Sabes por qué me fui. Puedes fingir que no para hacerlo más fácil. Y has sabido, todo el tiempo, que me iba a ir. Esa decisión no fue tomada de repente. Me llevó mucho tiempo dar este paso que cambió mi vida.
Ahora, me alegro de haberlo hecho.
Me costó mucho sacrificio y valor, pero en algún momento lo encontré. O tal vez me destruiste tanto que no me importó lo que iba a pasar. Sólo quería salir lo antes posible. Quería irme.
Me fui porque no te esforzaste lo suficiente. Una relación no es una calle de sentido único. No puedes tener una relación con alguien y pensar que eso es todo. Ya has hecho tu parte. El resto simplemente va con la corriente. Todo va a ir bien. Eso no es verdad.
Nunca estará bien si no lo intentas, si no te importa. No puedo ser el único al que le importe. No puedo ser el único que está invirtiendo todo lo que tengo para hacer que funcione. Por eso me fui. Estaba harto de todo.
Me fui porque me hiciste sentir como un inútil. Me rompí el culo para hacer algo con mi vida, con nuestras vidas. Tenía dos o tres trabajos al día. Me esforcé mucho porque me importaba.
Pero tú eras el ancla que me arrastraba al fondo del océano. Me sentía inútil porque no movías un dedo para ayudarme... para ayudarnos.
Lo único que sabías hacer -y lo hacías a la perfección- era sentarte en el sofá y esperar a que volviera del trabajo para preguntarme qué había para comer. Perdona mi francés, pero FU.
Me fui porque estaba harto de falsas promesas y palabras vacías. Me cansé de escuchar tus excusas para todo. Me negué a creer que no tienes suerte, que no puedes tener un respiro.
Me negué a creerlo porque sé que todos somos los sastres de nuestra propia felicidad. Lo sé porque todo lo que me ha pasado ha sido producto de mi trabajo duro y de mi obstinación por conseguir lo que quiero.
Adapté mi vida lo mejor que pude con un defecto en ella: tú.
Querida, no puedes quedarte sentada en casa esperando a que te caigan cosas buenas del cielo. Al menos tienes que intentarlo. Intentar cualquier cosa. Intentar algo.
Me fui porque me hiciste quedar como un tonto. Durante 4 años, me has estado arrastrando. Durante 4 años, has estado prometiendo mover montañas por mí. No moviste montañas. Ni siquiera moviste una pequeña roca.
Me mentiste. Estuviste mintiendo todo este tiempo. Y fui un estúpido por creerte. Fui un estúpido por darte oportunidades de probarte a ti mismo. Y contaste con ello. Te aprovechaste de eso... de mí. Sabías que lucharía por ti, por nosotros. Sabías que nunca renunciaría a nosotros.
Resulta que esta vez has dado un mordisco que era más de lo que podías masticar. Has dado un paso de más. Calculaste mal las cosas. La cagaste.
Me fui porque me hiciste miserable. Me fui porque era la única que hacía todo el trabajo. Me fui porque me ponías triste. Me fui porque me hiciste daño.
Me fui porque era conmigo con quien podías desquitarte. Yo era la que aguantaba tus insultos y tu mal humor.
Yo era el que sufría cada vez que tú estabas en tu propia dimensión, completamente alejado del mundo.
Me fui porque me di cuenta de que me quiero a mí misma.
Me fui porque me di cuenta de que mi vida no vale el dolor y el sufrimiento que me diste.
Me fui porque me di cuenta de que me lo merezco todo.
Y no me diste nada.
Adiós.