Solía pensar que el tiempo era todo lo que necesitaba para sentirme mejor.
Creía que la curación ascendía en la escala cada nuevo día a la misma velocidad hacia algo mejor, algo menos doloroso.
Pensé que así es como se supone que debe ser. Soportar el dolor e intentar seguir adelante con tu vida, luchando con todas tus fuerzas para creer que cada día siguiente es mejor.
Pero no lo es.
La curación no funciona como yo pensaba.
Deberías pensar que después de tantas veces de estar atrapado en el mismo círculo de dolor y autocompasión, aprendería a ser mejor y más inteligente al respecto.
No fui más listo ni mejor. Cometía el mismo error una y otra vez.
Pensé que me curaría sólo porque tengo que hacerlo. Pensé que mejoraría de un día para otro.
Pero la curación no es así en absoluto.
Habrá días o incluso meses que parezcan interminables y estancados.
Por otro lado, habrá días en los que verás progresos que no habías visto en meses.
¿Lo entiendes ahora?
La curación no es un proceso que implique reglas y un determinado calendario por el que tengas que pasar.
No se empieza desde abajo y se asciende a la misma velocidad y con la misma constancia.
El tiempo por sí solo no mejorará las cosas. En realidad, todo eso de "mejorar" depende exclusivamente de ti.
Depende de lo fuerte que seas, del tiempo que tardes en levantarte y, lo más importante, de tu capacidad para mantenerte positivo y dispuesto a seguir adelante.
Depende de los días y del estado de ánimo en que te encuentres. Todos hemos pasado por días malos, independientemente de que nos estemos curando o no.
Incluso cuando no lo estamos, los días malos lo son por sí mismos.
Por lo tanto, pasar por el proceso de curación en los días malos simplemente no puede ser positivo. De alguna manera hay que crear maravillas para que esos días sean soportables y no tan malos.
Tienes que entender que la curación se pondrá fea.
Te quitará la autoestima, el respeto por ti mismo y te hará dudar de tus capacidades. Y lo que es más importante, hará tambalear tu confianza y tus ganas de ganar.
La curación no es constante. Sube y baja; es como una montaña rusa. Es impredecible y extremadamente dolorosa.
Tu corazón ya herido y tu alma sensible no pueden subirse a una montaña rusa emocional más.
Es devastador y doloroso como el infierno. No es algo que puedas manejar en este momento.
Pero no debes caer bajo presión. No debes rendirte.
Incluso cuando sientas que te ahogas en un mar de autodesprecio y culpa, no debes ceder a tus sentimientos y pensamientos tóxicos.
Al fin y al cabo, habrá días en los que la curación no le dolerá tanto y en los que sentirá que lo tiene todo bajo control.
Habrá momentos en los que pensarás que todo irá bien.
Tienes que abrazar esos días y aferrarte a ellos con fuerza. Esos días son la clave de tu curación.
Asegúrate de que esos días duren lo máximo posible; asegúrate de sentirte positivo y esperanzado.
Mientras estés en la fase buena de la curación, te darás cuenta de la gente que te quiere.
Apreciarás su ayuda y aceptarás su amor sin pensarlo.
Sentirás que puedes hacerlo. Tendrás confianza en ti mismo y estarás decidido a superar este duro periodo.
Cuando estés en tu fase mala, alejarás de ti a la gente que te quiere.
Negarás la ayuda y el apoyo de cualquiera, lo que hará que te sientas aún más solo. Entonces, es mucho más fácil caer en el pozo de la depresión y el autojuicio.
Lleva tiempo curarse, pero nunca se sabe cuándo ocurrirá.
Hace falta un pequeño detonante para que solloces y te derrumbes, para que liberes todo lo tóxico de tu organismo.
Puede ocurrir cuando menos te lo esperas. Puede ocurrir en mitad de la noche a causa de un sueño extraño.
Puede desencadenarlo algo o alguien que ves. La cuestión es que te golpea en el corazón y, en esos momentos, tienes que mantenerte firme.
Pero todo ese dolor vale esa sonrisa sincera y enorme que se te dibuja en la cara. Vale la pena cada lágrima y cada puñalada en el corazón que sentiste.
Esa sonrisa es la primera señal de que realmente estás llegando al estado en el que quieres estar: curado y feliz.
La curación comienza y termina en periodos. Lo importante es que mantengas la calma en todo momento.
Tranquilo y racional. Tienes que creer en ti mismo y en tu capacidad para sentirte mejor, para ser mejor.
Tienes que creer que no te ahogarás en la autocompasión y la depresión.
Cada día es una batalla cuando te estás curando. Pero no estás ganando fuerza en vano. Esa fuerza de voluntad y esa fortaleza no desaparecerán cuando te mejores.
Seguirá siendo una parte de ti, una parte de tu carácter. Será una lección que has aprendido y un trozo de pasado que llevas como recordatorio de lo que no debes hacer.
Hasta entonces... aguanta. Aguanta el dolor porque al final se acaba. Sé fuerte y construye la persona que quieres ser el resto de tu vida.