¿Cómo dejar de preocuparte por alguien que hace que tu corazón lata a mil por hora? ¿Por alguien que te alegra el día con su sola presencia? ¿Es humanamente posible hacerlo?
Me hice las mismas preguntas una y otra vez hasta que lo descubrí.
Como la mayoría de nosotros, la única forma de entender las cosas es experimentarlas en tu propia piel: fracasar estrepitosamente para poder volver a subir. A veces no hay otra forma de avanzar que experimentar el dolor.
Así puedes aprender de ello. Puedes darle una vuelta de tuerca a ese dolor para que tenga un resultado positivo.
El momento de epifanía para mí fue esa pequeña fracción de segundo en la que me di cuenta de que la vida es demasiado corta para relaciones a medias, promesas a medias y hombres a medias.
El momento en que finalmente entré en razón y me di cuenta de que merezco más, merezco algo mejor que esto. Merezco a alguien que se preocupe por mí de la misma manera que yo me preocupo por él y nada menos.
Ese momento no llegó fácilmente. Llevó su tiempo. Tuvo que vaciarme de emociones hasta el punto de que lo único que sentí fue un entumecimiento total.
Mi cabeza estaba llena de promesas incumplidas, mentiras y juegos a los que jugaba conmigo sólo porque sabía que podía hacerlo. Dejé que se acercara demasiado sin obtener nada a cambio.
Pensé que el tiempo haría lo suyo: crecería, cambiaría, me convertiría en su prioridad, mejoraría su juego y se convertiría en el hombre que siempre consideré que era bajo esa fachada infantil que llevaba a cuestas. Pensé mal.
Esperar a que el tiempo resolviera mi relación con él sólo empeoró las cosas. En realidad no era más que un niño que estaba poniendo a prueba mis límites.
Decidió jugar con mis sentimientos hasta que llegué a mi punto de ruptura.
Cuando finalmente me quebré, Aprendí a dejar de preocuparme por alguien a quien no le importa sobre mí. Por eso quiero compartir contigo lo que he aprendido.
Quizá te ayuden tanto como me ayudaron a mí.
Recuerda que lo que mereces es más importante que lo que quieres
Es muy difícil hacer ese corte. Tomar la decisión de que tú eres tu prioridad y que no debes conformarte con nadie que te trate como si no fueras suficiente.
Pero créeme: tras el golpe inicial de tristeza y soledad, las cosas empiezan a mejorar. Encuentras la manera de reconstruirte y exigir las cosas que mereces.
Abre los ojos y míralo por lo que realmente es
Estar enamorado a menudo nubla nuestro juicio. Nos hace crearnos una idea en la cabeza sobre la persona que nos importa que no tiene ninguna relación real con ella.
Si te está manipulando, jugando, mintiendo y evitando cualquier tipo de compromiso, seguro que no es el "príncipe azul" que tú pensabas que era.
Una vez que te haces una idea real de quién es y de lo que te está haciendo, sus encantos empiezan a desaparecer. Ya no es tan increíble como te lo imaginabas y cada día te importa menos.
Prioriza tu felicidad
Si él hace las mismas cosas una y otra vez y tú sigues dándole infinitas oportunidades, nada cambiará. Seguirá haciendo lo mismo porque confiará en que le perdones cada vez.
Te verá como su red de seguridad, alguien en quien puede confiar para estar siempre ahí.
No quieres ser una simple red de seguridad para alguien que te importa tanto. Especialmente cuando es algo tan inconstante en tu vida.
No le preocupa tu felicidad, sino la suya. Esa es la lección que tienes que aprender de él...dar prioridad a tu propia felicidad.
Póngase usted primero. Hazte feliz y haz realidad tus propios sueños. No dependas de nadie para que lo haga por ti.
No busques que él te proporcione la felicidad que nunca te dará. Está en tus manos.
Sigue a tu corazón pero escucha a tu cerebro
Si tu corazón y tu cerebro no están sincronizados, estás en una mala relación. El corazón siente lo que siente, eso es indiscutible, pero el corazón también puede ser engañoso, por eso hay tantas malas relaciones.
Por eso a menudo nos conformamos con menos de lo que merecemos.
Así que, cuando finalmente decidas que es hora de dejar de preocuparte por él, asegúrate de escuchar a tu cerebro cuando empiece a enviarte mensajes y a llamarte. No te creas sus excusas, ya las has oído antes.
Déjale hablar y observa lo aburrido que se vuelve todo. Nunca oirás nada nuevo, sólo las mismas excusas tontas cada vez. Tú eres mejor que eso.
Establecer normas
Exige que el amor, el respeto y la validación que das a alguien te sean devueltos. El error que cometí es que no fui clara conmigo misma sobre mis propias normas.
No me valoré lo suficiente. Por miedo a perderlo, dejé que hiciera de mí una marioneta. Nunca debí hacer eso: no soy el juguete de nadie.
Tuve que mantener una larga y significativa conversación conmigo misma y establecer cuáles deberían haber sido las normas. Decidí que nunca dejaré que nadie me dé por sentado.
Me ayudó en el futuro y me hizo ver todas las cosas que estaba dejando pasar a la ligera.
Establecer normas proporciona a los hombres un conjunto claro de límites que no deben traspasarse.
No, no tienes que actuar como una zorra y hacer que alguien se sienta como si fueras su jefe, pero tienes que asegurarte de que ambos sabéis qué cosas no se pueden tolerar y nunca se tolerarán.
Dejándolo ganarás mucho más
Existe eso que se llama armonía, ese estado de paz interior que no tiene precio. Eso es lo primero que ganarás cuando le digas adiós.
Al despedirte de él también te estás despidiendo de todo el dolor que te está causando, de todo el estrés, de todas esas noches sin dormir esperando que te devuelva el mensaje y de todo tipo de manipulaciones y malos comportamientos que te ha hecho pasar.
Al despedirte de él, te estás saludando a ti misma.
Es hora de dejar de preocuparse por quienes claramente no se preocupan por ti.