Las madres son criaturas extraordinarias. Siempre están en movimiento y no pueden permitirse bajar el ritmo. A veces es como si fueran Superwoman porque consiguen hacer tanto en tan poco tiempo.
Por no hablar de que, vayan donde vayan, un pequeño ejército les sigue a todas partes. La privacidad es un privilegio que no pueden permitirse. Pero no lo harían de otra manera.
Tienen esas pequeñas criaturas asombrosas que, de alguna manera, hacen que todo merezca la pena. Por duro que sea a veces, la mirada de sus hijos puede hacer que todo desaparezca. Son demasiado valiosos para quejarse de ellos. De alguna manera, las cosas siempre se hacen.
Ser madre es un trabajo realmente agotador. Tienes tanto que hacer, tienes que levantarte cuando ellos se despiertan y tu día está lleno de recados. No es raro sentirse a veces como un zombi, o mejor aún, como una auténtica mombie!
Éstas son las señales inequívocas de que has cruzado a Mombieland, de donde no hay retorno. (Es broma, ¡seguro que cumplen 18 en poco tiempo!)
1. Las mañanas sin café no son una opción. Necesitas al menos dos tazas de café solo para aguantar toda la mañana. Por no hablar de unas cuantas más a medida que avanza el día.
2. No recuerdas la última vez que tomaste menos de 2 tazas de café y no crees que vaya a ocurrir en un futuro próximo.
3. En un mal día, gastarás lo que parece un galón entero. Ser madre no es ninguna broma.
4. Cuando ellos duermen la siesta, tú también, pero te despiertas aún más cansado. ¿Cómo es posible? Supongo que la suerte no es tu amiga estos días.
5. Lavar los platos es el momento perfecto para desconectar. Literalmente, acabas en un universo completamente distinto, hasta que los gritos de la otra habitación te devuelven a la realidad.
6. Ver dibujos animados con tus hijos es la ocasión ideal para recuperar el sueño. Pero los niños rara vez te dejan. Tienes que verlo todo con ellos y se aseguran de que siempre lo hagas. Qué alegría.
7. Responder a los mensajes de texto se ha convertido en tu peor enemigo. Literalmente te olvidas de contestar a cualquiera. Es sorprendente que aún tengas amigos.
8. A menudo piensas que le has contestado a tu amigo y jurarías que lo has hecho... pero luego recuerdas que lo has hecho mentalmente. Así es como te comunicas hoy en día.
9. La hora de acostarse se ha convertido en tu momento favorito. Sueñas con el momento en que todos se van a dormir y la casa por fin está en silencio. Puedes volver a escuchar tus pensamientos y tomarte esa copa de vino mientras ves Keeping Up With The Kardashians. ¿En qué se ha metido Kim hoy? Averigüémoslo.
10. Llevar a tus hijos a dormir a casa de los abuelos los viernes se ha convertido en tu salvación. Es tu noche para no hacer nada y relajarte. No tienes que atender a nadie más que a ti mismo. Ahh... y se siente condenadamente bien.
11. La mayoría de las veces te olvidas de comer. Después de alimentar tantas bocas a lo largo del día, te olvidas de la tuya. Cerebro de mamá.
12. Cuando comes, no tienes tiempo para complicarte, sueles comerte las sobras o algunos de los bocadillos de los niños. ¿Quién tiene tiempo para comer sano? ¿Y solo? Tú no.
13. El microondas es ahora tu mejor amigo. Así es como se hacen la mayoría de los almuerzos hoy en día. O simplemente recalientas la cena del almuerzo. Larga vida al microondas.
14. No puedes obligarte a lavar los platos antes de acostarte, así que sueles dejarlo para la mañana siguiente. Y luego, cuando los ves al despertarte, te odias por haberlos dejado. Y pasa casi todos los días. Es un círculo vicioso.
15. No tienes tiempo para pasar la aspiradora tanto como deberías. E incluso cuando lo haces, te desconcentras. ¿Y quién puede culparte?
16. Netflix es lo que más te gusta. Cuando la casa está vacía (cosa que ocurre muy pocas veces) te encanta darte un atracón de tus series favoritas. Te hace olvidar en lo mami que te has convertido.
17. Siempre estás muy cansado. Pero te quedas despierto hasta más tarde de lo que te gustaría, poniéndote al día con "Real Housewives". Sólo tienes que saber qué drama se está jugando en este momento. Incluso si eso significa despertar como un completo zombi.
18. Te quedarás despierto hasta tarde haciendo cualquier cosa para ti, porque ese es literalmente el único momento en el que tienes tiempo para dedicarte a ti mismo. Así que te arriesgas a tener mañanas duras y no sabes si odiarte por ello o seguir haciéndolo.
19. Ya no tienes tiempo de ser espontánea en la cama con tu marido. Sólo tienes un rapidito, si eso. Los viernes, cuando los niños están con la abuela, es cuando se pone picante. Fuera de eso, no.
20. Te duermes haciendo cualquier cosa. Ya sea viendo la tele, leyendo un libro o con el portátil en el regazo. Te has convertido en un maestro a la hora de quedarte dormido en cualquier lugar y en cualquier momento. Requiere habilidad, no todo el mundo puede hacerlo.
21. Empiezas a hacer la colada, la metes en la lavadora, pero algo te preocupa y te olvidas de pulsar "Inicio". La alegría de que los niños siempre te llamen por tu nombre nunca deja de sorprenderte.
22. Tienes muchas ganas de salir con tu marido, pero cuando llega el momento lo único que te apetece es quedarte en casa, calentita bajo una manta y ver la tele hasta quedarte dormida. Prepararte parece mucho trabajo y no te apetece.
23. Tener una noche para ti se ha convertido en lo que más te gusta del mundo. Ya no sientes la tentación de ir a fiestas, ni siquiera de copas. Tener un rato a solas y no tener que relacionarte con nadie es lo que sueñas. Un día en el que sólo estéis tú y tus pensamientos.
24. Estás deseando que tus hijos se vayan al colegio, sobre todo en los viajes por carretera con toda la clase, pero cuando se van de verdad, ¡los echas de menos! Ni siquiera puedes explicarlo. Por fin tienes unas horas para ti, pero lo único que quieres es acurrucarte junto a ellos y preguntarles cómo les ha ido el día.
25. Estás tan falto de sueño que ni siquiera sabes cómo funcionas, pero de algún modo consigues que todo funcione. Eres increíble encajando todo en tu horario y estás orgulloso de ti mismo por ello.