Por mucho que ella deseara que lo consiguierais, en realidad nunca estuvo destinado a suceder. Por mucho que lo intentara, por mucho que diera o por mucho que rezara, todo fue en vano porque eras incapaz de amar. Aún lo eres, supongo.
Todas las veces que creyó que la amabas, sólo jugaste con ella. Sabes lo que tienes que hacer para conseguir lo que quieres. Conoces todas las palabras que hay que decir y todos los movimientos que hay que hacer para que ella se enamore de ti. Para hacerle creer que eres sincero, cuando esa palabra ni siquiera existe en tu vocabulario. Ella se enamoró de ti sin siquiera pensarlo, porque se sentía bien. Se sentía bien.
Y ella creía de verdad que hablabas en serio. No había razón para que dudara de tus promesas y de todos los votos que le hiciste. No había razón para que se fuera a la cama preguntándose si tal vez no decías la verdad. Y por eso la destrozaste aún más cuando te fuiste.
Todas las veces que creyó que podía confiar en ti, usaste su confianza contra ella. Te confió su corazón y su vida. Te dejó entrar, aunque antes la gente la utilizara. Te lo dio todo, aunque antes lo perdió todo. Pero confió en ti. Tú eras el único riesgo que ella estaba dispuesta a correr porque creía que esta vez sería diferente.
Creyó que no jugarías con su confianza, así que te la dio fácilmente. Creyó que la protegerías cuando la vida se le viniera encima, así que ella te dio su corazón. Ella creía tantas cosas y ninguna de ellas resultó ser cierta. Ninguna.
Todas las veces que escuchó tus palabras como si fueran la sagrada Biblia, la intoxicaste con ellas. Al principio, todo eran risitas y carcajadas mezcladas con expresiones de amor y cumplidos. Y con el tiempo, tus cumplidos se convirtieron en manipulaciones. Tus expresiones de amor se convirtieron en condiciones. Pero ella seguía queriéndote. Seguía creyendo en ti. Seguía creyendo en el amor que os teníais. O al menos pensaba que lo hacías.
Todas las veces que te dio una segunda oportunidad, la aprovechaste para romperla una vez más. Intentó escapar; intentó alejarse. Eras como un bumerán del que no podía huir. Y cada vez que rebotabas, la rompías más. Te llevabas un pedazo más de ella, hasta que no quedaba nada.
Y ahora que ha huido sin oportunidades y el amor, por fin es libre. Por fin puede ver que no fuiste más que un error que le costó muy caro. Por fin puede ver que nunca fue ella la que no era querible; fue tu incapacidad de amar lo que te ahuyentó. Fue tu egoísmo y tu corazón tóxico lo que la destruyó.
Tenía tanto miedo de defraudarte, tanto miedo de afrontar un día sin ti, que se aferró a ti como si se aferrara a su vida. Pero encontró su valor, encontró la forma de ser valiente, porque es mejor afrontar cada día sola que contigo a su lado. Es mejor dormirse sola que dormirse entre tus manos tendidas.
Finalmente ve que nunca perdió tu amor porque no puedes perder algo que nunca tuviste. Durante demasiado tiempo, se culpó de todos los fracasos de vuestra relación porque le hiciste creer que todo era culpa suya. Durante demasiado tiempo, odió partes de sí misma, pensando que eran la razón por la que te fuiste. Durante demasiado tiempo, se negó a quererse a sí misma porque tú no la querías. Le has hecho creer que ella es la que no se quiere y ¡que te jodan por eso!
Tomaste a la mujer más increíble con el corazón más grande y más grande que el mundo ha visto y la rompiste. Tomaste su confianza y la pisoteaste. Tomaste su amor y le prendiste fuego para que ardiera en él. Pero ella se las arregló para ver a través de tus mentiras y manipulaciones. Ella todavía se las arregló para ver la verdad y finalmente ver que ella merece más que tú. Más de lo que puedes soñar darle a alguien.
No puedes perder algo que nunca tuviste, pero aun así no significa que duela menos. Ella nunca tuvo tu amor, pero perderte sigue doliendo. El hecho de haber amado a alguien que nunca la correspondió. El hecho de que ella se entregó a alguien que sólo tomó las partes que le gustaban. Eso no es amor, por el amor de Dios. El amor es aceptar y amar al otro tal como es. Pero supongo que eso es ciencia ficción para ti.
Pero lo está consiguiendo. Está aprendiendo a quererse a sí misma de la forma en que nunca supiste amarla. Está aprendiendo a ponerse a sí misma en primer lugar, algo que tú nunca consideraste. Y está aceptando la verdad de que ella nunca tuvo la culpa de que te fueras, porque tú no estabas allí en primer lugar. Ni por ella, ni por tu relación. Ni para el amor.