Probablemente te hayan dicho que pensar demasiado mata las relaciones.
Has oído que estar en una relación con un pensador excesivo es como una frase de toda la vida en la que tienes que dar explicaciones y vigilar tu tono porque tu pareja, que piensa demasiado, puede confundirlo con otra cosa y no con lo que querías decir.
Déjame decirte que quien te haya dicho eso necesita un baño de realidad.
Si tienes una pareja que piensa demasiado las situaciones y conoce el resultado final para cada escenario posible, en realidad tienes a tu lado a alguien que es más que capaz de amar y tu mejor relación va a ser con ella.
Sé que puede sonar raro, pero créeme. Hay algunos cosas que debes saber sobre un pensador excesivo.
Un pensador exagerado nunca te hará sentir poco querido.
Conocen la sensación de no ser lo bastante bueno para alguien y no quieren hacer sentir así a nadie.
Si una persona que piensa demasiado te quiere, eres una persona afortunada porque tu pareja hará cualquier cosa para que te sientas feliz.
No hay nada que sea demasiado difícil para ellos si te quieren de verdad.
Un pensador exagerado nunca te dejará ir.
Por el hecho de pensar demasiado las situaciones, saben que siempre hay una posibilidad de hacer que las cosas funcionen y que siempre hay una manera de mejorarlas.
Los que piensan demasiado usan su imaginación para imaginar todos los resultados y ven que ambos saldrán lastimados si se separan y no quieren eso.
Quieren felicidad y seguridad, y eso es lo que tú también obtendrás.
Lo que pasa es que a un pensador excesivo le importa.
A veces incluso demasiado. Pero se preocupan de verdad y por eso no pueden dormir por las noches.
Es probable que tu pareja, que piensa demasiado, no pueda controlar los pensamientos que nadan en su cabeza porque realmente le importan un bledo.
Esa es la magia que se esconde tras la sonrisa de un pensador exagerado.
¡Un pensador exagerado te lo dará todo!
No tienen vergüenza a la hora de entregarse a los demás y eso es algo que hay que valorar.
Dan todo lo que tienen y todo lo que son a la persona que aman y no se contienen.
A sus ojos no es algo malo porque saben que les espera el amor.
Yo mismo soy un pensador exagerado y sé lo difícil que es que la gente nos entienda.
Para ellos, damos miedo por la dedicación que tenemos a las cosas de nuestra vida y por la forma en que manejamos las situaciones.
Pero esas personas no conocen el amor y el cariño que se esconden detrás de todos esos pensamientos.
Pensamos demasiado porque tenemos miedo de perder a alguien que nos apasiona profundamente y no queremos hacerle sentir que no es suficiente.
Porque créanme, nos hemos sentido así más veces de las deseadas.
Un pensador excesivo se fija en las pequeñas cosas.
Nos fijamos en cómo dice nuestro nombre, en cómo sonríe cuando se siente incómodo y en cómo se toca los labios cuando se pone nervioso.
Lo vemos todo porque nos gustan más esas pequeñas partes de una personalidad que las que se muestran a los demás.
Un pensador excesivo se disculpará.
Ni siquiera tenemos que pensar en esto porque sabemos cuándo nos equivocamos y sabemos cómo compensarte.
Sabemos que pedir perdón es crucial para que alguien se sienta mejor y para continuar nuestra relación.
Se trata de amar y cuidar profundamente.
Los que piensan demasiado no son una carga, así que no tengas miedo de quererlos. A veces es estresante porque somos francos, atrevidos pero también muy bellos.
No nos guardamos nada. Y menos el amor. Cuando encontramos al amor de nuestra vidael amor que hemos estado buscando, no lo dejaremos escapar.
De ninguna manera permitiremos que nuestros seres queridos se sientan solos, tristes o enfadados, sin intentar al menos que se sientan mejor.
Éstas son las razones por las que tu mejor relación será con una persona que piensa demasiado.
No te dejes distraer por nuestra personalidad aparentemente pegajosa o por los pequeños arrebatos de celos.
Cuando inicies una relación con una persona que piensa demasiado, verás que somos mucho más que eso y empezarás a querernos de formas que antes te parecían imposibles.
Puede que te ofenda la forma en que pensamos todo lo que haces y dices, pero es sólo porque nos importa. Se lo prometo.