Es muy duro ser siempre el que pone todo el esfuerzo mientras la otra parte no hace absolutamente nada.
Haces lo imposible para que las cosas funcionen entre los dos, aunque en el fondo sabes que no tiene sentido, pero no puedes evitarlo.
Te preocupas tanto por ellos que no dejas de intentarlo con la esperanza de que te acepten. Por desgracia, casi nunca lo hacen.
Tus emociones no deben agotarte.
Claro que las relaciones exigen inversiones, pero tienen que ser por ambas partes. Se trata de dar y recibir, y no puedes seguir dando sin recibir nada a cambio.
Agotarás cada átomo de tus fuerzas. Echarás de menos el calor. Echarás de menos tener a alguien en quien apoyarte. Echarás de menos todo lo que sigues dando desinteresadamente.
Te echarás de menos porque, antes de que te des cuenta, estarás emocionalmente agotado sin nada que dar, ni a ti mismo ni a los demás.
No deberías adoptar el papel de mártir en tu relación. El amor verdadero no necesita sacrificios hasta ese punto.
Le has dado tanto que ya no te queda nada que darte a ti misma.
No debería comportarse como si tuviera derecho a tu corazón. No debería esperar que le llames o le mandes un mensaje cuando lleva horas o incluso días sin ponerse en contacto contigo. No debería depender de ti para hacer planes e ir más allá para que podáis quedar.
No debería dar por sentado que siempre estás a su lado cuando te necesita. No debería ir y venir de tu vida y suponer que puedes darle al interruptor de tu corazón.
Puede que estés acostumbrado a todo eso, pero las cosas no deberían funcionar así.
Probablemente llegues a un punto en el que todo empiece a parecerte normal, aunque esté lejos de serlo. Simplemente estás acostumbrado a que las cosas vayan mal y has hecho las paces con ello.
Esta es tu llamada de atención. Es hora de dejar de luchar por alguien que no te conviene. Es hora de dejar de ser un felpudo que camina sobre.
Deberías ser la luz de su mundo y no algo que pueda pisar.
Tienes que tomar conciencia de que te mereces algo mejor. Te mereces el amor que sigues dando. Te mereces a alguien en quien puedas confiar.
Alguien a quien puedas llamar o despertar en mitad de la noche porque acabas de tener una pesadilla de la que no puedes salir. Alguien que te haga reír y disfrute con tu cara sonriente.
Alguien que te respete. Alguien que hace todas esas pequeñas grandes cosas como texto con regularidad (en lugar de ignorando tus mensajes) y planificar las citas con antelación. Alguien que se implique e invierta en la relación tanto como tú.
Todo lo demás es demasiado poco. Todo lo demás son migajas. Todo lo demás es forzar una relación que no está destinada a ser.
Lo malo no debería pesar más que lo bueno.
Tus emociones no deberían saltar de la felicidad a la tristeza en función de su estado de ánimo de ese día. Claro que todo el mundo tiene sus días malos, pero eso no significa que usted puede tomar fuera de otra persona o tratarla como basura.
El amor es bondadoso y nunca debe hacerte daño. Nunca debería hacerte sentir pequeño y poco apreciado. Nunca debería hacerte sentirse solo .
El verdadero amor no tolera la unilateralidad.
Necesita equilibrio. Necesita inversiones iguales. Necesita fluir de una persona a otra. Necesita reciprocidad. Sin ella, no puede sobrevivir.
Lo sabes muy bien. Sólo tienes que asomarte a tu corazón y ver que ya no está lleno. Le falta afecto y atención y, lo que es más importante, le falta amor propio.
Si de verdad fuera el elegido no tendrías que hacer lo imposible por estar con él.
No deberías tener que esforzarte tanto para mantenerlo en tu vida. No deberías hacer todo lo posible para que te trate bien. No deberías leer sus señales contradictorias y ser la que siempre se esfuerza y da más.
Él también debería estar allí. Debería devolver todo lo que se lleva. Debería estar ahí en las buenas y en las malas. Debería estar en esta relación contigo. Y esa es la única verdad.
Al fin y al cabo, el amor está hecho para dos. Dos personas que se quieren profundamente y que harían cualquier cosa por permanecer juntas.