No le preguntes qué le pasa mientras parpadea un millón de veces para que se le pasen las lágrimas.
No le preguntes por qué está decaída y por qué le tiemblan tanto las manos.
No te atrevas a preguntarle por qué ya no se ríe tanto como antes o de dónde han salido esos círculos negros que tiene alrededor de los ojos.
No le preguntes por qué ya no se delinea los ojos ni por qué lleva siempre esa sudadera con capucha de gran tamaño. Ni se te ocurra preguntarle dónde la compró.
No le preguntes por qué se muerde el labio inferior mientras ojea nerviosa la sala llena de gente como si buscara algo o a alguien.
No te atrevas a decirle que está hecha un desastre y luego preguntarle qué le pasa.
No le preguntes por qué siempre está sola, por qué dejó de dejar entrar a la gentey cómo es que evita a todos los que amó antes.
No preguntes por qué está rota, no preguntes por qué prefiere la noche al día, o si puede olvidar a todas esas personas que la rompieron.
No lo hagas. pregúntale si está bien-sabes que mentirá.
Cuando veas que está a punto de llorar, no preguntes nada, no importa. Sólo abrazo y se callara.
Cuando veas que está nerviosa, que tiembla y que está destrozada, tómala en tus brazos.
Cuando sepas que lleva mucho tiempo sin reír, hazla sonreír, rodéala con tus manos y dile algo bonito.
Cuando parezca el mayor desastre que existe, no hagas preguntas, dile que está perfecta tal y como está y abrázala.
Cuando eche un vistazo a la sala llena de gente, no le preguntes a quién está buscando: abraza a quien le falte.
Cuando insista en estar sola, mírala a los ojos y dile que es más que suficiente, dile que es digna y que merece ser amada. Dile que no merecía estar rota, pero que no importa que lo esté porque tú estás ahí para pegar sus pedazos rotos.
No hagas preguntas estúpidas. No seas de los que no saben qué hacer. No intentes decir cosas que puedan hacerla sentir peor.
Cuando veas a una chica que hace tiempo que no es ella misma, no le hagas preguntas cuya respuesta ya conoces. En lugar de eso, rodéala con tus brazos. Deja que sienta tu calor. Deja que tu cercanía destierre su depresión, sus pensamientos oscuros, sus ganas de morir.
Haz que vuelva a sentirse viva. Hazle sentir que no está sola. Haz que se sienta segura. No preguntes. Sólo abrázala.