Las relaciones traumáticas pueden basarse en un trauma psicológico, verbal, físico o sexual, o pueden ser una combinación de todo lo anterior.
Si estás saliendo de una relación así, probablemente estés experimentando el síndrome postraumático de las relaciones, en el que sientes que nadie te comprende y te sientes vulnerable, herido e incapaz de confiar en nadie.
Tu cuerpo y tu mente están doloridos y pierdes la esperanza en días mejores y en la curación.
Sientes miedo de volver a comprometerte porque estás convencido de que alguien volverá a hacerte daño.
O te sientes totalmente impotente y no le ves sentido a intentar hacer algo al respecto o buscar ayuda de otros.
Aunque es totalmente comprensible que las víctimas de una relación traumática se sientan así, ciertas actitudes pueden prolongar tu dolor y hacerte aún más vulnerable.
Las siguientes 7 actitudes pueden mantenerte atascado en un relación traumática ¡alias limbo y por eso es de vital importancia empezar a trabajar en ellos a tiempo!
"No veo el sentido de intentarlo..."
Ésta refleja el síndrome denominado "indefensión aprendida".
Cuando no le ves sentido a intentarlo y a enfrentarte a la situación actual, significa que estás siendo demasiado pesimista, que no crees que las cosas vayan a cambiar y que te rindes porque no tienes motivación para seguir adelante en la vida.
Esta actitud puede arraigarse (sobre todo si has sufrido varios traumas seguidos), pero es muy importante que luches contra ella con todas tus fuerzas.
Es importante encontrar un resquicio de esperanza y comprender la necesidad de seguir adelante en la vida en lugar de rendirse inmediatamente.
"Nadie lo ha conseguido nunca, así que ¿por qué iba a intentarlo yo?".
Cuando intentamos encontrar una excusa para no hacer algo, por reflejo nos referimos a otras personas que no han conseguido superar algo y no a las que sí lo hicieron.
Como los niños en la escuela.
Cuando obtienen una mala nota, al instante señalan a otros que también la obtuvieron, sólo para demostrar que debería ser así y que la mayoría no consiguió obtener una buena nota.
Cada vez que te venga a la cabeza la frase "Nadie lo ha conseguido nunca, así que ¿por qué debería intentarlo yo?", conviértela en una afirmación: "¡Si nunca lo intento, nunca lo conseguiré!".
Y tú mismo sabes la verdad que hay gente que lo ha conseguido y lo han conseguido por ser decididos, optimistas y por creer que sus esfuerzos darán fruto.
"¿Por qué yo?"
Esta es una de las preguntas más frecuentes cuando nos enfrentamos a experiencias postraumáticas.
Nos preguntamos "¿Por qué yo?" cuando las cosas no van como nos gustaría.
Pero lo cierto es que nada sale en la vida como queremos y cuanto antes lo aceptemos, mejor.
En lugar de maldecir tu destino, comprende que hay otra persona (o miles de ellas) en el mundo haciéndose esa misma pregunta.
No podemos influir en lo que nos ocurrirá, pero sí en sus consecuencias.
Recuerda que la aceptación de nuestra realidad es la primera ¡paso a la curación!
"¡Olvidaré que ha pasado algo y haré lo mejor que pueda!"
Otra actitud peligrosa es desentenderse de los acontecimientos pasados y decidir seguir viviendo como si nada hubiera ocurrido.
La negación puede tener consecuencias diez veces más graves y por eso nunca debemos intentar reprimir nuestras emociones o algo por lo que hemos pasado.
Como ya se ha dicho, el primer paso para curarse es aceptar lo que pasó y comprenderlo en lugar de olvidarlo todo y seguir adelante como si nada hubiera pasado.
Esto es lo peor que puedes hacer por ti mismo y, si te quedas demasiado tiempo con esa actitud, lo más seguro es que te salga el tiro por la culata con tremendas consecuencias.
Véase también: Si reprimes tus emociones, deberías leer esto
"Nada me hace daño. Soy fuerte. No lloro".
A veces tenemos miedo de ser vulnerables y pensamos que si no mostramos ningún signo de estar heridos, ganaremos la batalla.
Pero esto no es cierto en absoluto. Este tipo de actitud sólo prolongará las consecuencias del dolor y el trauma en lugar de hacerte sentir mejor.
Recuerda que forzarte a sentir ciertas emociones no es lo mismo que sentirlas de verdad en tu interior.
Fingir que eres duro y fuerte sólo hará que pierdas el tiempo y evites lo inevitable, que es ocuparte de tus emociones en lugar de desatenderlas.
"Nunca volveré a abrirme a nadie".
Es normal sentir miedo de abrirte a alguien nuevo después de una relación traumática, pero repetirte constantemente que nunca volverás a abrirte a nadie no es realmente sano y te traerá más perjuicios que beneficios.
Tienes que entender que si algo te ha pasado una, dos o tres veces, no significa que te vaya a pasar también la cuarta.
No todas las relaciones están condenadas a ser tachadas de traumáticas ni todas las personas son maltratadores emocionales en potencia.
Para curarse de una relación traumática, uno de los pasos es también estar abierto a nuevas relaciones, porque si temes algo, significa que tus heridas aún necesitan tiempo para cicatrizar.
Pero esto no significa que debas forzarte a iniciar una nueva relación sólo para demostrar a los demás que has superado la anterior.
Como todo, esto debería salirte de forma natural.
"Quizá si no hubiera hecho (algo), esto no me habría pasado".
Sentirse culpable es también una de las actitudes más venenosas tras una relación traumática.
Empiezas a pensar en demasiados resultados posibles y en tus acciones y, al hacerlo, te niegas a afrontar la situación actual en la que te encuentras.
Es importante que entiendas que no puedes volver atrás y que no puedes cambiar las cosas, y tienes que entender que no es culpa tuya que estés pasando por esto.
Todo sucede por una razón y esto no significa que te lo merecieras.
Las cosas malas nos ocurren para hacernos más fuertes, no más débiles, y de ti depende elegir seguir corriendo en círculos o elegir ser un ganador.