Creo que hasta hace poco no me había dado cuenta de lo mucho que significas para mí, de lo mucho que me has cambiado y de lo mucho que yo te he cambiado a ti.
Estábamos tan atrapados en nuestro miedo al compromiso, en recuerdos dolorosos, que nos olvidamos de disfrutar de la presencia que estábamos compartiendo.
Estábamos con miedo al amorseamos honestos el uno con el otro. Tú temías que te engañara y yo temía que te alejaras en cuanto te mostrara alguna emoción.
Pero lo que hace que mi corazón estalle de felicidad es que hayamos terminado con eso. Me encanta cómo sonríe mi cara cuando te veo. Y me encanta la mirada orgullosa de la tuya cuando lo ves.
Me encanta cómo te sorprendes cuando digo que me encanta cómo te queda el azul. Cómo te sorprendes cuando digo que me gustó tu pasta.
Es como si te preguntaras cómo puede ser. Es como si pensaras que no eres lo bastante bueno, lo bastante guapo o lo bastante varonil cuando cocinas.
Pero hasta mi último aliento, me aseguraré de mostrarte lo increíble que eres. Me aseguraré de que poner una sonrisa en esa cara tuya sea lo primero que haga por la mañana y lo último antes de acostarnos.
Me encanta como me haces siento que soy la más bella mujer que jamás haya vivido. Ambos sabemos que no lo soy, pero tú me haces sentir como si lo fuera.
Te encantan mi nariz rara, mis orejas grandes y mis estrías. Incluso me quieres cuando me ahogo en cerveza y hamburguesas, observándome como si fuera una especie de obra maestra.
Me quieres cuando llevo ropa interior de dibujos animados, aunque la odias discretamente. Me quieres independientemente de cómo me sienta, de cómo me vea, y si eso no es amor de verdad, no sé lo que es.
Me encanta como me asustas Con tus fuertes brazos que pueden mantenerme a salvo de las tormentas de la vida. Con tu sonrisa que puede ahuyentar incluso las nubes más duras que hay ahí fuera.
Con tu amor, tan grande, tan intenso, que temo perderme en él. Que temo que una vez que te vayas, no sobreviviré.
¿Pero sabes qué? Que le den. Que le den a los miedos. Quiero vivir el resto de mi vida contigo. Quiero molestarte, quiero cantarte canciones estúpidas y ver partidos contigo.
Quiero que viajemos por el mundo y escalemos montañas. Quiero perderme en el amor y no hay nadie a quien prefiera tener a mi lado que a ti.
Y simplemente te quiero. Creo que nunca te lo he dicho, pero puedo escribirlo. Porque eres tú. Siempre has sido tú. El que soñaba con tener algún día.
El estúpido amor que me hace llevar tacones y tropiezo miles de veces antes de llegar al bar, donde me los quitas de los pies y me das tus zapatos.
El estúpido amor que me hace amar tu música y te hace amar la mía. El estúpido amor que nos hizo comprar camisetas a juego: patatas fritas y ketchup son la pareja perfecta.
El estúpido amor que me hace sentir que soy el mayor idiota que ha existido, pero oye, al menos soy tu idiota.
Quizá no seamos perfectos. No vamos al cine, sino que nos damos un atracón de series de televisión. No vamos a restaurantes elegantes, sino que cocinamos en casa y casi quemamos la cocina.
No lo hacemos como la gente de las películas, sino a nuestra manera.
No soy perfecto, No soy adorable todo el tiempo. Tiendo a llorar sin motivo y a veces quiero más a las hamburguesas que a mí mismo. Soy un fan acérrimo de los cómics y la mayor parte del tiempo finjo tenerlo todo bajo control cuando en realidad no es así.
Y tú tampoco eres perfecto. Le gritas demasiado a la tele cuando hay un partido. Te encierras mientras yo parloteo sin parar. Pero juntos somos perfectos.
Tu sonrisa seca mis lágrimas, mi balbuceo ahuyenta tu silencio. Pero estamos aquí. Estamos enamorados. Y no quiero que vayamos a ninguna parte, sólo que nos quedemos en este momento, cogidos de la mano mientras suena Supernatural en la tele. Nosotros, siendo imperfectamente perfectos como somos.