Recuerdo una época en la que tenía 27 años y me encontré en medio de fiebre del matrimonio. Parecía que todo el mundo a mi alrededor había encontrado a su compañero de vida. Excepto yo. Todavía estaba recomponiendo mis piezas después de una ruptura muy fea.
Yo era indignado por el hecho de que todo el mundo menos yo lo tenía todo resuelto. Además de todo eso, mi mejor amiga, Jessica, me llamó para darme una noticia emocionante:
- "Me comprometí con Jason, me lo propuso ayer. Nos casaremos el próximo verano".
Conoció a Jason cuando se mudó a la costa Este, hace seis meses. ¿Cómo pasaron tan rápido de conocerse a comprometerse? Me quedé perplejo y no entendía el tremendo entusiasmo por el matrimonio.
Jessica se dio cuenta de que me sentía un poco agitado y me recordó mi declaración de hace unos años, cuando aún estábamos en el instituto:
- "No me casaré antes de los 30 y no tendré hijos antes de los 35".
Realmente resultó así: Me casé a los 31 años y di a luz a mi primer hijo a los 35. Como si hubiera escrito el escenario de mi trayectoria vital siendo aún adolescente.
Yo sigo felizmente casado y, basándome en las experiencias de mis amigos divorciados y en las mías propias, puedo darte 20 razones por las que no deberías precipitarte a casarte antes de los 30 años. Escúchame.
1. Explórate mientras tienes 20 años.
La gente elige casarse a diferentes edades y no te preocupes, está perfectamente bien. Por supuesto ¡no puedes programar una reunión con El Elegido! Ocurre cuando es el momento adecuado.
Sin embargo, tenga en cuenta que antes de comprometerse con alguien, primero debe conócete a ti mismo. Por lo tanto, tenga en cuenta su La veintena es el momento de explorar tu verdadera personalidad, tus necesidades y tus deseos. Permítete descubrir qué es realmente importante para ti. No te compares con los demás.
2. Madurar también mejorará tu capacidad de comunicación.
Tras años de experiencia en relaciones, tus expectativas serán más maduras. Dejarás de soñar con Príncipe Azul y prepárate para abrazar a una persona de verdad con la que compartir los buenos momentos.
Además, sabrás expresarte y expresar tus emociones. Sabrás cuándo decir no a determinados comportamientos y poder determinar si la relación merece la pena.
3. Tu confianza en ti mismo se disparará a los 30 años
Usted ya ha conseguido algunos logros en la vida y te dan una sensación de confianza. Has obtenido un máster, o ese ansiado ascenso en el trabajo, quizá por fin te has mudado a otro lugar que no sea tu ciudad natal.
Ahora puedes cuidarte y creer más en tus capacidades. Todos los fracasos y éxitos pasados se convirtieron en los elementos de construcción de tu autoimagen.Eres capaz de ser sincero contigo mismo y con los demás.
4. A los treinta y tantos sabes exactamente lo que quieres
Las mujeres que contraen matrimonio a los 30 años tienen más probabilidades de seguir casadas por su mayor capacidad para tomar decisiones meditadas.
Los jóvenes tienden a tomar decisiones imprudentes y a menudo cambian de opinión más tarde. Algunas parejas jóvenes se divorcian tras una primera pelea importante. Mi madre siempre me decía que tendré mejor juicio cuando sea mayor y me aconsejaba evitar las decisiones precipitadas, y es realmente cierto.
5. Permítase vivir solo
Sabes estar solo y disfrutar de tu propia compañía. Las personas que son autoindulgentes no traerán problemas de dependencia al matrimonio. y mantendrá con éxito una relación sana.
Además, sabes cómo mantener ordenado tu piso, cómo prepararte una cena. Compras la comida, pagas las facturas, etc. Cuando domines todo esto por tu cuenta, hacerlo en pareja será pan comido.
6. Ahora eres capaz de gestionar el dinero con sensatez
Ha pasado mucho tiempo desde que tu madre dejó de ser tu directora financiera. Ahora, tú eres el único responsable de tus decisiones de gasto o ahorro.
Aprender a administrar el dinero puede ser difícilpero esos tiempos han quedado atrás, ¿verdad? A estas alturas, ya sabes cómo organizar bien tu vida y tu dinero.
7. Sobrevivir a todos los desengaños te hizo muy duro
Oh, todas esas noches oscuras del alma... Pues adivina qué, eso ya es pasado. Pase lo que pase, podrás manejarlo mientras sigas en pie.
Cuando recuerda tus golpes emocionales empiezas a reirte. Ahora ya lo sabes. Estar en la treintena mola, ¿verdad?
8. Tu carrera tiene una dirección
Ya tienes experiencia en tu trabajo, sabes bien a qué atenerte y tus obligaciones están bastante claras. Se acabaron los tiempos de competir y demostrar tu valía. Esto te dejará con suficiente energía y tiempo para centrarse en su familia.
También ha aprendió a formar parte del equipo y es una habilidad muy útil en el matrimonio o en cualquier otra relación.
9. Los 30 te hacen sentir más auténtico y conocedor
En nuestros 20 años, tendemos a reflejar los patrones de comportamiento de nuestros amigos íntimosCumplir las expectativas de los demás, ya sean familiares o sociales, y a veces perdernos por el camino. Muchos de nosotros desconectamos de nuestro yo auténtico.
Cuando seas más maduro, empiezas a prestar atención a tus impulsos internos, te sientes libre de hacer lo que quieras y no te avergüenzas de tu verdadera personalidad.
10. Por fin has terminado con los rollos de una noche
Oh, aquellos días parecen tan lejanos. Ahora buscas vínculos más profundos y estratificados con los hombres.
En lugar de las apariencias físicas, valoras a una persona a un nivel más holístico.
11. Construyes un sólido sistema de apoyo
Cuando llegas a los 30, ya has establecido amistades sólidas y duraderas. Has descubierto quién te apoya de verdad y que sólo era un conocido pasajero.
Cuando tienes un fuerte sentido de pertenencia fuera de tu vida romántica, es menos probable que dependas de tu pareja para cada necesidad emocional. Este equilibrio hace que las relaciones sean más fuertes y sanas.
12. Entiende el significado de compromiso
A los 20 años, todo gira en torno a ti. Lo que quieres, lo que sientes, lo que crees que es correcto. Y eso está bien: el autodescubrimiento forma parte del crecimiento. Pero con la edad se comprende que las relaciones no consisten en ganar o perder, sino en llegar a un acuerdo.
A los 30, ya has tenido suficientes experiencias para entiende que nadie es perfecto, y eso te incluye a ti. Sabes cuándo mantenerte firme y cuándo dejar pasar las cosas. El matrimonio se nutre del compromiso y, si esperas, llegarás a él con la mentalidad adecuada.
13. Tienes mejor control emocional
Los años de juventud suelen estar llenos de altibajos emocionales, a veces por cosas insignificantes. Un mensaje de texto malinterpretado o una llamada no devuelta pueden sumirte en una espiral. Pero a medida que creces, aprendes a gestionar mejor tus emociones.
A los 30, ya no sacas conclusiones tan rápidamente. No dejas que la ira, los celos o la inseguridad dicten tus actos. En su lugar, aborda los problemas con paciencia y lógica. Esta estabilidad emocional crea una base mucho más sana para una relación de pareja duradera.
14. Ve las banderas rojas con más claridad
Cuando se es joven, es fácil ignorar las señales de alarma en las relaciones. Crees que la gente cambiará, que el amor es suficiente o que el tiempo arreglará las cosas. Pero la vida te enseña que ignorar las señales de alarma siempre conduce al desengaño.
A los 30, confías en tus instintos. Si algo no te gusta, no lo ignores. Reconoces los patrones tóxicos y sabes cuándo alejarte. Esta conciencia garantiza que, cuando sientes la cabeza, sea con alguien que realmente te merezca.
15. Tiene más estabilidad financiera
Los 20 años suelen ser una montaña rusa financiera. Tienes que aprender a hacer un presupuesto, hacer frente a los préstamos estudiantiles e incluso luchar para llegar a fin de mes. Pero a los 30, ya tienes una base financiera más estable.
El matrimonio no es sólo amor, también es cosas prácticas como la gestión del dinero. El estrés financiero es una de las principales causas de problemas matrimoniales. Si esperas a tener más seguridad económica, reduces las probabilidades de que surjan conflictos relacionados con el dinero en tu matrimonio.
16. Sabes gestionar mejor los conflictos
En los años de juventud, una discusión puede parecer el fin del mundo. Puedes irte enfadado, guardar silencio o decir cosas de las que te arrepientes. Pero a los 30, has aprendido formas más sanas de afrontar los conflictos.
Entiendes que los desacuerdos no significan que la relación esté condenada. Escuchas más, reaccionas menos y te centras en las soluciones en lugar de demostrar un punto. Este nivel de inteligencia emocional refuerza cualquier relación a largo plazo.
17. Desarrollas un mayor sentido de la independencia
A los 20 años, puede que aún dependas de tus padres o de tu pareja para algunos aspectos de tu vida. Pero a los 30 ya eres totalmente independiente. Tomas tus propias decisiones, te mantienes y afrontas los altibajos de la vida a tu manera.
Esta independencia significa que cuando te casas, es una elección, no una necesidad. No te conformas con alguien sólo porque necesitas ayuda, compañía o apoyo financiero. Los eliges porque realmente complementan tu vida.
18. Aprecias más las pequeñas cosas
Cuando eres más joven, es posible que sueñes con grandes gestos románticos: propuestas de matrimonio llamativas, viajes extravagantes e historias de amor de película. Pero a medida que maduras, te das cuenta de que el verdadero amor se encuentra en los pequeños momentos cotidianos.
A los 30 años, valoras a un compañero que recuerda cómo te tomas el café, que te envía mensajes de texto para comprobar si has llegado bien a casa y que te apoya de forma silenciosa y significativa. El matrimonio se basa en estos sencillos actos de amor, y esperar te ayuda a reconocer su importancia.
19. Tienes objetivos vitales más claros
A los 20 años, tus prioridades pueden cambiar constantemente. Un día quieres viajar por el mundo y al siguiente te planteas cambiar de profesión. Tus sueños y ambiciones aún están tomando forma, lo que puede dificultar que te alinees con la visión de futuro de otra persona.
A los 30, tienes una idea más clara de lo que quieres. Sabes si quieres tener hijos, dónde quieres vivir y qué tipo de vida quieres construir. Esta claridad garantiza que, cuando te cases, sea con alguien que comparta tus objetivos a largo plazo.
20. Te sientes realmente preparado
Quizá la razón más importante para esperar hasta los 30 sea la más sencilla: te sentirás preparada. No porque la sociedad te diga que es el momento o porque todos tus amigos lo estén haciendo, sino porque realmente lo deseas.
No hay prisa. El amor no es una carrera. Cuando llegues a los 30, sabrás en tu corazón que te casas por las razones correctas, no sólo para marcar un hito en la vida. Y eso, más que nada, es lo que hace que un matrimonio dure.
Así que chica, ahora tienes motivos para dejar que todo envejezca bien. No te precipites.