Lo que te atrae de otra persona puede decir mucho sobre tu propia moral y tus valores. Para tener un mejor sentido de uno mismo y entender lo que nos mueve, podemos examinar más de cerca las conexiones que hemos hecho y diseccionar por qué las hemos hecho. ¿Por qué disfrutamos más de la compañía de unos que de otros? También podemos analizar qué nos atrae de otra persona cuando la conocemos. ¿Nos fijamos sobre todo en el interior -nos atrae su mente, su corazón, su perspectiva vital- o en el exterior? ¿Preferiríamos relacionarnos con alguien que es físicamente atractivo¿rico o conocido?
La próxima vez que entable una conversación significativa con alguien a quien aprecia, o con quien se encuentra por primera vez, piense en lo que le gusta de esa persona. ¿Qué es lo que hace que esta conexión tenga sentido?
Puede ser especialmente importante reflexionar sobre ello durante esa conversación inicial. Puede tratarse de una posible relación de pareja o amistad, de un nuevo colega o compañero. Al entablar conversaciones por primera vez, solemos emitir juicios más rápidamente de lo que nos gusta admitir. Nos gusta cómo viste esa persona o no. Nos gusta cómo habla, o no. Nos gusta su sentido del estilo, cómo interactúa con los demás o con el entorno que le rodea, etc.
Cuando vuelvas a un espacio tranquilo más tarde, anota mentalmente lo que has notado y por qué. Puede que no tuvieras ni idea de cómo vestía o cómo hablaba esa persona. Puede que sintieras una vibración positiva e intangible entre los dos o que algo te pareciera extraño y no pudieras precisarlo. ¿Sus palabras te parecieron auténticas o su lenguaje corporal te pareció poco sincero?
¿Por qué es importante? La forma en que juzgamos a los demás, sobre todo cuando los juicios son más objetivos que subjetivos, dice mucho de lo que intentamos ser. Es más difícil examinar lo que sentimos por un familiar o un amigo que conocemos de toda la vida que por alguien nuevo. Por lo tanto, averiguar qué pasó por nuestra mente durante una o dos primeras reuniones iniciales nos dará una idea de cómo funciona nuestro subconsciente y por qué nos presentamos de la forma en que lo hacemos.
¿Notas principalmente rasgos físicos, mentales, emocionales o de comportamiento? ¿Le gustaría que esta persona observara los mismos rasgos en usted? ¿Pasa más tiempo escuchando activamente a los demás o dando su opinión? ¿Le gusta dedicar más tiempo a su propia apariencia cuando conoce a alguien nuevo? ¿Por qué?
Si alguna vez has estado en una relación de maltrato, probablemente comprendas lo importante que es mirar más allá de lo físico y fijarse en el corazón de la persona. Por desgracia, algunos lo aprenden por las malas. Pero una vez que cometes el error de confiar en alguien que no lo merecía, eres para siempre más cuidadoso a la hora de considerar lo que se esconde bajo la superficie.
¿Parecen auténticas las intenciones del otro? ¿Son profundas? ¿Están realmente interesados en conocerte o más bien en tenerte? Para evitar volver a entrar en una situación perjudicial, debemos asegurarnos de no quedarnos atrapados en lo superficial.
Piensa también si estás siendo sincero con esa persona o intentas proyectar una falsa imagen de ti mismo. ¿Te interesa lo que tienen que decirte o intentas que te conozcan? Para evitar volver a entrar en una situación tóxica, también es importante saber a qué atenerse.
Por supuesto, alguien puede legítimamente tenerlo todo: la apariencia, la personalidad y un buen corazón. Sólo asegúrate de entender la diferencia entre tenerlo todo y pretender tenerlo todo. Y recuerda siempre ceñirte a tu moral y a lo que es importante para ti.
Nadie es perfecto. Es importante ver más allá de una falsa proyección de perfección y, al mismo tiempo, no imponer a nadie normas inalcanzables. Al fin y al cabo, nos gustaría que los demás aceptar nuestras propias imperfecciones sin tener que fingir que no existen. Las conexiones más significativas son las más reales desde el principio.