En el fondo sabías que no era amor. El amor no debía ser así. No se suponía que el amor te lastimara y te disminuyera.
No se suponía que el amor te hiciera sentir menos digno. Pero, tu amor lo hizo.
Tu amor te rompía el corazón cada mañana que te despertabas. Tu amor te lastimaba con cada texto que recibías. Tu amor te destruía con cada palabra dura que decía.
No siempre fue así. Cuando le conociste, quería darte el mundo. Quería que te sintieras segura y protegida.
Quería envolverte en su amor y mantenerte a salvo en sus brazos, lejos de la gente mala, lejos del mundo vicioso.
¿No es ese el sueño de toda chica? ¿No es eso todo lo que siempre has querido?
Así que le seguiste la corriente. Así que aceptaste seguirle ciegamente porque veías un rayo de sol al final de tu oscuro y solitario túnel.
¿Quién iba a pensar que sólo te arrastraría más profundamente en la oscuridad en lugar de mostrarte la salida?
Empezó a cambiar, a mostrar su cara oculta de "podrido" paso a paso. Primero empezó con regaños: "No deberías haber hecho esto, no deberías haber hecho aquello...", pero poco a poco fue empeorando.
Empezó a gritarte por cada cosa que desaprobaba o le disgustaba. Quería que bailaras al ritmo de la música que ponía.
Quería que te convirtieras en otra persona, alguien de su calle, un completo desconocido para ti. Quería que fueras perfecta, su pequeña obra de arte.
Y te convertiste en eso. Ya no podías reconocerte a ti mismo. No eras la persona que solías ser.
Poco a poco, una cosa a la vez, se aseguró de que eso sucediera. Te corregía en todo lo que hacías.
Incluso cuando tenías tus momentos de completa sobriedad, cuando no estabas drogado con sus palabras y sus actos, cuando sabías que no estabas loco y que no eras culpable de las cosas de las que te acusaba, no podías defenderte.
Te desarmaría justo al comienzo de la batalla.
Te hacía creer cosas que no eran ciertas, se inventaba palabras y les daba vida, como si hubieran salido de tu boca.
Era desesperante y estabas perdido, sin tener otro lugar al que ir que quedarte allí y esperar a que terminara.
A veces, incluso te disculpabas por cosas que nunca habías hecho, sólo para que se callara, sólo para que te dejara en paz de una vez. Ya no podías escucharle a él y a sus gritos.
Cada una de sus frías y despiadadas palabras te atravesaba justo en el corazón, como si fueran viejas y oxidadas pero afiladas cuchillas.
Esos momentos hirientes y degradantes fueron los que te llevaron a donde estás hoy: lejos de él.
Aunque sentías que ya no podías más, no eras consciente de que cada movimiento tóxico que él hacía te daba más fuerzas para alejarse de él. Sé que ahora lo sabes.
Cada vez que querías irte, él te atraía de nuevo... . Cada vez que te enfrentabas a él y le decías que te trataba como a una mierda, se disculpaba sólo para callarte, te trataba amablemente durante unos días y luego el círculo continuaba.
En cuanto veía que te habías calmado, volvía a ser un completo gilipollas.
Seguías pensando que cambiaría. Sabías que te habías enamorado de él por alguna razón, pero ya no recordabas por qué.
Así que seguiste pensando que cambiaría. Seguías mintiéndote a ti misma diciéndote que sólo era una fase y que se le pasaría. Incluso intentaste ayudarle a ver que no era una buena persona.
Todo eso fue en vano. Estas personas no pueden cambiar a menos que quieran. No puedes hacer nada al respecto, así que sería mejor que ni siquiera lo intentaras. Deberías haberte ido hace mucho tiempo.
Pero, está bien porque te fuiste. De alguna manera encontraste la fuerza y un simple adiós lo hizo. Hecho. Ahora es historia.
Encontraste la fuerza para aceptar tu relación por lo que era -una sarta de mentiras tóxicas. Mentir y engañar se convirtió en más de lo que podías soportar.
Simplemente se quebró. Y él no podía parar ahí. No sólo te mintió, sino que abusó de ti emocionalmente haciéndote creer cosas que no eran ciertas.
Te dio luz de gas y te manipuló para que hiciera lo que él quería.
Encontraste la fuerza para poner fin a todo por fin. Decidiste que no ibas a hacer más daño. Decidiste que no ibas a malgastar tu vida con ese patético bastardo que te estaba dejando seco.
Decidiste que ya estaba bien de que te destrozara por dentro.
Encontraste la fuerza para decirte por fin que te merecías algo mejor. Sabes que la vida no dura para siempre y por fin te has dado cuenta de que podrías perderte a la persona adecuada por aguantar a la equivocada.
Sabías que había llegado el momento de cambiar eso, a cualquier precio. El tipo de amor que recibías no era el que merecías y la cantidad de amor que ponías en tu relación no era correspondida, ni siquiera un poco.
Encontraste la fuerza para aceptar que dejarlo te haría daño . Claro que te va a doler. No importa lo que te hizo, te acostumbraste a estar cerca de esa persona.
Formó parte de tu vida durante mucho tiempo y ahora se ha ido. Todos los cambios dan miedo, incluso los buenos. El que más miedo da es el que viene justo después de romper.
Estás dolida porque estás sola y sin mencionar que él se encargó de que te sintieras rechazada e indigna.
Encontraste la fuerza para tomar las riendas de tu vida. Esto es lo más importante de lo que tenías que darte cuenta. Por fin te diste cuenta de que tenías que hacer algo.
Te has dado cuenta de que te niegas a seguir viviendo así. Quizá ahora necesites ayuda de tus amigos o de tu familia, quizá necesites ayuda profesional.
Sea lo que sea, no dudes en pedir, en hacer algo. Ese es sólo el primer paso, pero el más importante, que te espera en la vida. Una vida sin abusos, una vida sin él.
No dejes que nadie te defina y te moldee como si fueras un pedazo de arcilla sin rostro.
No dejes que nadie te haga su propia obra maestra porque tú eres el único que sabe lo que necesitas, quieres y mereces. Nunca te conformes con otra cosa .