Cuando me acuesto sola por la noche, no puedo recordar cómo me sentía al acostarme a tu lado. No puedo recordar cómo se sentía tu tacto ni cuánto te quería. No puedo entender por qué ya no estás a mi lado.
A vecesNo recuerdo el color de tus ojos ni cómo me mirabas. He olvidado cómo podía sentir tu mirada desde el otro lado de la habitación y cómo tu mirada me hacía sentir la única chica de este mundo.
No recuerdo el color de tu pelo ni el de tu voz. Olvido todas esas cosas bonitas que me decías. Olvido cómo me hacías sentir especial y cuánto me gustaba oírte hablarme.
Olvido todas las películas que fuimos a ver juntos, quién es tu personaje favorito y en qué película te gustaría vivir. A veces olvido tu canción favorita o nuestra canción. Se me olvidan los pasos de baile de la canción que bailamos en mi cumpleaños. A veces, olvido la fecha de tu cumpleaños.
A veces, Olvido cómo me hiciste reír. Me olvido de lo bien que me sentía estando contigo y de cómo le gustaba a todo el mundo vernos juntos. Olvido dónde te gustaba comer, cuál era tu comida favorita y qué fue lo más embarazoso que te pasó en un restaurante.
Me olvido de que te quiero. Que aún existes en mi corazón. Olvido lo mucho que te echo de menos y lo mucho que te deseo. Me olvido de preguntar por ti o de consultar tu perfil. Me olvido de nosotros. A veces, sólo estoy yo. A veces, no puedo recordar todos los planes que hicimos para nosotros y las cosas que me prometiste.
A veces olvido cómo esperaba cada cita que teníamos. Olvido cómo mi mano encaja perfectamente en la tuya. No recuerdo cómo hueles ni cómo sabía tu beso. No recuerdo cuánto tiempo salimos o cuánto hace que ya no salimos. Olvido cómo te mordías el labio cuando estabas nervioso o cómo hablabas con admiración de las cosas que te gustan. Olvido el brillo de tus ojos cuando me ponía aquel vestido rojo que siempre te encantó.
A veces, me olvido de ti.
Pero, la mayoría de las veces, no.
Véase también: 5 consejos para curar un corazón roto