El estrés es algo con lo que lidiamos a diario. Está el trabajo, la familia, también nuestra salud y nuestro futuro. Hay tantas cosas que nos estresan que ni siquiera somos conscientes de ellas. Permanecen en el fondo de nuestra mente, acabando poco a poco con nuestra salud mental y física.
Y aunque somos muy rápidos a la hora de reconocer si uno de nuestros seres queridos está demasiado estresado, no lo somos tanto cuando se trata de nosotros mismos. Siempre estamos diciéndonos a nosotros mismos cómo conseguimos esto, cómo podemos empujarlo un poco más fuerte y si aguantamos un poco, todo irá bien.
Pero, por mucho que nos rompamos el culo trabajando y consigamos cosas, estar sano y en paz es aún mejor. Reconocer los síntomas del estrés excesivo es crucial para combatirlo y preservar la salud. Al fin y al cabo, no se puede servir de un vaso vacío, así que hay que cuídate tú primero.
Como dijo un profesor universitario, si retenemos un vaso de agua durante unos minutos, no nos molestará. Si lo retenemos durante un par de horas, el brazo empezará a dar calambres y a dolernos. Si lo retenemos un día entero, se nos entumecerá el brazo y básicamente perderemos el sentido. El peso del vaso nunca cambia. Es la duración de sostener ese peso lo que nos afecta. Lo mismo ocurre con el estrés. Mantenerlo en la mente durante días acabará por romperte, y por eso es tan importante controlar el estrés.
Si presentas alguna de las 5 señales de advertencia siguientes, sería una buena idea empezar a tratar tu estrés.
1. Cefaleas y dolor crónico
El estrés suele acarrear problemas de salud física y el primer signo que aparece son los dolores de cabeza frecuentes e intensos, seguidos de dolores crónicos. Tu cuerpo está demasiado agotado para curarse mientras duermes porque, incluso cuando estás descansando, tu mente está corriendo y trabajando como loca. Por eso te duele el cuerpo todo el tiempo. La espalda, la cabeza, el estómago, el aparato digestivo y, a veces, incluso los dolores menstruales se ven afectados por un exceso de estrés.
2. Disminución de la energía e insomnio
El estrés puede alterar el sueño y provocar insomnio, lo que a su vez conduce a una falta de energía. El estrés hace que te resulte difícil conciliar el sueño o incluso permanecer dormido una vez que lo consigues, lo que te resta energía. Lo paradójico es que, por muy cansado que estés, no puedes conciliar el sueño. Por eso sólo quieres irte a la cama y dormirte, pero en el momento en que lo haces, el sueño parece un recuerdo lejano.
3. Problemas de memoria y disminución de la capacidad de concentración
La falta de sueño provoca falta de energía, pero también problemas de memoria y disminución de la capacidad de concentración. Por eso tantos adolescentes tienen problemas para seguir el ritmo de los trabajos escolares y las clases. No es porque sean vagos o no quieran hacerlo. Es porque están demasiado estresados por todas las expectativas que se les imponen.
4. Cambios en la libido y cambios de humor extremos
Muchas personas experimentan cambios en su deseo sexual durante periodos de estrés. Su deseo sexual desaparece y su actividad y satisfacción general con su vida sexual son extremadamente bajas. Demasiado estrés también provoca muchos cambios de humor y la mayoría de ellos son extremos. Tu cuerpo te está avisando de que algo va mal enviándote todas estas señales, pero depende de ti si vas a ignorarlas o a trabajar en ellas. La conclusión es que, en este caso, debes ser tu propio número uno y luchar contra el estrés por ti y sólo por ti. Una vez que estés bien, todo lo demás vendrá por añadidura.
5. 5. Ansiedad y depresión
Y por último, la ansiedad y la depresión. El estrés actúa como un desencadenante de muchos mecanismos de defensa de nuestro organismo, pero, por desgracia, muchos de ellos empiezan a actuar en nuestra contra. Cuando estás constantemente estresado, tu ritmo cardíaco se acelera, sudas y estás constantemente preocupado por tu futuro, tu familia, tu trabajo y muchas otras cosas. Y todo eso puede hacer aflorar la ansiedad y la depresión y, en ese caso, hay que buscar ayuda profesional.
Ten en cuenta que no hay nada malo en estar deprimido o en tener ansiedad, pero es un error intentar ocultarlo. No por las personas que te rodean -en este caso, ni siquiera deberían importarte-. Está mal por ti, porque lo que está en juego es tu salud. Tu salud, tu mente y tu corazón.