Cuando era pequeño, nunca entendí que la gente se diera consejos no solicitados. Siempre me pareció que un ciego guiaba a otro ciego.
Piénsalo. Cada uno de nosotros tiene una experiencia completamente distinta en la vida: nuestras mentes, nuestros corazones, infancias, padres, gustos, todos son diferentes e inimitables.
Aunque podamos admirar a alguien y aprender de otras personas, no podemos estar seguros de que esa sea la forma correcta de hacer algo y vivir nuestra vida.
Lo único en lo que realmente podemos confiar es en nosotros mismos y en quien habla a través y dentro de nosotros. Me refiero a Dios.
Es difícil saber por qué, pero la presencia de Dios parece ser más fuerte cuando estamos más vacíos.
Es como una alarma del alma que se enciende cuando detecta una falta de plenitud y de fe.
El volumen de Dios no es realmente alto en un sentido literal, es más preciso decir que es omnipresente.
Allá donde vayas y hagas lo que hagas, te seguirá. Dios nos habla de las maneras más inesperadas.
Nos deja pequeñas señales y recordatorios que son difíciles de pasar por alto, aunque a veces la gente es muy testaruda.
Dios puede hablar a través de oportunidades perdidas y planes cancelados; puede hablar a través de mensajes sin respuesta, encuentros fortuitos, la palabra de un extraño o una letra mal escuchada.
Si le pides ayuda, ten por seguro que la recibirás. Sin embargo, asegúrate también de abrir los ojos y el corazón.
¿Qué significa eso? Significa ver más allá de lo que es obvio. Por ejemplo, en lugar de pensar que el fracaso de tu relación es una tragedia, puedes darte cuenta de lo fuerte y observador que te has vuelto gracias a ello.
Siempre pasarán cosas malas, pero no tienen por qué seguir siendo malas y hacerte malo.
Las cosas malas son catalizadores que te permiten ver y valorar lo bueno.
Así que, si te sientes sin dirección, habla con Dios. Si te sientes confundido, habla con Dios. Si te sientes fracasado, habla con Dios.
Habla con Dios y Él te mostrará el camino. Dios quiere ayudar y espera tus preguntas y tu oración. Él no es intrusivo.
Abre tu corazón y escucha tu alma. Ten fe y no te rindas. Los cambios llevan su tiempo. La vida es imprevisible, pero Dios no se inmuta.
Las cosas no pueden ser perfectas de la noche a la mañana. Sin embargo, es posible y ocurre todo el tiempo.
Nos gusta llamarlos milagros. Sirven para tranquilizarnos y son la forma que tiene Dios de decirnos que somos buenos tal como somos, suficientes tal como somos.
Si te sientes sin dirección, pide indicaciones. No busques atajos. No saltes la valla, así te pierdes y te haces daño.
Pide indicaciones y no te asusten las carreteras largas y vacías. El camino largo significa sentirse cómodo con uno mismo.
El camino largo significa poner a prueba tus límites y ver tu fuerza, voluntad y poder. Es largo, pero seguro y claro.
Sé que puede dar miedo embarcarse en un viaje en el que la única persona con la que puedes contar eres tú mismo y el amor de Dios, pero merece la pena.
Todo aquello para lo que no estabas preparado será aceptado con tu recién encontrada fe y confianza. Todo lo que temes quedará indefenso ante el amor.
Dios es una enorme fuente de serenidad, tranquilidad, amor y propósito. A través de Dios, comprendemos nuestro propósito.
Al conocer nuestro propósito, tomamos las decisiones correctas. Y con las decisiones correctas llegan la pareja, el trabajo y los amigos adecuados.
Que todo eso haga que nuestras vidas sean hermosas y alegres, y que nuestras almas rebosen de amor, tal y como Dios quiere que sean.