Hay días en los que levantarse de la cama es como escalar una montaña: es muy difícil. Pero esos días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses, hasta que me di cuenta de que tenía que cambiar algo. Para empezar, necesitaba encontrar una razón, así que empecé a culpar a mi trabajo, a mis amigos, a mi familia y, básicamente, a todos los que me rodeaban. Es más fácil culpar a otra persona, pero oye, sé tú el cambio que deseas ver en el mundo. Así que aquí tienes algunas señales de que eres (como yo) la razón de tu propia infelicidad.
No vivir el momento presente. Me preocupaba tanto por las cosas que tengo que hacer mañana, la semana que viene, el mes que viene, que me perdía muchas cosas del presente. Me perdí todas esas pequeñas alegrías, como tomar una taza de café al amanecer, disfrutar del despertar de la ciudad. No siempre hay que tener la vida resuelta. Simplemente vive.
Siempre estaba pensando en las cosas que no tengo en vez de en las que sí. Al menospreciarte y compararse con los demásEstás arruinando tu oportunidad de ver lo increíble que eres. Intenta centrarte en las cosas que ya has conseguido y ver la belleza del camino en lugar de querer ir siempre por delante.
Beber. Sí, el alcohol es un depresor. Puedes seguir disfrutando del vino, no te preocupes, pero cuidado con las cantidades.
Aferrarse a relaciones tóxicas. Lees sobre ellas en todas partes, y por algo será. ¿Ese amigo que hace demasiadas bromas que hieren tus sentimientos? ¿Se olvida de ver cómo estás? ¿Te abandona cuando estás mal? Deja ir a ese "amigo". Nos aferramos a las relaciones por miedo a estar solos. Nos aferramos a ellas por los "buenos viejos tiempos", pero esos tiempos ya pasaron y tu amistad también. Estar solo sigue siendo mejor que estar rodeado de gente tóxica.
No perseguir tus sueños porque son una tontería. ¿Quién ha dicho que lo sean? ¿Recuerdas cuando eras niño y todo lo que tenías eran sueños, y sin embargo eras tan feliz? Vuelve a soñar. ¿Quieres pintar? Pues pinta. ¿Quieres alcanzar el cielo? Súbete a un avión. ¿Quieres volar? Salta del avión. Sinceramente, puedes hacer lo que te propongas.
Redes sociales. Es tan fácil dejarse envolver por el mundo de Internet que empiezas a perder el tiempo... y a perderte a ti mismo. Las redes sociales no son la vida real. Durante mucho tiempo, lo primero que hacía al abrir los ojos era mirar Instagram y Facebook. Y desde el primer momento del día, me comparaba con los demás.
"Mira a esa chica que se levanta a las 6 de la mañana, hace ejercicio, se peina y se maquilla. Ojalá yo fuera así (sigue desplazándote)". Tu vida real es más importante que tus redes sociales.
Romper los hábitos es probablemente una de las cosas más difíciles de hacer, pero mantenerse centrado y motivado todo el tiempo es más difícil. Así que no pasa nada por no saber lo que nos depara el futuro. Está bien no saber lo que quieres o cuál es la respuesta a un problema. No pasa nada por no bien es dejar que eso te impida crecer.