Siempre me entusiasmó el matrimonio, incluso cuando era niño. ¿Y quién no iba a estarlo cuando todas las películas que había visto y los libros que había leído presentaban el matrimonio como la unión perfecta de dos personas?
Pero luego me casé y las cosas no fueron precisamente perfectas. Me decepcioné pensando que quizá no estábamos hechos el uno para el otro, ya que a veces teníamos problemas y discusiones.
Así que, como hace cualquier pareja que no quiere divorciarse, fuimos a un consejero. Nos dio una bofetada de realidad.
"Espera, ¿crees que lo que los medios de comunicación y esas parejas en el programa IG es real?"nos preguntó el consejero.
"Bueno, dijeron que nunca discuten, y también parecen bastante perfectos," dijimos.
"¿Vas por ahí contando a la gente las cosas negativas de tu matrimonio? Yo creo que no. No puedes fiarte de esas expectativas poco realistas. El matrimonio de nadie es perfecto, y eso no tiene nada de malo". respondió, dejándonos estupefactos.
Tras este baño de realidad, compartió cosas que todos podemos hacer para que nuestro matrimonio prospere sin preocuparse por ser perfecto, ya que de todos modos eso no es posible.
Tienes que aceptar tus diferencias
Cada persona es única y ni siquiera dos gemelos idénticos son 100% iguales. Así que teniendo en cuenta las diferencias que tenemos, es imposible estar de acuerdo en todas las cosas. Las parejas de las películas lo hacían parecer tan fácil, pero mi pareja y yo pronto nos dimos cuenta de que nuestro matrimonio no está guionizado.
El consejo de nuestro consejero fue como una llamada de atención: "Si queréis que funcione, tenéis que celebrar vuestras diferencias, no esconderlas". Entonces nos dimos cuenta.
Aprender a celebrar las cosas que nos hacen únicos no se trataba sólo de aceptar las diferencias que tenemos, sino de cambiar toda nuestra mentalidad y aprender que en realidad nos hacen más fuertes.
Que tú y tu cónyuge tengáis orígenes culturales o religiosos diferentes y personalidades distintas no significa que no seáis compatibles. Sólo tienes que encontrar una manera de llegar a un acuerdo. cuando tengáis opiniones opuestas, pero también abriros a aprender más el uno del otro.
Todo se reduce a una comunicación abierta
Al principio de nuestro matrimonio, solíamos tener muchos conflictos innecesarios por estúpidos malentendidos. Si hubiéramos sabido comunicarnos con eficacia, habríamos evitado muchas peleas.
Lo más importante es dejar a un lado el ego y el orgullo. Sólo así podrás comunicarte correctamente y ver las cosas con claridad.
En cuanto cambiamos eso, nuestras acaloradas discusiones se convirtieron en tranquilas discusiones en las que nos abiertos a comprender las perspectivas de los demás. Nos dimos cuenta de que un matrimonio perfecto no existe en la vida real.
Sin embargo, puedes esforzarte por tener uno intentando resolver los desacuerdos pacíficamente en lugar de hacer un elefante de una mosca. Además, reprimir tus emociones no te llevará a ningún sitio bueno, así que recuerda decir siempre lo que piensas.
La clave está en el apoyo y la empatía
Cuando aprendas a comunicarte y a escuchar activamente a tu cónyuge, verás que de repente habrá más comprensión y empatía en tu matrimonio.
No se puede apoyar al otro si ni siquiera se intenta comprender su punto de vista y sus sentimientos. Ser comprensivo no sólo es importante cuando van ganando en la vida. De hecho, es más importante cuando las cosas se tuercen.
Ya sean problemas laborales, dramas familiares o cualquier crisis vital....tenéis que estar el uno al lado del otro. Cuando hay un problema, puede que quieras ofrecerle una solución y pensar que ya has terminado, pero a veces tu pareja sólo quiere que estés presente emocionalmente.
Esto reforzará sin duda su vínculo y hará que su matrimonio sea más resistente. Cuando te des cuenta de que el mito del matrimonio perfecto es falso, te sentirás liberado. No tiene sentido intentar alcanzar un nivel irreal al que nadie se acerca.
Esconder los problemas bajo la alfombra no hará que los demás piensen que su matrimonio es perfecto. Sólo creará más oportunidades para que surjan problemas que ni siquiera su consejero podrá resolver.
Deja de comparar tu relación con lo que ves a tu alrededor y recuerda que un matrimonio no está hecho para ser perfecto. Se supone que está en constante evolución y cambio. ¡y no hay nada malo en ello!