que dolor a cambio.
Te hará sentir como si tú fueras la antipática. Creerás que fuiste tú, que podrías haber hecho las cosas de otra manera.
Quizá podrías haberte peinado como la chica del bar y comprado un vestido como la chica del restaurante.
Perdiéndote en compararte con otras mujeres, tratando de encajar en el molde de perfección que él tiene. Pero cariño, tú ya eres perfecta.
No eres tú el que no se deja querer, es él quien es incapaz de amar.
Seguirá haciéndote daño una y otra vez, mientras le quieras. Cada vez que apartes la mirada, te romperá.
Cada vez que te despiertes solo en la cama, romperá tus esperanzas en miles de pedacitos.
Y cada una de esas piezas te atravesará, hiriéndote y haciéndote sangrar.
Mientras sigas con él, te romperá. E incluso si se disculpa, nunca cambiará. Aunque se ofrezca a compensarte, nunca lo hará.
Porque, ¿hay alguna forma de compensar el haber roto a alguien? ¿Hay alguna forma de compensar el haber destruido a alguien?
¿Por plantar en ellos una semilla de miedo, por hacerles construir muros sólo para mantenerlos a salvo?
Nunca te amará como mereces ser amada.
Nunca se preocupará por ti como tú te preocupaste por él. Y nunca te tratará como debes ser tratada.
Sólo es capaz de darte dolor, una y otra vez, hasta que decidas que es suficiente. Hasta que te pongas en primer lugar y te alejes para siempre.