Te escribo esto, no porque te eche de menos como podrías pensar, sino para salvar a todas las mujeres que estarán contigo después de mí. Te escribo para asegurarme de que no las maltratarás como hiciste conmigo. Espero que seas capaz de aprender de tus propios errores y no vuelvas a perder a una mujer valiosa.
Hay cosas que te parecen pequeñas e insignificantes, pero para una mujer, esas "pequeñas cosas" significan el mundo entero. No eres capaz de ver cuánto anhelamos las pequeñas muestras de afecto y aprecio. Déjame ayudarte a abrir los ojos, porque aparentemente no eres capaz de hacerlo por ti mismo.
No necesitamos que bajes las estrellas del cielo para sentirnos queridos. No necesitamos que te encierres en casa para evitar a todas las mujeres que puedan flirtear contigo. Esas cosas son exageraciones que los hombres convierten en estereotipos porque siempre piensan que somos pegajosas y necesitadas.
Pero la verdad es que sólo te queremos a ti y un poco de esfuerzo. Basta con recordar nuestra relación: nunca te pedí que escalaras montañas por mí, ni que saltaras de los puentes. Sólo te pedí que estuvieras a mi lado cuando te necesitara. Te pregunté si podías ayudarme cuando mi ordenador estaba estropeado y cuando estaba enferma, cansada y no podía levantarme de la cama. Pero no estuviste ahí para mí.
¿De verdad te pedí tanto? No. Te pedí lo que le pediría a un amigo íntimo, alguien en quien puedo confiar. Pero por alguna razón, todo era demasiado para ti. Todo era más importante que yo porque yo sólo era una opción para ti.
El esfuerzo no mata. No te habría matado estar ahí cuando te necesitaba. No te pedí que estuvieras a mi lado 24 horas al día, 7 días a la semana, y aun así no fuiste capaz de darme ni el más mínimo afecto que una mujer puede pedir. No sé si pensaste que morirías si intentabas hacerme feliz o qué; sin embargo, ahora te has quedado sin mí.
Me fui porque ya no podía hacer nada más. Hablé contigo cientos de veces, siempre intentando que entendieras lo importante que era para mí nuestra relación. Siempre era yo la que intentaba que funcionara, la que intentaba que fuera mejor. Pero no conseguí mucho, excepto faltas de respeto y un corazón roto.
¿Por qué estás confundido? No lo estés. Lo he dejado claro tantas veces que no soy capaz de contarlas. No quiero estar con alguien que no quiere esforzarse. Si quieres que una relación funcione, no puedes seguir pensando que debe ser ella la que corra de un lado a otro y haga todo lo posible por complacerte mientras a ti te importa un bledo.
Ella debe ser respetada, apreciada y amada. Si no eres capaz de darle todo lo que necesita para ser feliz, no la mereces.
Vendrá otro y te la robará delante de tus narices. Y es exactamente por la falta de esfuerzo y por el hecho de que no estás dispuesto a cambiar. Pero cuando ella te deje, acabarás en un rincón de la habitación, abrazándote las rodillas, preguntándote qué hiciste mal y recordarás esta carta. Sabes que lo harás.
No es muy difícil, te lo prometo. Son sólo unos mensajes de texto o una llamada al día. No olvides que existe. Sé que amas a tus amigos y sé que amas tu trabajo pero hay cosas más significativas en tu vida. Te sentirás vacío sin ella...como lo haces ahora sin mí, porque no se trata sólo de tu carrera o del partido de fútbol de esta noche.
El esfuerzo no mata. Me gustaría poner esto en una valla publicitaria para que todos los hombres se recuerden a sí mismos que la mujer de su vida merece todo el esfuerzo de este mundo. Pero ella nunca irá por ahí pidiéndole todo lo que tiene: ésa es la belleza de una mujer. Siempre pide menos de lo que se merece. Al menos puedes hacerla feliz dándole la cantidad de esfuerzo que la hará feliz.
Por eso hay que tener cuidado. O la perderás, como me perdiste a mí. Ella se dará cuenta de que no eres más que un egoísta y entonces será el fin para ti. Espero que te des cuenta de estas cosas antes de que sea demasiado tarde.
Con amor,
La chica que no supiste mantener.