La gente suele dar gracias a Dios por conceder sus deseos y hacer realidad sus sueños.
Por tener éxito en algo o por alcanzar sus objetivos deseados desde hace tiempo.
Sin embargo, no estoy aquí para hablar de esas cosas. Estoy aquí para darle las gracias por todo lo que no me ha dado, por todas las personas que me ha quitado, por todos los obstáculos y por todas las cosas que no me ha concedido.
Ahora por fin veo que todo en esta vida tiene perfecto sentido y que todo sucede por una razón.
Ahora veo que muchas veces, en realidad fui salvado de las cosas y personas que no estaban destinados a serAunque al principio pensaba que perderlos era lo peor que me podía pasar.
Porque si mi vida no hubiera ido exactamente como fue, no me habría convertido en la persona que soy hoy.
Nunca habría sabido lo que sé hoy y no habría tenido la oportunidad de aprender todo lo valioso y duras lecciones Lo hice.
Así que, querido Dios, gracias.
Gracias por todas las cosas y personas que he perdido. Por todas las personas que se alejaron de mí, por los que me abandonaron y me hicieron daño.
Por todas esas amistades y relaciones románticas que terminaron.
Porque si no hubiera sido así, nunca habría encontrado a los adecuados ni los habría apreciado como lo hago ahora.
Nunca habría sabido que no todo el mundo tiene buenas intenciones y que existen personas que quieren aprovecharse de mi vulnerable corazón.
Nunca habría aprendido a no entregarme por completo a cualquiera que entrara en mi vida.
No habría tenido la oportunidad de conocer a las personas que merecen tener un lugar a mi lado.
Gracias por todas las lágrimas y las noches sin dormir. Gracias por darme la oportunidad de conocer mi verdadero yo y de crecer como persona y como mujer.
Gracias por todos los rechazos. Gracias por enseñarme que nunca debo cambiar para quedar bien con alguien y que tengo que aceptarme a mí misma, tal como soy y tal como Tú me hiciste.
Gracias por todas las personas tóxicas que intentaron menospreciarme.
Porque si no hubiera sido por ellos, nunca habría conseguido aumentar mi confianza ni habría aprendido a no fiarme de la opinión de los demás.
Gracias por todas las oportunidades perdidas.
Gracias por todas las veces que supiste que algo no era adecuado para mí, aunque lo deseaba con todo mi corazón.
Por todas las veces que cambiaste el rumbo de mi vida para mejor, aunque yo no fuera consciente de ello en ese momento.
Gracias por todos mis desengaños, por enseñarme que nunca debo conformarme con menos de lo que merezco.
Por darme paciencia para esperar que Tú me envíes al hombre que debe ser mío.
Un hombre que vea mi valía y que me dé todo el amor que merezco a cambio.
Gracias por todos los peldaños del camino. Por todos los retos y obstáculos. Por todos los fracasos que me ayudaron a apreciar más mis éxitos.
Gracias por mostrarme que tengo lo que se necesita para sobrevivir a lo que la vida me depare. Que soy mucho más poderoso y valiente de lo que pensaba.
Por mostrarme que tengo la fuerza necesaria para seguir adelante, a pesar de la fuerza que me derriba.
Gracias por darme fe en Ti y por no rendirte nunca conmigo. Por hacerme creer en mí mismo.
Por hacerme comprender que puedo hacer lo que quiera, siempre que te tenga a mi lado. Por mostrarme que nada es imposible.
Gracias por saber siempre más que yo.
Por darme la oportunidad de aprender de mis errores y convertirme en la mujer fuerte que soy hoy.
Por mostrarme que Tú siempre tienes un plan y la sincronización perfecta.
Por mostrarme que hay algo bueno en cada mala situación, incluso cuando no lo veo, y por mostrarme que todo ocurre por una causa mayor y con un propósito del que no siempre soy consciente.
Gracias por todas las puertas cerradas y por todas las veces que me has salvado de mí mismo.